Comenzamos el 2018 con un inédito ambiente belicoso de nivel nuclear producto de las fricciones entre Estados Unidos y Corea del Norte, mientras que el mundo sigue sin poder dar respuesta a crisis que están en peligroso estancamiento, como Siria, Yemen o Ucrania. Surgen interrogantes sobre cómo se ajustarán las piezas en el poder mundial en un entorno donde Donald Trump busca consolidar su política “Primero América”, China sigue con determinación en su objetivo de expansión y la Federación Rusa está en choque permanente con Occidente. En este escenario de incertidumbre por el desarrollo del concepto del multilateralismo nos preguntamos por el rol de Argentina y para encontrar algunas respuestas convocamos a una voz calificada y referente de las Relaciones Internacionales, al Dr. Emilio Cárdenas, quien accede a un y fluido diálogo con Equilibrium Global.
Cárdenas es abogado y cuenta con una vasta experiencia en las Naciones Unidas. Además de ser Embajador en Dominica y Guyana, fue representante de la Argentina ante la ONU, representante Personal del Secretario General Kofi Annan en Irak, miembro del Comité de Inversiones de las Naciones Unidas, miembro del Comité Internacional Asesor del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y fue Presidente del Consejo de Seguridad en el mes de enero de 1995. Actualmente escribe notas de opinión en distintos medios argentinos, como: La Nación y La Prensa.
EQUILIBRIUM GLOBAL: Quisiéramos pedirle algunas reflexiones sobre el escenario mundial. Las asimetrías de poder se profundizan, las dinámicas de conflicto son diferentes y mutan constantemente, esto lo venimos viendo desde hace años. Desde Equilibrium Global estamos siempre atentos a la dinámica de los conflictos en clave geopolítica y la lógica del “poder por sobre el deber”, que parece que es lo que prevalece en la palestra internacional. ¿Qué reflexiones tiene usted acerca de este punto?
Dr. Emilio Cárdenas: lo primero que puedo apuntar es que estamos ante un momento de fricción, en donde la potencia indiscutida de las últimas décadas (los Estados Unidos) ha decidido cambiar su rol en el mundo por razones de política doméstica, concretamente por la elección de Donald Trump, como presidente. Esto significa mirar más hacia adentro que hacia afuera, y se sintetiza en esa frase tan compleja de describir adoptada por el presidente norteamericano que es “Primero América”.
El problema con “Primero América” es que, en general, ha sido hasta ahora interpretado en función de los hechos que la acompañaron: por ejemplo, el abandono de algunas conversaciones que empujaban en dirección a la libertad de comercio internacional. Pareciera reconocer lo que es, en mi opinión, el hecho diferencial del momento en el que estamos.
No solo los Estados Unidos, de alguna manera, se alejan del ejercicio de responsabilidad que creía que tenía, respecto a liderar el mundo; sino que estamos además en un forcejeo en donde, les guste o no a los Estados Unidos, hay por lo menos dos países importantes, como son China y Rusia, que manifiestan el cambio en sus políticas y aspiran a liderar.
EQUILIBRIUM GLOBAL: ¿Cuál es el planteo de China y Rusia o cómo podemos identificar ese cambio?
Dr. Emilio Cárdenas: China lo dice con total claridad: para el 2050 “nosotros estaremos en el centro de la escena internacional, solos”. Pero previamente lo vamos a compartir con los norteamericanos. Esto, en sí mismo, obliga a hacer una reevaluación de la relación de las grandes potencias entre sí, y sugiere un cambio profundo en la estructura y en la dinámica de las relaciones internacionales.
Rusia está diciendo lo mismo, a mi modo de ver con menores posibilidades de éxito. La dimensión económica rusa tiene bastante poco que ver con la dimensión china. Los rusos no son un país tan fuerte o tan poderoso como es China, pero tienen un interlocutor como Putin, un presidente que demuestra, por sobre todo frente a sus vecinos, una posición activa con presencia y liderazgo firmes y con fuerzas armadas poderosas. Acaba –como otros países- de estar entre los triunfadores en el conflicto sirio. Los rusos, como ustedes saben, tienen un puerto militar en la costa siria y cuentan con una base aérea militar, donde tienen desplegados aviones cazas y bombarderos y miles de soldados en el terreno. Hasta ahora les ha ido razonablemente bien, pese al reciente derribo de un avión caza y el posterior asesinato de su piloto, que había logrado eyectarse. Este infortunado piloto concentró todo el resentimiento de la población local – que recibía las bombas que él arrojaba- y terminó siendo asesinado –algunos aseguran que se suicidó primero, pero no cambia la ecuación-.
