Continuamos con un nuevo reporte mensual de la experta Dra. Lía Rodriguez de la Vega en el formato “Perspectiva India”, en la serie de artículos que nos permite conocer la opinión de esta referente académica argentina sobre la actualidad de la política exterior y la agenda doméstica de la India. En esta nueva publicación los casos de: Kalam, Memon y la discusión acerca del/os futuro/s. Dos relevantes sucesos, la muerte de ex Presidente del país Avul Pakir Jainulabdeen “APJ” Abdul Kalam y el significado de los procesos políticos que van evolucionando hacia una nueva India. Y por otro lado Yakub Abdul Razzak Memon, el único condenado a muerte entre los acusados y condenados por los atentados de Mumbai en 1993. Ambos casos conmovieron a la opinión pública y desde la calificada visión y conocimiento que la Lía Rodriguez de la Vega tiene sobre India, podemos acceder a una fotografía general de cómo estos hechos han impactado en el país y cómo interpretar el significado desde el particular perfil identitario de la India. Una recomendada nota para una proximidad para saber de la agenda doméstica de India conociendo sobre el factor identitario y las complejidades sociales en la diversidad que caracteriza a esta nación.
El pasado mes de julio trajo a la India dos muertes que conmocionaron a la opinión pública, dos sucesos que ganaron rápido espacio en los distintos medios de comunicación y que al tiempo que dejaron resonando una única voz: aquella que sigue debatiendo acerca de la pena de muerte y la construcción de un “Otro”.
Por un lado, se produjo la inesperada muerte de un respetado ex Presidente del país (lo que no significa que no tenga detractores), Avul Pakir Jainulabdeen “APJ” Abdul Kalam, el 27 de julio, en medio de una jornada de trabajo. Ocupó el cargo de Presidente de la India entre 2002 y 2007, siendo electo con el acuerdo de los dos principales partidos indios, el BJP y el Partido del Congreso. Físico, egresado de la Universidad de Madras en 1954, estudiaría ingeniería aeroespacial en el Instituto de Tecnología de Madrás y estaría muy ligado, durante su carrera científica, al desarrollo de misiles balísticos y a la Organización de Investigación Espacial de la India (ISRO). El día de su muerte, daría una conferencia en el Indian Institute of Management Shillong, en cuyo transcurso se descompondría. Conocido como “El Presidente del Pueblo” y reconocido como un practicante de fe islámica, con gran aprecio por las diversidades (religiosas y culturales) indias, el gobierno indio declaró duelo oficial por siete días, como muestra de respeto y recibió el pésame y afectuoso recuerdo de distintos gobiernos del mundo. Su muerte causó tal efecto que incluso el Ministro en Jefe de Kerala, Oommen Chandy, solicitó al Primer Ministro Narendra Modi, un permiso para llevar los restos mortales de Kalam a Thiruvananthapuram, para que su estado (donde había vivido por varios años) también pudiese rendirle tributo.
El caso de Yakub Abdul Razzak Memon
Por otro lado, a pocos días del fallecimiento de Kalam, se llevó a cabo el 30 de julio, la ejecución por ahorcamiento de Yakub Abdul Razzak Memon, único condenado a muerte entre los acusados y condenados por los atentados de Mumbai, en 1993 (12 bombas que estallaron en distintos lugares de la ciudad entre el mediodía y poco antes de las 16 horas, causando 257 muertos, 713 heridos y millonarias pérdidas). Fue acusado de manejar los fondos de su hermano, Ibrahim Mushtaq Abdul Razak Nadim Memon (conocido como “Tiger”) y sentenciado por haber pagado el adiestramiento de 15 jóvenes enviados a Pakistán para aprender el uso de armas y municiones, al tiempo que también el escape de la familia Memon tras los atentados, conspiración criminal, posesión ilegal y transporte de armas y municiones, entre otros. Se considera que tales ataques fueron llevados a cabo por Dawood Ibrahim (del cual no se sabe nada en la actualidad) y su cómplice, Tiger Memon (también condenado a muerte pero que se supone actualmente libre en Pakistán), en venganza por la muerte de islámicos durante enfrentamientos ocurridos entre hindúes e islámicos en meses anteriores a los comentados atentados, por la demolición de Babri Masjid (la mezquita de Ayodhya, destruída en 1992 por nacionalistas hinduistas). Condenado a la pena capital en 2007, la Suprema Corte de India confirmaría esa sentencia en 2013 y sin embargo, conmutaría la pena de los otros 10 convictos por prisión de por vida. El Presidente Pranab Mukherjee denegó su pedido de clemencia, en 2014, siguiendo recomendaciones del Gobernador de Maharashtra y el Ministro de Interior.
La controversia no se hizo esperar, más con la circunstancia de que el ex Presidente Kalam, cuya muerte parece haber cubierto de pesar a toda la India, consultado hace poco por una Comisión de Justicia, se pronunció por la abolición de la pena de muerte en la India (aunque hubo sólo un caso en que la consintió y la seguía reafirmando, el de Dhananjoy Chatterjee, ejecutado por violación seguida de muerte, de una estudiante, en 1990).
