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Estamos encerrados en nuestra propia tierra. No hay tiendas, no hay medicinas, no hay medios. Es una cárcel sin muros.”

Así nos ofrecía su testimonio en primera persona uno de los dos representantes del gobierno de Annobón en el exilio que visitaron Buenos Aires para tomar contacto con autoridades parlamentarias argentinas, organizaciones no gubernamentales y otros referentes de los medios de comunicación.
En Equilibrium Global valoramos los encuentros que nos permiten acceder a testimonios directos y comprometidos. A veces, una charla de café, como la que compartimos con dos líderes annobonenses en su paso por Buenos Aires, revela más que mil informes. En ese espacio informal pero profundamente humano, conocimos una causa que merece ser escuchada. Tenemos interés en visibilizar un caso de violaciones sistemáticas a los derechos humanos y buscar legitimidad para alinear su realidad y su causa con la autodeterminación de los pueblos.

Orlando Cartagena Lagar y Reginaldo Piño Huesca son presidente del gobierno de Annobón en el exilio y ministro de Relaciones Exteriores, respectivamente. Ambos dirigentes forman parte del núcleo de representación internacional de la República de Annobón. El trabajo como activista y diplomático de Orlando Cartagena Lagar lo ha llevado a presentar informes ante la ONU, coordinar con la diáspora y sostener una lucha política de más de dos décadas. Por su parte, Reginaldo Piño Huesca, ministro de relaciones exteriores del gobierno annobonés, es un referente clave en la articulación del reclamo soberano con actores de América Latina y Europa.

Sus historias de vida, atravesadas por el exilio, el desarraigo y la militancia silenciosa, encarnan el drama de miles de annoboneses dispersos por el mundo. Son hoy las voces activas que denuncian los abusos del régimen de Malabo ante foros internacionales. En la práctica, son muy pocos los que pueden alzar la voz, los 3.000 habitantes de la isla no pueden usar Internet y están aislados completamente del mundo exterior.

Pasado colonial y subordinación geopolítica

A lo largo de la historia colonial de siglos pasados, vemos cientos pueblos han sido sistemáticamente silenciados por las grandes narrativas de poder; y gran parte de ellos, están en África y sus secuelas se padecen hoy en día.
Comunidades enteras no han abandonado su espíritu de libertad, pese a que sus luchas no figuran en los libros, sus voces no resuenan en los foros internacionales y su sufrimiento permanece oculto detrás del telón de la diplomacia global.
Tal es el caso de Annobón, una pequeña isla africana en el Golfo de Guinea, cuya existencia misma cuestiona los cimientos de la descolonización en África y la legitimidad del orden estatal heredado del siglo XX.

Annobón fue descubierta en 1470 por navegantes portugueses y permaneció bajo su control hasta 1778, cuando fue cedida a España en el marco del Tratado de San Ildefonso. Este dato, aparentemente menor, resulta central para entender el presente, Annobón es el único territorio dentro de Guinea Ecuatorial con pasado colonial portugués, lo que explica su lengua criolla, su cultura híbrida y su diferencia radical con la población continental fang.

Pero hay un dato tan curioso como desconocido. Durante el Virreinato del Río de la Plata, Annobón fue administrada desde Buenos Aires, marcando un vínculo histórico directo con América Latina. «Nuestra relación con Argentina no es nueva. Durante siglos dependimos de Buenos Aires. Hoy, quizás, podamos volver a mirarnos», expresó un líder annobonés en el exilio durante una reunión diplomática informal en la ciudad de La Plata.
En 1968, Guinea Ecuatorial obtuvo su independencia. La isla de Annobón fue incluida dentro de sus fronteras, no como resultado de un proceso consultivo o democrático, sino por simple continuidad colonial. «La ONU bendijo una descolonización mal hecha, construyó un país sobre pueblos que no se eligieron mutuamente», denunció uno de los representantes annoboneses en diálogo con Equilibrium Global.

Desde entonces, Annobón ha sido tratada como una periferia sospechosa, ajena a los intereses del régimen. La falta de inversión pública, el nulo acceso a becas o programas de desarrollo, y la exclusión del sistema político nacional son constantes. “En Malabo nos ven como extranjeros. No accedemos a la universidad, al ejército, ni al gobierno. Somos ciudadanos de segunda categoría dentro de un país que nunca elegimos”, relataron.

Autodeterminación como derecho y urgencia

En 2021, Annobón se declaró independiente de forma unilateral. Esta decisión no fue impulsiva ni simbólica: fue producto de años de violencia, de militarización, de desplazamientos forzados y de la sensación de que la única forma de existir era dejando de ser parte del Estado que los oprime.
La declaración de independencia se apoyó en tres ejes fundamentales: el derecho internacional a la autodeterminación de los pueblos; el principio de efectividad democrática, dado que el pueblo annobonés no fue consultado en 1968 sobre su integración; y la situación de colonialismo interno que viven desde hace más de 50 años.

