El partido Aam Aadmi (partido del Hombre Común) ganó en febrero las elecciones en Nueva Delhi, consagrando a Arvind Kejriwal como la nueva máxima autoridad política de ese lugar. El partido logró ocupar 67 de los 70 escaños que estaban en juego en las elecciones, mientras que el partido Bharatiya Janata (BJP), partido gobernante del que proviene el Primer Ministro Narendra Modi, se alzó con 3 escaños pero perdió 29. Por su parte, el Partido del Congreso no obtuvo ningún escaño y perdió 8 que tenía.
La elección que consagró esta victoria del AAP ha contado con una participación récord de votantes (67 %) y se cuenta entre las mayores de la historia del país, atendiendo a que el AAP obtuvo 96 % de los escaños disputados y obtuvo el apoyo del 54.3 % del electorado (4.879.127 votos).
Cabe recordar que en las elecciones anteriores, en diciembre de 2013, se había producido una debacle del Partido del Congreso tras 15 años en el poder, convirtiéndose en ese momento en la tercera fuerza, detrás del entonces ganador BJP (que evidenciaba una tendencia luego reflejada en las elecciones generales de 2014) y del AAP. En ese momento, el AAP, se constituyó en la gran sorpresa de la escena política, tras solamente 12 meses de vida (había sido creado dos años antes, tras las protestas anticorrupción que sacudieron a la India en ese momento). La victoria de entonces parecía consagrar las posibilidades reales de “los hombres comunes” representados por Kejriwal, ex funcionario de Hacienda, que utiliza como símbolo electoral una escoba, para aludir a la limpieza de la política de la corrupción. La victoria actual, entre otras cosas, consagra la lucha en contra de la desigualdad como un factor clave en ese escenario político (en ese marco, cabe recordar aquí el apoyo de la poderosa comunidad Valmiki –Dalit, tradicionalmente votante del Partido del Congreso, cuyo líder, Cheena Maharaj, es referido por Kejriwal como su guru y es aludido como quien eligió la escoba para símbolo partidario).
La victoria obtenida parece obedecer a distintos factores, entre los cuales pueden mencionarse:
- La instalación de la lucha anticorrupción como un factor diferenciador competitivo, frente a las demás propuestas electorales.
- La preparación para estas elecciones, dada desde su última performance allí, en 2014 (recordemos que en su gestión anterior, Kejriwal renunció tras 49 días de haber llegado al poder, luego del rechazo de la Asamblea de Delhi a su proyecto anticorrupción –dado por la creación de un organismo específico, Jan Lokpal, de carácter independiente, para investigar y sacar a la luz los casos de corrupción-).
- La potenciación del mensaje de su renuncia asociado a ser consecuente con sus promesas y discurso, que derivó en la gran confianza que le demostró el electorado en lo que hace a su honradez y su accionar consecuente en política.
- La reconstrucción de su estructura partidaria (fortaleciendo el compromiso de los voluntarios) y la formulación de una agenda positiva.
- La disculpa permanente de Kerjriwal por su renuncia, en cada uno de los 110 actos públicos que tuvo la campaña que lo consagró este año.
- La elección de los candidatos a figurar en sus listas a través de los Diálogos de Delhi, que contribuyó a retomar el contacto con los votantes y a fortalecer su sentido de participación política.
- La focalización del mensaje en la transparencia y la gobernanza, traduciendo la política como una “acción limpia y pura para resolver problemas”, que derivó en delimitar con precisión las necesidades locales más urgentes y proponer soluciones concretas para ellas (problemas relativos a la electricidad, el agua, los toilets, gratuidad de wi fi, etc.), resultando convincente en su compromiso con los más vulnerables.
