Desde nuestra red de alianzas con think-tanks en diferentes capitales del mundo, escribe el Director del “Institute of Peace and Diplomatic Studies – IPD”, en Islamabad, Pakistán. Un paralelo entre el conflicto de Cachemira, entre India y Pakistán, y el conflicto de Nagorno Karabaj, entre Armenia y Azerbaiyán. Altas complejidades, matices diferentes y un mismo camino esperanzador para la resolución de trágicas controversias: el factor de la diplomacia y el diálogo. En el presente, el asunto de Nagorno Karabaj en el Cáucaso es sin duda una cuestión que amenaza la estabilidad regional, por ello es acertado el abordaje desde diferentes perspectivas para sumar elementos de comprensión en las dimensiones de este conflicto. Aquí desde una mirada sobre otro punto irresuelto, también con un pasado de violencia y en un contexto actual que también demanda la alerta para toda la comunidad internacional. Dos naciones, un mismo dolor.
El latente conflicto entre Azerbaiyán y Armenia, dos Naciones del Sur del Cáucaso, por el disputado territorio de Nagorno-Karabaj tiene un cercano parecido al conflicto de Cachemira, inclusive, esto ha sido reconocido en varias ocasiones por los líderes y las naciones de Pakistán y Azerbaiyán. Se pueden establecer varias similitudes al analizar cuestiones de estas dos disputas florecientes del mundo musulmán. Los esfuerzos de la comunidad internacional y el pedido de Naciones Unidas para resolver ambos problemas de manera pacífica, han sido insignificantes y por lo tanto sin prósperas expectativas, en relación a disminuir la intensidad de ambos conflictos.
Cachemira se convirtió en un punto de inflamación nuclear entre India y Pakistán, mientras que Nagorno-Karabaj en una amenaza para la seguridad regional del Cáucaso y Oriente Próximo. Ambos conflictos son complejos, debido a su dimensión multifacética y la presencia de partidos políticos que no se han movido de su postura al momento de debatir y destrabar la controversia bilateral. Este factor político también ha provocado que ambas disputas se prolonguen y haya una visión inevitablemente oscura para alcanzar una posible resolución en un futuro no tan lejano. Un escenario que no se modificará, al menos hasta que la comunidad mundial no tome conciencia de estos graves conflictos, de lo contrario, no seremos capaces de erradicar la amenaza del terrorismo, el extremismo y la privación del mundo.
Pakistán y su pueblo pueden entender y sentir el dolor del pueblo azerí y el sufrimiento de las personas de Nagorno-Karabaj, porque se remontan al derramamiento de sangre de Cachemira desde el momento de su creación en 1947. Recordemos, hablamos de un conflicto que se ha mantenido irresuelto por el dominio imperial británico, permaneciendo como una disputa estancada, siendo un permanente tema de discordia entre India y Pakistán.
Si pensamos en el presente, se ha reconocido internacionalmente que, actualmente, hay tres actores que son partes de esta vieja controversia: India, Pakistán y Cachemira. El pueblo de Jammu y Cachemira, son los únicos dueños de su destino, son libres de tener su propia elección y no hay ninguna solución duradera que se pueda establecer sin tomar en cuenta las aspiraciones de esta sociedad.
Por otro lado, desafortunadamente, será difícil poder visualizar algún indicador que muestre esperanza sobre algún futuro próximo en la tan ansiada resolución de Cachemira, ya que la agenda de temas a tratar sobre la probelmática se ha ampliado, tales como, preocupaciones referidas, incluso, al terrorismo (sobre todo después de los atentados de 2008 en Bombay), dominando la “ecuación política” entre India y Pakistán.
Como hemos mencionado, el comienzo de este conflicto se registra para los años de 1948, desde ese entonces se evidenciaron diferentes propuestas y planes políticos representados por India y Pakistán, pero sin embargo el conflicto sigue estando latente con un gran número de víctimas que padecen de este escenario de irresolución. Miles han sido asesinados o están desaparecidos desde que los cachemires comenzaron su lucha actual contra el gobierno indio en 1989. Por ello, es el momento de trabajar para lograr una paz aceptable para Pakistán e India y, sobre todo, para los habitantes de Cachemira.
Una Cachemira dividida
El territorio en disputa de Cachemira se dividió como resultado del acta de independencia de la India en 1947. Cerca del 65% del territorio es administrado por India y el 35% restante está conectado con Pakistán. Durante la lucha por la independencia, la Liga Musulmana exigió tierras propias para las regiones de mayoría musulmana.