EQUILIBRIUM GLOBAL: Entonces, ¿cómo podemos interpretar esa dinámica de la configuración de poder global?
Dr. Emilio Cárdenas: Hay un forcejeo en el centro mismo del escenario internacional. Los Estados Unidos dicen “sigo estando, pero no me interesa tanto”, los rusos dicen “cada vez tengo más interés” y los chinos dicen “por dimensión propia yo tengo que estar allí, y aviso con anticipación que estaré allí solo, en el 2050”. Esto quiere decir que paulatinamente China irá reemplazando a todos en el centro de la escena. Dentro de la visión china del tiempo –que es muy distinta a la del resto del mundo- este es un proceso de regreso al lugar del que ellos creen nunca deberían haber salido. Por tamaño, dimensión, historia, etc.: el centro del mundo.
El resto de los países tiene que ver como se adaptan a esta pulseada, cómo juegan a partir de este momento, y cuáles son las consecuencias, en términos reales de poder, de esta abierta competencia geopolítica entre estos tres grandes países. Europa –que teóricamente está integrada- se mueve hoy con alguna dificultad: los británicos han pegado el portazo y están negociando su salida de la Unión Europea; Francia ha puesto sobre la mesa un líder muy particular -yo diría muy parecido a Macri en términos de personalidad política y visión de las cosas- que de alguna manera ha rehecho y rejuvenecido la vieja alianza entre Francia y Alemania. Ese es el gran cambio estructural.
EQUILIBRIUM GLOBAL: ¿Y Argentina? ¿Cómo queda parada en este escenario internacional?
Dr. Emilio Cárdenas: ¿Qué tiene que hacer un país como la Argentina? Tiene que encontrar una relación con los tres grandes actores de la manera más provechosa posible, sin contraer necesariamente matrimonio con ninguno de ellos, manteniendo las distancias y los equilibrios. Claro, que esto no es nada simple porque la política internacional requiere tomar posiciones.
El cambio político argentino, a mi modo de ver, ha provocado reacciones positivas en todos los grandes actores que estoy mencionando. Prueba de ello, es que los Estados Unidos está interesado en caminar junto con la Argentina, lo que se ha demostrado con el viaje del Secretario de Estado, Rex Tillerson, que acaba de concluir. Otra prueba es la cercanía con Vladimir Putin y Rusia. También que las protestas respecto a la sobrepresencia china en la Argentina que durante la campaña electoral de 2015 ensayó Macri, ha disminuido. Hoy Macri advierte –bien- que tiene que acercarse a China de manera “provechosa y recíproca”. No es posible pretender –sobre todo con nuestra dimensión – que ellos no nos interesan y que podemos darles la espalda, sin costos. No es así.
EQUILIBRIUM GLOBAL: Argentina tendrá que maniobrar entre las presiones de esas tres potencias generan sobre el sistema. Pero, ¿qué perspectivas podemos tomar desde escenario regional? También, un espacio de cambios.
Dr. Emilio Cárdenas: El escenario regional es complejo, pero la Argentina debería poder aprovechar el momento para recuperar su capacidad de liderar o influenciar ante la desaparición (momentánea) de un Brasil confundido, que está inundado de acusaciones de corrupción, y donde pese a todo ello, Lula –que ya tiene sobre sus hombros dos condenas por corrupción y lavado de dinero– sigue siendo el candidato a presidente más apoyado –hay mediciones que le asignan el 37%-. Dicho en términos más sencillos, uno de cada tres brasileños está diciendo que no le interesa nada la corrupción, y que consideran que lo que sufre Lula es una persecución política. “Este sigue siendo mi candidato, si es corrupto, pero redistribuye, yo lo voto”, parecería ser la síntesis de esta postura. Esta es la “filosofía” política que tiene que cambiar en la región, si es que quiere pararse frente al mundo y hacer conocer su punto de vista con capacidad de influenciar. Porque la actual “filosofía” nos hace daño a todos.
