Los pilares de la política exterior de Suiza en la voz de diplomático Hanspeter Mock. Compartimos entrevista al Embajador de Suiza en Buenos Aires, quien nos brindó sus comentarios sobre la contribución de su país en la promoción de la paz en el mundo, también del ejercicio del «soft-power», un «poder blando» para la construcción de la imagen-país. También con el abordaje de temas de agenda en la relación con el resto de Europa, la problemática del los refugiados y hasta del asunto de Cataluña. El Embajador Hanspeter Mock compartió información sobre la relación bilateral con Argentina, donde se está desarrollando una activa agenda de cooperación y fortalecimiento; siendo que en nuestro país reside la mayor comunidad suiza en Latinoamérica. Y cerrando esta entrevista definiciones sobre el oficio de la diplomacia.
Equilibrium Global: Normalmente se asocia a Suiza con una larga tradición pacifista. ¿Puede usted comentarnos acerca de esa tradición? ¿Cuál es la identificación actual del país al respecto?
Embajador Hanspeter Mock: Me llama la atención la palabra “pacifista”, porque creo que no describe en su totalidad la política de Suiza. Suiza es un país que se construyó por capas sucesivas: comenzó siendo una Confederación de Estados Soberanos, nuestros actuales cantones. Pero a pesar de seguir llamándose Confederación Suiza, ya no es una confederación sino un Estado Federal, como la Argentina.
Durante la Edad Media, los cantones que luego terminarían conformando Suiza, proveían soldados de mucha fama y reputación, y eran requeridos por las grandes potencias bajo la forma de mercenarios. Existe una última huella de aquella época: la Guardia Papal. Los Guardias Suizos que custodian al Papa –quien es argentino, y allí observamos uno de los múltiples puntos de unión entre nuestras naciones– son una reminiscencia de los regimientos de mercenarios que estaban al servicio de otras naciones, en este caso están al servicio del Vaticano.
Cabe recordar que, durante siglos, Suiza era un país pobre, de economía principalmente campesina. En muchos casos, el primogénito heredaba la finca familiar y los demás tenían que salir a buscar su suerte. Eso llevo a situaciones tales como miembros de una misma familia luchando en bandos enfrentados, o sea involucrados en conflictos que no les pertenecían. En ese contexto y tras una derrota militar en la famosa batalla de Marignan (1515), los cantones decidieron no involucrarse más en conflictos extrafronterizos, pero a la vez mantener una firme postura defensiva. Por eso me parece que, más que “pacifista”, Suiza es un país neutral, que promueve la paz pero está listo y dispuesto a defender su territorio y su independencia. Tenemos un ejército que siempre sostuvimos y mantenemos nuestras reservas militares. Todo ciudadano tiene obligación de servir en ellas, con el fin de defender al país de agresiones externas.
Por otro lado, en la Suiza del Siglo XIX, y luego puntualmente de la batalla de Solferino (1859), un ciudadano del cantón de Ginebra llamado Henry Dunant vio el horror de los soldados muertos y agonizantes en el campo de batalla y se conmovió profundamente. De su iniciativa surgió la Cruz Roja: originalmente una iniciativa privada de banqueros y filántropos ginebrinos que eligieron como símbolo la Cruz Suiza, pero con los colores invertidos, estableciéndose en Ginebra. La cooperación entre la Confederación Suiza y la Cruz Roja siempre fue muy fuerte, y eso fue la semilla de lo que luego evolucionó en lo que conocemos como Política Humanitaria Suiza.
Esta política apunta a evitar los conflictos, en la medida de lo posible, ofreciendo buenos oficios o mediación entre las partes enfrentadas o como más comúnmente sucede hoy día entre combatientes en guerras civiles; se ofrece también apoyo durante y post conflicto; y por supuesto aliviar el sufrimiento de las poblaciones civiles afectadas por los conflictos armados. Por ello se firmaron los cuatro Convenios de Ginebra, por ello el papel fundamental del Comité Internacional de la Cruz Roja, que si bien es una entidad independiente cuenta con el firme apoyo del estado suizo.
Equilibrium Global: Siguiendo con el tema, Embajador ¿Cuáles son entonces los principales ejes de la política exterior Suiza?
