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La historia del pueblo kurdo está marcada por la búsqueda de una mayor autonomía en relación a las diversas entidades políticas que lo dominaron a lo largo del tiempo, y por su deseo de mantener vivas las practicas, costumbres y dialectos que constituyen su identidad.
Este pueblo, cuyo número de integrantes no se conoce con exactitud aunque se estima que está conformado por 40 millones de personas, denomina a su patria “Kurdistan”, es decir, “país de los kurdos”. Geográficamente, se ubica en el suroeste asiático, entre las zonas montañosas formadas por los montes Taurus, Zagros y Elburz. Es este un espacio compartido por cuatro estados: en Turquía viven la mitad de ellos, mientras que un cuarto lo hace en Irán. Irak y Siria también poseen importantes minorías kurdas.
Sus dialectos son de origen indoeuropeo, de la familia iraní, los cuales no se han homogeneizado como sucede históricamente en los procesos de formación de los Estado- Nación. Constituyen una etnia, tal como los árabes, persas o turcos.
En relación a la religión, los kurdos son poseedores de una rica historia. Antes de la llegada del Islam (como veremos más adelante), coexistían diversas ideas religiosas, entre las cuales encontramos al Mitraísmo, el Budismo, el Mazdeísmo y el Maniqueísmo. Son reflejo de la influencia de estas ideas en los kurdos la presencia del sol en su bandera (Mitraismo); el desarrollo de la astronomía, matemáticas y ciencia derivado de la centralidad dada a  los astros; y por último, el alta estima que tienen hacía las aves (Budismo).
De esta manera, ya existían religiones kurdas antes de la llegada del Islam. Estas se caracterizaban por su sincretismo, producto de la fusión de viejas ideas míticas con elementos de las ideas religiosas mencionadas anteriormente. Una religión sincrética propia de los kurdos es el Yazidismo, la cual combina elementos del Maniqueísmo y el Mitraismo. En la actualidad, existen minorías yazidíes, aunque mayoritariamente se profesa la rama sunita del Islam.
Pero para comprender mejor las razones que hacen de los kurdos la etnia más numerosa sin Estado, debemos retroceder miles de años.