La Argentina tiene una ventana inesperada. La de poder influenciar por la momentánea deserción de Brasil antes aludida. Hablamos de un país que se cree a sí mismo el líder natural regional, por propio derecho.
Entonces, en el escenario grande vemos como los Estados Unidos cambia de posición y, en el escenario regional, como Brasil, en una crisis compleja cuyo final es muy difícil de predecir está debilitado. Yo creo que, con el difícil contexto que atraviesa, Lula no terminará siendo finalmente presidente de Brasil, pero a la vez no me animo a decir que Jair Bolsonaro será la opción, pues es un nacionalista duro, y en definitiva no quiero arriesgar un pronóstico en este momento, ya que lo cierto es que están todas las opciones abiertas. Geraldo Alckmin será probablemente electo gobernador del Estado de San Pablo, es una de las figuras más interesantes de una carrera presidencial en la que aún está corriendo en el “pelotón del fondo” sin desertar.
Esos son, a mi modo, de ver los cambios estructurales que más influencian a la Argentina en estos días. Creo que, además, hay un tercer cambio estructural que es el producido por la propia Argentina. Argentina ha decidido –suelo utilizar esta expresión- “salir del aislamiento”. Esto supone estar dispuesto a conversar, a debatir, a enfrentar problemas, a no abandonar el deseo de influenciar, creo que esto es sumamente positivo. Hemos vuelto a confiar en nosotros mismos.
En los 12 años de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández tomamos la decisión de “mirarnos el ombligo”. Y eso, en términos de política internacional, es una política enfermiza, un reconocimiento de incapacidad o ambas cosas a la vez. Pero estamos saliendo de esa postura. Estoy observando con muchísimo interés los pasos que hay que dar.
Personalmente, me gustaría ver cerca del Presidente Macri a gente con dimensión propia. Tengo la sensación de que Mauricio Macri elige buenos colaboradores, pero sólo aquellos que “toquen su misma y única partitura”, sin pretensión de expresarle que esa “partitura se puede cantar o tocar de otra manera”, quizás mejor.
En otras palabras, sería positivo que se rodee de personas con posición y opinión propia, que de pronto le digan: “Mire, Sr. Presidente, aquí tenemos una oportunidad que quizás no estamos viendo, hagamos esto” o tal vez “muéstrese mas en el exterior, anímese a liderar un poquito más”. Ya mismo.
Creo que ello sería muy importante, porque este es un momento diferente para la Argentina, un momento en donde tenemos algún espacio para pesar en la comunidad internacional. No precisamente por el poderío militar, sino por nuestras opiniones, nuestra cultura, nuestra experiencia y además por el hecho de que el país con el que “competíamos liderazgo”, Brasil, se postula para un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Nosotros apelábamos a la “técnica de la bolilla negra” para que eso no ocurriera, a mi modo de ver con razón. Y no hay razones para modificar esa posición.
Es muy desequilibrante que un socio como Brasil tenga un asiento permanente en el organismo internacional más importante que existe hoy en día. Sobre todo para un país como el nuestro, que durante muchos años se animó a competirle mano a mano y hasta se animó a decir, abiertamente, que pesaba más en el mundo que Brasil. Cosa que hoy es muy difícil de sostener. Salvo en momentos como éste, donde hay –en el país vecino- un vacío de liderazgo y una crisis de corrupción, que nos levanta y proyecta a nosotros y nos muestra un poco más como opción valedera.
EQUILIBRIUM GLOBAL: ¿Cree que la reunión de la OMC que se realizó aquí y la Presidencia Argentina en el G20 para este año pueden ser un trampolín para ese salto hacia lo que Ud. define como mayor presencia de la Argentina en el escenario internacional?