Embajador Hanspeter Mock: La política exterior Suiza está basada en cinco pilares, que figuran en el artículo 2 de nuestra Constitución federal: La Confederación protege la libertad y los derechos del pueblo así como la independencia del país, favorece la prosperidad común el desarrollo sostenible, la cohesión interna y la diversidad cultural del país. También garantiza la mayor igualdad de oportunidades posible y promueve la conservación durable de los recursos naturales y un orden internacional justo y pacífico. A partir de estos objetivos globales, desalineamos nuestra política exterior en forma de estrategias plurianuales más precisas. Pero me parece que la base es siempre que entendemos que no puede haber paz, prosperidad y desarrollo para Suiza en un mundo que vive a sangre y fuego. La paz en Europa y en el mundo será la paz para Suiza. Por ello ofrecemos cooperación comercial, económica, cultural y sobre todo cooperación técnica para el desarrollo, en pos de la paz, el desarrollo compartido y la ayuda a las naciones menos favorecidas. Esto tiene como beneficio colateral ayudar a combatir las migraciones masivas hacia Europa, que tanto sufrimiento provocan a quienes se ven en necesidad de migrar.
Equilibrium Global: ¿Cómo es la relación entre Suiza y la Unión Europea en nuestros días?
Embajador Hanspeter Mock: Aquí hay varios temas a tratar, algunos sumamente complejos. Voy a comenzar evocando dos características de nuestra política exterior que creo están a la raíz de todas estas cuestiones: una es la neutralidad suiza y la otra nuestro sistema de democracia directa.
Nuestra política de neutralidad durante muchos años ha sido interpretada en forma muy estricta: no interveníamos en los asuntos de los demás países y pretendíamos la misma actitud hacia nosotros. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial nos planteamos “¿Qué hacemos respecto a las Naciones Unidas?”, organización que había elegido Ginebra para instalar una de sus sedes siendo que nosotros no éramos miembros. Y no lo fuimos hasta el año 2002, en que solicitamos nuestra adhesión debido al resultado positivo del referéndum que convocamos al respecto. Eso me lleva al segundo aspecto que quería mencionar: El de la expresión ciudadana a través de la democracia directa, que es otra característica fundamental de Suiza. No nos adherimos a la ONU hasta que una mayoría de nuestros ciudadanos se hayan convencido de su real universalidad, y de que el mundo había superado la división Este-Oeste. Ya no era un tema de neutralidad estricta evitar participar en la Organización.
Respecto a la UE, Suiza adhirió siempre a la cooperación comercial y económica. Por eso somos miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (European Free Trade Agreement, EFTA). Pero elegimos mantener una cautelosa distancia de la Unión Europea porque el proyecto de Bruselas era más que comercial, una construcción política. La neutralidad nos llevó a adoptar un enfoque prudente al respecto. Pero la Unión Europea creció tanto que Suiza se encontró rodeada únicamente de sus Estados miembros, con la excepción del Principado de Liechtenstein. Suiza se encuentra no solamente en el corazón geográfico de Europa, pero también comparte una gran parte de los valores, tradiciones e idiomas europeos.
Por lo tanto, es necesario tener buenas relaciones con el bloque pese a no ser miembros. Es una relación compleja, pues hemos elegido tener acuerdos sectoriales con la Unión Europea, en una gama de temas cada vez más amplia, lo que nos permite tener un acceso al Mercado Común Europeo y participar en los diversos sistemas de la organización – quien también tiene mucho interés en esta colaboración, de la cual se beneficia. Esta es – a muy grandes rasgos – la política suiza en materia de integración europea, tema que es sin duda una de las principales prioridades de nuestra política exterior.
Puede uno preguntarse por qué Suiza no quiere ser miembro de la UE. A título personal, pienso que allí la razón principal está, una vez más, en nuestro sistema de democracia directa. En Suiza el ciudadano está acostumbrado desde el siglo XIX a tener lo que llamamos “la última palabra”: no hay ley que entre en vigor en Suiza sin haber sido sometida a la posibilidad de un referéndum, es decir, tampoco hay leyes que se aprueben si no hay una suficiente demanda o aceptación social. Esto quiere decir que la ciudadanía puede aprobar tácitamente o mediante un voto lo que sanciono el parlamento. Dentro de la UE este sistema no es posible al menos hoy en día. Hay decisiones que se toman en Bruselas, y si Suiza fuese miembro no podría decir ´esta decisión no nos gusta, o no la aprobó nuestra ciudadanía y no la pensamos aplicar´. A pesar que la construcción política de Suiza y de la UE ofrecen notables similitudes, pienso que existe una incompatibilidad curiosa entre el sistema político suizo y el del bloque comunitario.
Equilibrium Global: Sobre los temas más latentes que reinan en Europa, está Cataluña ¿Tiene Suiza una postura definida acerca de los conflictos que están sucediéndose dentro de algunos estados miembros?