El Pueblo Kurdo y su Historia.
Alrededor del año 2.000 a.C. los kurdos, junto a otros pueblos indoeuropeos, se asentaron en el espacio geográfico que actualmente ocupan. Pero no fue hasta el siglo VII, durante una invasión árabe, que se designa a los pueblos que habitaban ese territorio y tenían costumbres en común con el término  “kurdos”.
La llegada del Islam es un hito importante. Los kurdos se volcaron en masa a obedecer esa fe, y a partir de ese entonces, el sunnismo se convirtió en  un aspecto central de su identidad. Más tarde, estuvieron sometidos a los califatos, dando lugar a la creación de los primeros principados kurdos.
La presencia kurda en la zona fronteriza entre los Imperios Otomano y Persa fue aprovechada por los jefes de aquel pueblo para mantener una mayor autonomía. Es un período de relativa calma en el cual los jefes debían demostrar su adhesión hacia el Sultán en forma de tributos y guerreros para el ejército, recibiendo como contrapartida la potestad de controlar las poblaciones que habitaban esas zonas.
Pero este período comenzaría a cerrarse durante el siglo XIX. Es esta una etapa de profundos cambios en el Imperio Otomano, que se encontraba inmerso en disputas internas, provocadas por las diversas posiciones respecto su modo de inserción en un mundo muy distinto al de los tiempos en los que el dominio imperial era una práctica habitual. La modernización del Imperio suponía la creación de un Estado–nación turco, en el cual las fuertes heterogeneidades culturales no podían ser toleradas, y más aún, eran interpretadas como verdaderos desafíos a la supervivencia del Estado.Kurdistan 2
Las particularidades de esa coyuntura explican la formación del partido de los Jóvenes Turcos, quienes querían detener la decadencia del Imperio y salvarlo, aplicando ideas reformistas y nacionalistas. A pesar de las tensiones mencionadas, sobre finales del siglo XIX, se dio la aparición de diarios  y revistas en lenguas kurdas, así como también la apertura de escuelas que dictaban ese idioma, impulsadas por el nacimiento de organizaciones kurdas de ilustrados.
La derrota de las potencias centrales en la Primera Guerra Mundial, eje del que formaba parte el Imperio Otomano, provocó el desmembramiento de sus dominios. El Tratado de Sèvres, firmado en agosto de 1920 en esa ciudad  francesa, estipulaba la creación del ansiado Estado autónomo para los kurdos al auspiciar el “desarrollo autónomo de las nacionalidades no turcas del Imperio Otomano”, materializando así uno de los “Catorce Puntos” diseñados por el entonces presidente estadounidense Woodrow Wilson.
Pero el tratado de paz no sería cumplido. La jibarización causada por el tratado, sumada a la invasión griega y la independencia armenia creó el ambiente propicio para la emergencia del líder turco Mustafá Kemal, quien comandó a las fuerzas turcas hacia la victoria en las batallas para consolidar su independencia. Luego se convertiría en el líder de la novel República de Turquía.
El nacionalismo de la nueva Turquía de Ataturk no era compatible con el desarrollo autónomo de los kurdos (tal como pedía Wilson). Se eliminaron escuelas, periódicos e instituciones kurdas. Incluso se prohibió el uso de los términos kurdo y Kurdistán. Además, se logró la anulación del Tratado de Sèvres y su reemplazo por el Tratado de Lausana, el cual desoía las aspiraciones del pueblo milenario. Turquía, junto a Irak, serían testigos de revueltas kurdas en busca de mayores libertades, las cuales fueron ferozmente reprimidas.
Luego de la Segunda Guerra Mundial se formaron guerrillas kurdas en Turquía, Irán e Irak. Estas fueron combatidas brutalmente por las fuerzas armadas de los respectivos Estados, y en ocasiones, utilizadas por aquellos para desestabilizarse entre sí, tal como sucedió en la guerra entre Irán e Irak. La persecución se extendió, la mayoría de las veces, a la población civil. La masacre causada por la Operación al-Anfal, ordenada por Saddam Hussein e iniciada en 1986 en el norte de Irak, es una muestra de ello.
El siglo XXI asiste a la falta de una solución digna para los kurdos. En Turquía, se consiguieron concesiones de carácter cultural y lingüístico, y se llegó a firmar una tregua con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) que dio lugar al comienzo de un complejo proceso de paz. En Irak, luego de la invasión de la coalición encabezada por los Estados Unidos, se estableció en el norte del país el Kurdistán iraquí, con el status de región autónoma. Tiene su propio parlamento, fuerzas armadas y relaciones exteriores. Gracias a los importantes recursos petrolíferos e hídricos que posee, esta región se ha distinguido en el país por su prosperidad y perspectivas de futuro.