Dr. Emilio Cárdenas: Puede ser, pero deseo hacer algunas prevenciones. Cuando Rafael Bielsa fue electo canciller, yo tuve un intercambio de notas en el diario La Nación, muy duro. Porque él, como muchos, se atribuyó a sí mismo el hecho de que Argentina podía volver al Consejo de Seguridad. Bielsa aseguraba que eso es confianza en la Argentina, confianza en sus políticas y confianza en sus actores. Yo le respondí que eso no es así. La presidencia del Consejo de Seguridad rota automáticamente por orden alfabético, de acuerdo a criterios geográficos, no meritocráticos o políticos. No hay reconocimiento de nada, eso ocurrirá siempre independientemente de quien esté en el poder. Eso lo enojó muchísimo. Era un novato.
Soy de los que creen que reuniones como las de la OMC o el G20 no deben interpretarse como endosos a la política del gobierno anfitrión. Son un reconocimiento de que el gobierno anfitrión es capaz de organizar esas reuniones, que no es lo mismo que ese gobierno sea capaz de influenciarlas decisivamente. Si la Argentina termina, o no, siendo capaz de influenciar esas reuniones se apreciará luego de su finalización.
En la reunión de la OMC la Argentina no pudo influenciar nada, porque se preveía que la reunión iba a ser un desastre y así lo fue. El estado de la OMC y el Comercio Internacional es de enorme fragilidad y hay que reconocerlo.
Pero esto no fue un fracaso de la Argentina. Si previamente hubiéramos hecho un análisis de las posibilidades de éxito de esa reunión, hubiésemos dicho exactamente lo mismo que estamos diciendo ahora: no se ilusionen, no nos harán una estatua, las posibilidades son escasas. No hay que vestirse con ropas que no nos pertenecen, no hay tampoco que interpretar las cosas de manera de creer que todos están “enamorados” de nosotros.
Una realidad es que hay muy pocos líderes transformadores. Uno de ellos es Emmanuel Macron. Tiene una personalidad que produjo un shock en Francia, no rehúye el diálogo, ni el debate. Siempre está trabajando. Y a diferencia de Macri, cuando está, está activo.
¿El mundo está enamorado de nosotros? Yo diría que no, todavía no hemos disipado la desconfianza que nuestra propia conducta ha generado reiteradamente en el mundo.
¿El mundo advierte que tenemos un cambio positivo? Es cierto. La imagen de Macri en el exterior es muy buena, bastante mejor que la imagen de Macri dentro del país. Macri no maximiza los resultados de esa diferencia entre su impacto exterior y su impacto doméstico.
Tengo la sensación de que, dentro del gobierno de Macri, hay una característica: reitero, creo que Macri no quiere gente de mucho brillo alrededor. Y cuando la tiene, prefiere tomar la decisión de pedirles que no hablen para evitar problemas y no arriesgarse a que tengan opinión y generen oportunidades propias. Es una forma de “managment”, hay muchos empresarios privados que la emplean. La del “roi soleil”.
Hoy la Argentina tiene que decidir que éste es un momento oportuno para actuar; que tiene que probablemente volver a mirar a la estructura del gabinete presidencial y darle un poco más de “vitamina” y hacer espacio a los hombres que él mismo elige. Para ello necesita contar con hombres que sean capaces de decirle: “mire, hay algo que Ud. no está viendo, Ud. está interpretando esto de esta manera y puede suceder esto, esto y esto otro”.
Yo soy de los que cree que la Argentina no tiene opción. O es apoyar a Macri o es arriesgarse a un retroceso profundo. Y volver a generar en el mundo las rispideces y desconfianzas que hemos conocido, siempre atribuibles a nuestra propia conducta.
Lo mejor que podemos hacer –por esa razón- es alinearnos en la defensa de un Presidente que tiene que cumplir su mandato, y que en este momento debiera estar estratégicamente enderezado a conseguir un segundo mandato. Lo que no está demasiado claro: Macri ha dicho que es presidente de un mandato y no ha aclarado si mantiene –o no- esa posición. Ha enviado señales o sugerencias, pero no está perfectamente claro si se presentará como candidato en las próximas elecciones presidenciales, de acá a casi dos años. Creo que sí será candidato, y que quien no lo considere así se equivoca, salvo que desde la Argentina Mauricio Macri cometa algún error muy grosero. Lo que es improbable.
Por Martín Alejandro Pizzi
Relaciones Internacionales UCASAL