Embajador Hanspeter Mock: ¿Cuál es nuestra postura ante determinadas tensiones secesionistas en la Unión Europea? Creo que lo primero es el respeto y la no intromisión en asuntos internos de otros países. En el caso catalán, me parece que la UE responde lo mismo: es un tema que debe resolverse en primer término fronteras adentro; puntualmente entre el gobierno y el pueblo español de acuerdo a las leyes de la propia España.
Por supuesto, cuentan con nuestra solidaridad para tratar de resolver pacíficamente esta difícil situación. Como ya lo mencionamos, Suiza dispone de experiencia e instrumentos en materia de buenos oficios o de mediación. Por ejemplo, aunque el contexto sea diferente, cabe mencionar que el pasado 25 de octubre se acaba de firmar un acuerdo mediante el cual la República islámica de Irán y el Reino de Arabia saudita confiaron a mi país el mandato de representarlos mutuamente después de la ruptura de sus relaciones diplomáticas en 2016. Hay varias formas de aportar buenos oficios: Puede ser proponiendo a las partes un lugar neutral para que lleven a cabo sus discusiones sin interferencias de nadie. O proponiendo el lugar y además el mediador, siendo aceptado por ambas partes. Pero la condición esencial es que ambas partes lo pidan y acepten. En el caso de Cataluña me parece que la situación es otra y que la situación se está tratando dentro del marco constitucional español.
Equilibrium Global: Siguiendo con los asuntos que hoy se debaten en Europa, la crisis migratoria y de refugiados es una de las principales preocupaciones de los líderes europeos. ¿Podría decirnos cuál es la posición de Suiza?
Embajador Hanspeter Mock: Anteriormente me réferi a que Suiza, sin ser miembro de la Unión Europea, participa en muchas de sus iniciativas y políticas europeas. Una de ellas es nuestra participación en el Espacio Schengen. Schengen es un espacio común de seguridad y libre circulación, cuyo principio es “fronteras externas bien protegidas y abolición de las fronteras interiores”. Por ello nosotros, al integrar el espacio, cooperamos con los países que son frontera externa de la UE, porque ellos están protegiendo nuestro territorio. El Espacio Schengen, a través de los Acuerdos de Dublin, también implica una cooperación en materia migratoria y sobre todo de asilo, pero este sistema me parece estár en crisis.
El sistema Dublín prevé que el extranjero que llega a pedir asilo en el territorio del Espacio Schengen lo tiene que hacer en el país cuyo suelo pisa en primer lugar. Ese es el país que tiene que hacerse cargo de la solicitud. Si observamos la geografía de Europa, vemos que es muy difícil llegar a Suiza sin antes haber pisado Italia, España, Francia, Bulgaria o Grecia, al menos de llegar por vía aérea directa. Con lo cual, y no solamente para el caso suizo, hay una desproporción en el esfuerzo que deben llevar a cabo los países que si son frontera externa del Espacio. Se nota trágicamente que no dan abasto.
La gran crisis del sistema, la cual nos incluye, es esa dificultad que tiene Europa para encontrar la forma más apta de repartir mejor las responsabilidades, para así poder darle a esas personas el debido proceso legal que determine precisamente si pueden quedarse o no. Estas son cuestiones que se están debatiendo.
Suiza se ha mostrado abierta a una distribución más equitativa de los casos, pero ustedes saben bien que hay, dentro del sistema, posiciones mucho más cerradas y es muy difícil lograr consensos a falta de voluntad de asumir su parte de la responsabilidad europea común. Nuestra opinión es que un problema tan grave y de magnitud global no puede ser resuelto aisladamente por cada país, sino que es un claro desafío para Europa, que debe resolverse a través de la cooperación.
Equilibrium Global: Trasladándonos a nuestra región, ¿cómo puede definirnos la relación de Suiza con América Latina y puntualmente con la Argentina?
Embajador Hanspeter Mock: Suiza tiene una relación de mucho cariño con la región. Aunque no al mismo grado con todos los países, tenemos una historia compartida por la inmigración de suizos al subcontinente, por cuestiones económicas, por el aporte vinculante del intercambio cultural y en varios países, la presencia de nuestra cooperación técnica.