La legitimidad del nuevo gobierno, actualmente en el exilio, se apoya en un Consejo de Ancianos que opera de forma clandestina en la isla. “El pueblo nos dio el derecho de representarlos. No porque haya una urna, sino porque somos los únicos que hablan su lengua, sufren su represión y defienden su historia”, afirmó el presidente annobonés.
La lucha por la soberanía annobonesa ha estado acompañada de una represión feroz. Desde los años 80, el régimen de Teodoro Obiang ha utilizado la isla como basurero nuclear y campo de explotación minera. Con explosivos, se han demolido casas para facilitar el acceso a minerales raros. Las protestas son respondidas con detenciones, torturas y desapariciones. Uno de los hechos más recientes y graves ocurrió en 2024, cuando 38 personas fueron arrestadas tras una manifestación pacífica y aún hoy se desconoce su paradero​.
Pero la represión no es solo física, es simbólica y estructural. La conexión a internet fue cortada. Las líneas telefónicas están caídas. Solo un barco, bajo control militar, llega a la isla cada dos meses. Nadie entra, nadie sale. “Estamos encerrados en nuestra propia tierra. No hay tiendas, no hay medicinas, no hay medios. Es una cárcel sin muros”, relataron.
Peor aún: la violencia sexual es utilizada como método de dominación. Las mujeres y niñas son víctimas sistemáticas de abusos por parte de las fuerzas militares, como estrategia para “romper la etnia annobonesa”, denunció el colectivo femenino local.

Hacer diplomacia desde el exilio

Frente al silencio mediático y la indiferencia estatal, los líderes annoboneses han optado por hacer política desde abajo. Han enviado cartas al Vaticano, a la CPLP (Comunidad de Países de Lengua Portuguesa), al Congreso español, a la Unión Africana y a organismos de derechos humanos. “Hemos golpeado todas las puertas. Algunas se abren, otras no. Pero vamos a seguir”, afirmaron.
La incorporación a la UNPO (Organización de Naciones y Pueblos No Representados) marcó un punto de inflexión. Desde entonces, han participado en conferencias en Naciones Unidas y han recibido el apoyo simbólico de sectores académicos, sindicales y políticos en América Latina.
Sin embargo, saben que el camino es largo. “Los países africanos siguen atados a sus ex colonizadores. No pueden apoyar nada que moleste a Europa”, lamentó uno de los voceros. Y agregó: “Por eso buscamos aliados nuevos. Argentina no tiene embajada en Guinea. Es libre. Es nuestra esperanza”.

La lucha annobonesa no es solo política: es existencial. Es la defensa de una lengua que se extingue, de una cultura marginada, de un modo de vida en riesgo. En la reunión, uno de los dirigentes contó: “Cuando era chico, tenía que memorizar libros bajo amenaza. Hoy, memorizo caras. Porque si alguien me persigue, tengo que saber quién es. Estamos educados en la resistencia”.
Annobón es, quizás, el caso más paradigmático de colonialismo persistente en el África del siglo XXI. Aislada, reprimida, despojada y olvidada, ha elegido el camino más difícil: la autodeterminación. Pero no lo hace sola. Lo hace desde la diáspora, desde las cartas, desde los medios, desde el dolor. Y lo hace con una claridad política asombrosa: “No buscamos caridad. Buscamos justicia. No queremos que nos ayuden. Queremos que nos escuchen”.
Hoy, los líderes de Annobón en el exilio saben que deben combinar diplomacia, política y acciones de campo, como el lobby con actores sociales, para sumar apoyos a su causa.

El desafío que plantea Annobón no es solo para Guinea Ecuatorial. Las complejidades son de orden jurídico: pese al respaldo de la Organización de Naciones y Pueblos No Representados (UNPO), su situación no tiene peso real en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. A medida que esta causa tome visibilidad, llegará a más círculos mediáticos y políticos en Europa, y también en América Latina. La incógnita es qué ocurrirá en África, donde una causa legítima choca con el poder e influencia del régimen de Guinea Ecuatorial en el tablero político continental.
La determinación activista de los líderes annoboneses y su capacidad de “hacer ruido” desde el suelo europeo permite proyectar que esta causa, silenciosa por décadas, irá ganando resonancia a medida que más organizaciones civiles conozcan el sufrimiento y abuso que padecen los habitantes de esta isla. Sin dudas, su reclamo llegará a escucharse con más fuerza en la ONU, en la Unión Europea y en nuestra región.
Mientras tanto, las nuevas generaciones están condenadas a vivir como a comienzos del siglo pasado. El sistema educativo para ellas no existe. Tan triste como curioso: nadie puede poner un pie en Annobón sin el permiso del régimen de Teodoro Obiang. Y todo aquel que intente testimoniar y visibilizar la inhumana realidad de la isla, simplemente no podrá ni acercarse. No hay posibilidad de que influencers, Greenpeace, cadenas televisivas ni delegaciones parlamentarias lleguen por vía aérea o marítima a este rincón olvidado de África. No veremos fotos. No veremos filmaciones. No conoceremos sus rostros.

«Un mundo más justo»: una consigna trillada y agotada que, mientras existan territorios oprimidos como Annobón, no dejará de repetirse.

Por Camila Fernanda Verón.
Periodista
Estudiante avanzado de Derecho, Universidad de Buenos Aires
Directora de Contenidos en Equilibrium Global
Becaria en programas de formación jurídica y comunicación política.
X @veroncamilaEG
Instagram @cami.veron 

Los dirigentes de Annobón en el exilio tienen su plataforma de comunicación.
En X @AnnobonGob
Orlando Cartagena Lagar, Primer ministro de la República de Annobón
Presidente del Partido Ambo Legadu, AL

En X @LagarOrlando

 
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