El No-Estado Kurdo y sus Implicancias en la Actualidad.
Toda revisión del pasado supone una correlativa revisión de lo actual.
Ni la nueva configuración de la diplomacia internacional que pretendía imponer el “idealismo wilsoniano” en la búsqueda de la “paz mundial”, ni el Nuevo Orden Mundial que proponía George H. W. Bush, lograron dar solución a la problemática de los kurdos, que “incapaces de encontrar aliados permanentes entre los estados más poderosos, […] perturbaron las relaciones entre todos sus vecinos”. (Hobsbawm, 2010: 361).
Esta tendencia que supo advertir el historiador británico a finales del siglo pasado, ha persistido en el último tiempo. La reconfiguración de las relaciones geopolíticas en la región, luego de la caída del régimen de Saddam  Hussein, postergaba la aspiración kurda, que quedaba nuevamente librada al azar de las conveniencias foráneas.
En este sentido, Ankara, se ha manifestado explícitamente en contra de un Estado kurdo, más allá de que éste se encuentre en territorio iraquí. Las razones de este posicionamiento, residen no sólo en el hecho de que el reconocimiento del actual Kurdistán Iraquí, ya no como una región autónoma, sino con carácter de Estado Soberano, desequilibraría el “balance de poder” en Oriente Próximo, donde disputa la hegemonía regional junto a Arabia Saudita, de mayoría Suní y a la República Islámica de Irán, predominantemente Chíi; sino también, en la potencial radicalización de los casi 15 millones de kurdos que habitan en Turquía, motivo por el cual el gobierno del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, mantiene desplegado gran parte de su ejército en los casi 1200km de fronteras que comparte con Siria e Irak.
En diciembre del 2011, Barack Obama, cumplía con su principal promesa de campaña que lo catapultó a la presidencia en enero del 2009: concluía el retiro de tropas norteamericanas de Irak. Lo que parecía la primera gran solución para restablecer la estabilidad en Irak, en la que el Kurdistán Iraquí tendría marcado protagonismo, terminó agravando el problema.
La radicalización de milicias islamistas, a través de aniquilaciones sectarias y combates diarios, allanaron el camino para el “retorno” de los Estados Unidos a la región,  para perseguir a los yihadistas del ISIS, esta vez: “sin botas en el terreno”, lo que responde al pragmatismo de la política exterior del Presidente Obama.
En esta nueva intervención norteamericana, los kurdos adquieren una relevancia notoria no sólo en la lucha armada contra el ISIS que emprenderían a través de los “peshmergas”, con el respaldo de los bombardeos aéreos de la coalición internacional, sino también, en la reconfiguración del nuevo gobierno iraquí, que viene a hacer frente al riesgo de colapso político al que se expuso el anterior presidente, el chíita Nuri Al Maliki, que se mostró reacio al acercamiento al Kurdistán Iraquí y a las comunidades suníes.
“El nuevo gobierno de unidad en Irak” que hoy comanda el moderado Haider al-Abadi, y que Obama exigió como necesario para que el combate a los yihadistas resulte exitoso, cierra las puertas por el momento a la independencia formal del Kurdistán Iraquí, pese a las intenciones de su Presidente, Massooud Barzani, quien afirma que toda las condiciones están dadas para que el sueño del Estado Kurdo, sea una realidad.
La historia es la memoria de cada pueblo, por eso es sabido que pese a toda clase de intentos, no se aprisiona con sistemas el ser único y distinto de los pueblos. El fracaso permanente del pueblo kurdo, en su intento de conformar un Estado soberano, se ha convertido en una constante histórica que de manera lenta y fatigosa, continúa siendo postergada para un futuro, que aún hoy, no se quiere precisar.

Colaboración de: Francisco Pardo, Ignacio de Los Heros y Martín Rafael López.
Relaciones Internacionales – Universidad Católica de La Plata
Directivos de la Asociación de Politólogos Bonaerenses APB

Bibliografía consultada:

  • Consani Norberto y Zidane Zeraoui, “Sobre Medio Oriente”, 1ª ed.-, Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 2007.
  • Daveiro, Daniel, “Kurdistán: la tierra negada”, Observatorio de Conflictos de la Universidad Nacional de Rosario. Disponible en línea en: http://www.nodo50.org/observatorio/kurdistan.htm
  • González-Arroyo España, Pedro, “Bajo el recuerdo de Saladino. Los kurdos, ¿un pueblo sin Estado?”, Treballs de la Societat Catalana de Geografía, Núm. 49, Cataluña, 2000. Disponible en línea en http://publicacions.iec.cat/repository/pdf/00000071%5C00000073.pdf
  • Hobsbawm, Eric, “Historia del siglo XX”, 10ª ed. 2ª reimp.- Buenos Aires: Crítica, 2010.
  • Nebez, Jamel, “The Kurds: History and Culture”, WKA Publications, London 2004.
  • Zorrilla, Jose Antonio, “Los kurdos”, Documento de opinión del Instituto Español de Estudios Estrategicos, 2014. Disponible en línea en :

http://www.ieee.es/en/Galerias/fichero/docs_opinion/2014/DIEEEO522014_Kurdos_ULtimo_JAZorrilla.pdf

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