El caso de la Argentina me parece ser emblemático. Permítanme darles algunos datos: actualmente, Suiza tiene en Argentina la mayor comunidad de suizos de toda Latinoamérica. Eso se debe a la gran corriente migratoria del siglo XIX, periodo en el que Suiza aún era un país pobre. La gente emigraba buscando su suerte, y uno de los países más generosos en cuanto a acogida de migrantes fue la Argentina, que precisamente tenía una política de atracción de migrantes especializados en las tareas rurales: los suizos eran excelentes campesinos. Se establecieron mayormente en Santa Fe, Entre Ríos y Misiones. Es impresionante ver la cantidad de apellidos suizos que subsisten hoy en día en la Argentina… hasta existe una fiesta nacional y provincial del folklore suizo, en San Jerónimo Norte, provincia de Santa Fe.
Creo personalmente en los vínculos humanos, la Argentina tuvo un presidente de origen suizo, como lo fue Carlos Pellegrini, por otra parte, Jorge Luis Borges eligió ser sepultado en su tan amada Ginebra. Alfonsina Storni nació en Suiza.
No en vano, en 1891 Suiza decidió abrir su primera embajada en Latinoamérica en Buenos Aires. Ya teníamos un consulado desde 1834, para ese año se elevó al rango de embajada, siendo la séptima embajada que tenía Suiza en el mundo por ese entonces. Eso da una idea de la antigüedad y de la intensidad del vínculo que nos une.
Como hacía referencia antes, las cuestiones económicas son relevantes. Un dato poco conocido es que Suiza es el sexto inversor externo en la Argentina. Hay muchas empresas suizas presentes, mucho intercambio comercial y económico. Así que el vínculo con la región es importante pero dentro de él la Argentina tiene un papel destacado.
Equilibrium Global: Hace pocos días se celebró una reunión bilateral del alto nivel entre delegaciones de ambos Estados, ¿qué nos puede decir al respecto?
Embajador Hanspeter Mock: Es un testimonio más de que ambos trabajamos muy bien juntos. La reunión a la que usted se refiere es la 11° Ronda de Consultas Políticas. Eso se hace a nivel de las cancillerías y estoy muy orgulloso de decirles que las hemos llevado a cabo puntualmente, como reloj suizo, a un ritmo anual a pesar de las diversas circunstancias. Esta reunión es muy importante porque permite hacer balances de los logros alcanzados y fijar nuevas metas.
Ya que se trae el tema a colación, quisiera comentar que estoy muy satisfecho por el resultado de las reuniones de los últimos años. Si bien la relación bilateral siempre ha sido muy buena, hubo un periodo al que podemos definir “como si hubiéramos caído en un sueño” de varios años. La última visita de un ministro suizo a la Argentina, al momento de mi asunción en el cargo en 2014, remontaba a 2005. Tampoco hubo en este tiempo visitas de presidentes o destacados funcionarios argentinos a Suiza. Pero esta tendencia se revirtió: entre las visitas de ministros suizos a la Argentina y las que se darán próximamente llegaremos a cinco en dos años. Apenas asumió el Presidente Macri hizo su primer viaje fuera de la región al Foro Económico de Davos, o sea en Suiza! Si bien el WEF es un foro multilateral, permitió importantes contactos bilaterales. En abril pasado, la Presidente de la Confederación suiza, Doris Leuthard, estuvo en visita oficial en el país, acompañada por una importante delegación empresarial de primer nivel. Asimismo, hemos recibido visitas ministeriales argentinas a Suiza. Todo esto vinculado con una rica y variada agenda de trabajo.
Por lo tanto, tenemos una relación muy estable, rica y antigua con una re-dinamización notable en los últimos años.
Equilibrium Global: Quisiéramos preguntarle acerca de elementos del soft power suizo: promoción turística, cultural y social del país. ¿Qué estrategias tiene Suiza al respecto y qué busca obtener a partir de estas acciones?
Embajador Hanspeter Mock: Debemos reconocer que Suiza goza de una muy buena imagen internacional. Tenemos estadísticas y estudios que lo demuestran, pero hay dos temas de los que siempre nos estamos ocupando. En primer lugar, aumentar el conocimiento acerca del país, porque tenemos una muy buena imagen, pero a veces está basada sobre estereotipos: es el país del orden, de los quesos, de las montañas, de los chocolates. Pero Suiza también es un país de innovación tecnológica y de diversidad cultural que queremos dar a conocer.
Otra de nuestras preocupaciones es que existen además prejuicios respecto al país. Son pocos, pero existen: el primer tema está relacionado con reproches de opacidad en temas financieros y con el secreto bancario Al respecto, cabe recordar que la política de fondo de Suiza evolucionó mucho en los últimos años, con lo cual ya no existe el secreto bancario. Estamos por ejemplo a punto de lanzar el Intercambio Automático de Información Fiscal con la Argentina. Además, mantenemos una muy buena la cooperación con las autoridades judiciales, cuando se trata de exhortos y solicitudes de información.