Mientras Arshad Alam, Secretario nacional de la Minoría Morcha del BJP llamó “traidores” a quienes se oponían a la ejecución de Memon y señaló que debían irse a Pakistán o Arabia Saudita (no sin aclarar que en los atentados murieron tanto islámicos como hindúes y que no había que darle un “color comunal” al episodio), Shashi Taroor señaló que ninguna ejecución a sangre fría ha prevenido un ataque terrorista en ningún lado, agregando que tanto el principio como la práctica de la pena de muerte son cuestionables. Por su parte, otro líder del Partido del Congreso, Mani Shankar Aiyar, señalaba que el mismo día que la Corte Suprema confirmó la sentencia de Memon, hubo un atentado en Gurdaspur, de modo que no puede sostenerse que la pena de muerte desaliente a los terroristas. Aiyar, uno de los ciudadanos prominentes que enviaron una solicitud de clemencia al Presidente Mukherjee, agregó que ha llegado la hora de que India logre abolir la pena de muerte. Recordó además la clemencia concedida a los asesinos de Rajiv Gandhi y del Jefe de Ministros de Punjab Beant Singh y señaló que sin embargo, ello no fue así en este caso ni tampoco lo fue en la ejecución de Mohammad Afzal Guru (muerto en febrero de 2013, en razón de la condena por su alegada participación en el ataque terrorista al Parlamento indio, en 2001). Finalmente, señaló que a su consideración, la pena de muerte se ha vuelto un arma política y es tiempo de abolirla. En una línea similar, Prashant Bhushan, conocido abogado, político y activista, ligado al movimiento India Contra la Corrupción y posteriormente, a la formación del Aam Aadmi Party, consideró que era un día triste para la India y recordó que este es uno de los últimos países civilizados que aún mantiene la pena capital.
Mientras distintas voces daban cuenta de su oposición a la pena capital, es justo decir que hubo manifestaciones populares a favor y en contra de esta ejecución en particular, surgiendo incluso el planteo de que la pena de muerte en India es aplicada con más dureza sobre los islámicos y otros grupos minoritarios. Asaduddin Owaisi, líder de All India Majlis-e-Ittehadul Muslimeen y miembro islámico del Parlamento indio, señaló que creía que el acusado estuvo implicado en los hechos de los que se le acusó pero no merecía la pena de muerte y citó casos de defendidos no islámicos, acusados de serias ofensas, que lograron evitar la pena de muerte. Más allá de lo mencionado, un nuevo reporte de Death Penalty Research Project of the National Law University (NLU), señala que de los 1.414 presos ejecutados en India, tras la independencia, sólo 72 son islámicos (cantidad que no alcanza al 5 % de los ejecutados).
En el marco del discurso de una matriz securitizada, otros parecían prever que elementos anti-India, yihadistas, etc., harán de este caso un nuevo templete para su propaganda anti-India y anticipaban una nueva oleada de atentados en venganza por este hecho. De hecho, se dio cuenta en los medios de una comunicación de Tiger Memon con su familia, horas antes de la ejecución de su hermano, donde promete venganza (The Economist, 6/8/15).
Por supuesto, se agitó también el hecho de que aunque se alega está sobradamente probado que Pakistán no sólo protegió a los responsables de los atentados sino que el ISI (Inter-Services Intelligence, su servicio de inteligencia) los instigó, ese país parece no haber registrado ningún efecto directo del tema. Ello, en paralelo a todas las consideraciones que se hacen sobre la siempre delicada relación bilateral con ese país, que Modi visitará el año entrante, en ocasión de una nueva cumbre de SAARC (Asociación Surasiática de Cooperación Regional), relación siempre teñida de permanentes incidentes y de los diversos alcances de políticas de identidad.
Los efectos en la relación con Pakistán
La muerte de Memon agitó también las aguas de Cachemira (región que condensa algunas de las mayores tensiones entre India y Pakistán) y allí, el principal partido de oposición, National Conference, elevó su voz para el retorno de los restos de Afzal Guru (recordemos que él nació en Cachemira), señalando que la Justicia no puede hacer diferentes interpretaciones considerando las distintas personas y comentando que un doble estándar en tal sentido daría cuenta de una discriminación contra la gente de Cachemira. El Vocero en Jefe del PDP (partido que forma ahí una coalición con el BJP), Mehboob Beig, señaló incluso que la devolución de los restos de Guru a su familia, sería visto como un buen gesto por parte del gobierno central hacia la gente de Cachemira (recordemos además que la familia de Guru se enteró de su ejecución dos días después de acontecida la misma, lo que también levantó grandes críticas).
Sumado a todo este panorama, cabe mencionar que también los Naxalitas, guerrilleros de izquierda, que actúan en el país desde la década del ’60, hicieron su protesta en contra de la ejecución de Memon, mediante una huelga de hambre.
Los distintos medios de comunicación, por su parte, se expresaron entre una condena a la pena aplicada o una justificación de la misma, aunque parecieron coincidir en la necesidad de prudencia frente al hecho. En ese marco, cabe recordar las palabras del periodista Raghavan Jagannathan, que señala que “el Parlamento debiera debatir la idea ahora en vez de cuando el próximo terrorista llegue a su ejecución. […] Un debate real, […] que debe ser hecho, en opinión del citado periodista, no por Yakub Memon sino como un tributo apropiado para Abdul Kalam.
En todo caso, ambas muertes parecen constituirse en metáforas del país, pero una cosa es segura: ellas reabren la posibilidad de cambiar el rumbo de la India, que se propone potencia, en este tema, porque dejan tras de sí la discusión del/os futuro/s.
Por Dra. Lía Rodriguez de la Vega
Analista Internacional – Académica
Comité de Asuntos Asiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales CARI
Ex. Directora de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y Africa ALADAA