- Sumado a su mensaje de opción por las clases más vulnerables, el de reafirmar su posicionamiento en contra de la violencia comunal (en tal sentido, el manifiesto del AAP expresa que “la prevención de la violencia comunal es un compromiso sagrado del estado”), de hecho, las tensiones comunales presentes parecen haber beneficiado a los candidatos del AAP en detrimento de los del BJP, en general. Como parte de esa opción, es dable recordar por ejemplo, que la candidata del AAP, Rakhi Birlan, se constituyó en la primera persona de la comunidad Valmiki en disputar un escaño de la Cámara Baja del parlamento indio (Lok Sabha) en la ciudad de Nueva Delhi desde su independencia.
- En línea con lo anteriormente señalado, la captación del voto islámico, que en la elección anterior estuvo dividido entre el AAP y el Partido del Congreso, al tiempo que también de votos de clase media y sectores populares, que anteriormente también apoyaban al Partido del Congreso.
- La evitación de polemizar con su oponente más clara, Kiran Bedi (BJP) –quien contó con oposición dentro de su partido-, que contribuyó a fortalecer su imagen entre los votantes, contrastando con la actitud opuesta desde el BJP.
- El accionar más lento y tardío del BJP con respecto al AAP en la campaña en Delhi, tal vez confiado en sus performances anteriores (esta elección constituye la primera derrota de un sector político apoyado por Modi, en muchos años).
- La ventaja de que la elección no fuera sobre Modi en sí, favoreció al AAP y la sobreexposición de la figura del Primer Ministro, aludiendo a los miembros del AAP de manera descalificadora, no parece sino haber reforzado la buena imagen de Kerjriwal y sus compañeros.
La prevalencia de un discurso de clase sobre el de casta potenció el triunfo del AAP en Delhi pero eso no resulta fácil de trasladar al resto del país. Cabe entonces ver los recursos de fortalecimiento del propio mensaje que el AAP encuentra en los próximos objetivos electorales que se ha fijado: Punjab, Gujarat, Madhya Pradesh y Chhattisgarh y Odisha.
Quien más ha perdido es el Partido del Congreso, encarnadura de la dinastía Nehru-Gandhi, que ha gobernado el país 54 de los 68 años de su historia independiente, que no solamente retrocede en Delhi, tras muchos años alzándose con el poder allí, sino también en otros estados y subsiste fundamentalmente, en estos tiempos de su enorme crisis interna, en aquellos estados donde compite directamente con el BJP.
El éxito en la nueva gestión de Kejriwal significaría que el AAP se constituya en la alternativa concreta al espacio del Partido del Congreso para competir con el BJP (en línea con lo señalado, entre otros, por Meera Sanyal, candidato del AAP en Mumbai, quien señala que el hecho de que el partido devenga una alternativa nacional es solamente una cuestión de tiempo), aunque ese camino no será fácil, en tanto el Partido del Congreso sigue siendo el partido pan-indio más grande de oposición, con un potencial real para resurgir como alternativa al BJP.
Pratap Bhanu Mehta, analista del Indian Express, señala que:
la espectacular victoria del AAP representa una esperanzadora tendencia en la política india. Los votantes buscan agentes de cambio antes que inmovilidad, esperanza en lugar de cinismo, aspiraciones en lugar de miedo, positivismo en vez de derrotismo y el futuro antes que el pasado.
Modi parece haber encarnado tal expectativa en las últimas elecciones generales, mientras que el Partido del Congreso sólo parece dar cuenta en el presente, de aquello que los votantes no desean más.
Sin embargo, un dato parece subyacer con claridad: la necesidad de resultados concretos y en tal sentido, cabe ver cómo traduce el AAP sus prometidos “cambio de la cultura política”, “redefinición de la política” y “reinvención de la democracia”, no solamente para contar con una visión más cierta de su evolución futura sino de la evaluación que de ello hacen los votantes y ver si efectivamente, se consolida como verdadera alternativa al panorama ya conocido.
Sin embargo, cabe sobre todo coincidir con Yogendra Yadav, estratega del AAP, en su idea de que el mayor mensaje [que dio la elección] es la esperanza.
Por Dra. Lía Rodriguez de la Vega
Analista Internacional – Académica
Comité de Asuntos Asiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales CARI
Ex. Directora de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y Africa ALADAA