Sobre estas cuestiones, creo que nos costará una generación poder traducirlo en la percepción del público en general. Todavía tenemos la imagen de las películas de James Bond: un hombre con una maleta negra con dinero mal habido que va a Suiza. Eso ya no es así, pero la percepción está arraigada. Cambiar esto es parte de nuestra estrategia.
Tenemos en el Ministerio de Exteriores una entidad llamada “Presencia Suiza”, que está a cargo de acciones globales de promoción del país: participación en grandes ferias internacionales, elaboración de contenido para redes sociales y demás cuestiones. No pretendemos pintar todo de rosa, pero si dar una imagen más amplia y más correcta del país.
Equilibrium Global: Finalmente nos gustaría conocer su opinión desde su rol de Embajador: ¿qué puede decirnos acerca de los desafíos de la diplomacia actual? ¿Las formas de hacer diplomacia en nuestros tiempos han variado?
Embajador Hanspeter Mock: Esta es una opinión muy personal. Creo que la forma de ejercer el oficio diplomático ha cambiado mucho en los últimos años. Se han acelerado mucho los tiempos. Es difícil decir en qué medida, pero fíjense: nos llamamos Embajadores Extraordinarios y Plenipotenciarios, eso data de una época en la que cuando uno tenía que pedir una instrucción a su Estado debía esperar un mes para una respuesta. Había cuestiones que no podían esperar: por ello el carácter de Plenipotenciario atribuido a los Embajadores, debían tomar decisiones y responsabilizarse por ellas. Hoy en día nos podemos comunicar fluidamente con nuestras Cancillerías y saber positivamente hacia dónde vamos.
En ese sentido, quizás los Embajadores hayamos perdido independencia, pero aumentó la coherencia de la gestión gubernamental a través de la red de embajadas, eso me parece algo positivo. Dicho esto, el papel de los diplomáticos en el exterior sigue siendo fundamental. Hay quienes decían que los avances tecnológicos harían innecesario sostener representaciones en el exterior: Yo creo que esto no es así, el valor añadido de tener un representante, una embajada en un país extranjero es, a la hora de tener una necesidad urgente y de tener un interlocutor, darse la posibilidad de sostener conversaciones útiles para resolver problemas sigue siendo muy importante. El diplomático/ la diplomática es una persona clave, ya que conoce a los interlocutores de la otra parte y puede contribuir a facilitar cooperaciones y, en casos no deseados, evitar que determinadas cuestiones tomen gravedad.
Equilibrium Global: Usted cita el factor de la tecnología, ¿qué opinión tiene de la e-Diplomacia? ¿Qué rol tienen las redes sociales en este punto?
Embajador Hanspeter Mock: debemos vivir con nuestro tiempo. Creo que las entidades públicas en general, y quizá más aun las suizas porque somos un país muy cauteloso, demoramos un poco en sumarnos a la tendencia.
Aquí en Argentina la Embajada ha introducido recientemente una presencia en Facebook y Twitter. Creo que son instrumentos muy importantes, quizás más de comunicación que de gestión, por ejemplo para fortalecer el vínculo con la comunidad suiza, que es muy numerosa, y para poder mostrar aspectos poco conocidos de nuestro país, por ejemplo, el plurilingüismo, su cultura, nuestra democracia directa, y demás. Asimismo, en términos de difusión de mensajes y promoción turística del país me parece un instrumento muy útil.
Dicho esto, a nivel de cooperación bilateral creo que es más eficiente ir a hablar directamente con las autoridades y no tratar de sensibilizarlas mediante una publicación en redes sociales.
Equilibrium Global: ¿Embajador, quisiera Ud. hacer algún comentario o reflexión final?
Embajador Hanspeter Mock: cuando hablamos de Suiza hablamos de una entidad sui generis. Somos un país raro, tenemos cuatro idiomas oficiales, varias religiones, un sistema federal muy diferente al de Argentina, y creo que lo que más nos caracteriza es la democracia directa. Un suizo se siente suizo porque es parte de este sistema, que le permite al ciudadano tener la certeza de tener el veto a las decisiones parlamentarias vía referéndum, goza de derechos muy extensos y eso también explica, como ya comenté, esa cierta ambivalencia en nuestra relación con la Unión Europea. Esto es lo que me parece definirnos como país.
Por Martín Pizzi
Relaciones Internacionales – Universidad Católica de Salta