Maharaja Hari Singh de Cachemira había querido mantener este territorio para permanecer independiente, pero más tarde decidió anexarse, inteligentemente, con India a cambio de apoyo militar y promesa de un referéndum de independencia, el cual nunca sucedió. Como consecuencia de esta disputa irresuelta, India y Pakistán fueron a la guerra por Cachemira en 1947-48, 1965 y, más tarde incluso en 1971. En 1949, una misión de mantenimiento de la paz de la ONU llegó y se ha mantenido como observador desde ese entonces, declarando una línea de alto el fuego, conocida como “Línea de Control”, que divide la parte independiente de la parte ocupada. Esta división ha causado fracciones traumáticas de familias, linajes y parientes. India siempre ha considerado a Cachemira como parte de su territorio, teniendo un dominio tiránico contra la voluntad del pueblo de Cachemira.
Dos conflictos, un mismo sufrimiento: Cachemira y Nagorno Karabaj
El conflicto de Nagorno-Karabaj en la región del Cáucaso tiene una larga dimensión histórica que se remonta a la época estalinista y los poderes comunistas imperialistas. Luego de la Glasnost y el final de la Guerra Fría nacieron varios focos de conflictos en la región, entre los cuales se revive la disputa territorial entre Armenia y Azerbaiyán por el territorio de Nagorno-Karabaj, un espacio que ha sido injustificadamente ocupado por Armenia. Como se ha citado, a raíz del a ocupación por parte de la Unión Soviética en 1923, los antiguos armenios que se habían asentado en Karabaj, adquirieron autonomía dentro de Azerbaiyán. Cuando este país recuperó su independencia, las tropas armenias ocuparon Nagorno y otros siete distritos periféricos del territorio azerí ocupado.
En 1993, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó cuatro resoluciones numeradas 822, 853, 874 y 884, que describen a Armenia como potencia ocupante de Karabaj, exigiendo la retirada de las fuerzas armenias para que den pase a la liberación del territorio. Se trata de una injusta ocupación y de un sin fin de atrocidades por parte de fuerzas armenias, causando que un millón de azerbaiyanos étnicos deban refugiarse en las regiones vecinas.
La comunidad internacional en general y Pakistán, en particular, se ha distinguido siempre por Azerbaiyán, en su punto de vista sobre Nagorno-Karabaj. En diversos foros internacionales se ha abordado esta triste situación, como en 1993 en la 21º Conferencia Islámica de Ministros de Relaciones Exteriores celebrada en Karachi. Pakistán expresó su preocupación por la grave escalada del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, subrayando que los armenios deben retirarse de Karabaj, respetando la resolución 12/21-P.
La sesión de la Asamblea General de la ONU celebrada el 14 de Marzo de 2008 adoptó una resolución numerada GA/10693 reafirmando la integridad territorial de Azerbaiyán, exigiendo la retirada de toda fuerza armenia de los territorios que ocuparon.
Por su parte, el día 20 de Mayo del 2010, el Parlamento Europeo adoptó una resolución numerada 2009/2216(INI) para exigir nuevamente la retirada de las fuerzas armenias, para dar apertura a que la población azerí desplazada pueda regresar a sus hogares.
A pesar de estar a miles de kilómetros de distancia, ambos conflictos son casi réplicas uno del otro, debido a que comparten similitudes de diversas magnitudes. Se puede decir que en estos conflictos está presente el sufrimiento humano. En el caso de Nagorno-Karabaj, Azerbaiyán está pensando en resolver el conflicto sobre la base de su integridad territorial y está asegurando el retorno del millón de desplazados internos de los territorios ocupados. Pero Armenia insiste en que el territorio pertenece a los armenios. Mientras que en el caso de Cachemira, Pakistán proporciona toda la ayuda y el trabajo para construir una paz sostenible de acuerdo con los deseos y las aspiraciones de los habitantes de Cachemira. Pakistán siempre ha puesto un pie delante de India en la construcción de un “Compuesto Proceso de Paz”, siendo éste un tema central a trabajar. Pero debido a las actitudes obstinadas del “establishment” indio, el conflicto todavía está presente sin registrar un avance concreto.
Las guerras no son siempre la solución de los conflictos; ellas sólo traen lágrimas y angustia. Ahora es necesario pensar en el “ya es suficiente”. Ya sea el conflicto de Palestina, Afganistán, Cachemira o Nagorno-Karabaj, tenemos que destacar y poner fin a la tiranía y al sufrimiento de la humanidad. En este aspecto se requiere del accionar de la comunidad internacional, como así también y en mayor medida, el compromiso de los países involucrados en el conflicto, puesto que las soluciones autóctonas representaría el verdadero fin de estos viejos conflictos armados.
Desarrollo & Contenido
Muhammad Asif Noor.
Director de “Institute of Peace and Diplomatic Studies – IPD”, ubicado en Islamabad, Pakistán.
Sitio Web: http://ipd.org.pk/
Facebook: https://www.facebook.com/InstituteOfPeaceAndDiplomacyIpd
Adaptación & Traducción
Martín Rafael López