Comparte este contenido

Resumen

En un mundo crecientemente interconectado, la diplomacia digital se ha consolidado como una herramienta clave para proyectar poder e influencia en la arena internacional. Este artículo examina el papel estratégico de la cultura en la configuración de narrativas geopolíticas a través de medios digitales. A partir del análisis del poder blando, la diplomacia pública y las plataformas digitales, se argumenta que los Estados no solo compiten por territorios o recursos, sino también por la legitimidad, la atención global y la construcción de percepciones. La diplomacia digital se convierte así en un vehículo para ejercer poder simbólico, influir en la opinión pública internacional y reposicionar la identidad nacional. A través de estudios de caso y enfoques teóricos, se revela cómo los actores internacionales utilizan recursos culturales para ganar influencia en un ecosistema geopolítico en constante transformación. El artículo concluye que la integración de lo cultural y lo digital no es una tendencia accesoria, sino un eje central de la política exterior contemporánea.

Palabras clave: Diplomacia digital, diplomacia pública, poder blando, cultura, geopolítica, relaciones diplomáticas, redes sociales, cooperación cultural.

Introducción

En el siglo XXI, la geopolítica ha evolucionado significativamente, integrando nuevas dimensiones que van más allá del poder militar y económico. Entre estas dimensiones, la cultura y la diplomacia digital han emergido como herramientas cruciales para la influencia global.
La diplomacia cultural puede considerarse como una forma de diplomacia pública y poder blando a través del intercambio de ideas, información, arte, lenguaje y otros aspectos culturales entre países y sus ciudadanos para promover el entendimiento mutuo. Su objetivo es que las personas de otros países comprendan los ideales e instituciones de una nación, con el fin de generar un amplio apoyo para sus metas económicas y políticas. En esencia, la diplomacia cultural muestra el alma de una nación, lo que a su vez crea influencia. Asimismo, aunque a menudo se pasa por alto, la diplomacia cultural puede desempeñar un papel importante en los esfuerzos de seguridad nacional.

Asimismo, podríamos afirmar que la diplomacia cultural es un el elemento clave en la diplomacia digital, ya que las actividades culturales pueden mostrar lo mejor de una nación mediante el uso de las redes sociales, influyendo en una audiencia extranjera, una especie de “soft power” y permitirse orientar esa influencia, que se acumula a largo plazo, como en beneficio para ganar apoyo en el ajedrez geopolítico actual, aprovechando los elementos culturales para inducir a las comunidades extranjeras a:

  • Tener una visión positiva de la gente, la cultura y las políticas del país.
  • Inducir una mayor cooperación entre las dos naciones.
  • Ayudar a cambiar las políticas o el entorno político de la nación.
  • Prevenir, gestionar y mitigar conflictos con la nación objetivo. 

Este artículo propone una reflexión crítica sobre el papel de la diplomacia digital como instrumento de influencia geopolítica, destacando cómo los Estados emplean recursos culturales para articular narrativas que proyecten poder blando y generen afinidades emocionales con públicos internacionales. En este marco, se analiza la diplomacia digital como una forma de mediación entre cultura y poder, en la que los símbolos, las imágenes y las identidades nacionales son reconfiguradas para su circulación global en espacios digitales.

 

1. La cultura como recurso estratégico y su impacto en la geopolítica del siglo XXI.

En el ámbito de las relaciones internacionales, el poder se entiende como la capacidad de influir en el comportamiento de otros actores, ya sean estados o naciones.

“La historia nos ha demostrado una variedad de circunstancias, no obstante, existen ejemplos que siguen una lógica diferente, como el caso de los países derrotados y/o devastados en la Segunda Guerra Mundial, que en tres décadas resurgieron como potencias económicas y tecnológicas mundiales, pero no como potencias militares, ya que el Consejo de Seguridad les había prohibido rearmarse. Estos países optaron por el camino de la innovación tecnológica, la creatividad científica, el desarrollo educativo y la expansión de la investigación avanzada, es decir, eligieron un modelo cultural, educativo y científico para alcanzar altos niveles de desarrollo económico y social”. (Montiel, 2010).
Ahora bien, nos referimos a la diplomacia cultural como una forma de poder blando, tomando el concepto acuñado por Joseph Nye, que se refiere a la capacidad de influir en otros a través de la atracción y la persuasión, en lugar de la coerción o el uso de la fuerza. La cultura, en este sentido, se convierte en un medio para ganar corazones y mentes, promoviendo valores, tradiciones y modos de vida que pueden resonar con audiencias extranjeras.

De este modo, la cultura se ha convertido en una herramienta, e inclusive podríamos señalar que se ha convertido en una especie de “arma” de la política exterior de los Estados. La diplomacia, que en su concepto clásico se limita al órgano del Ministerio de Asuntos Exteriores y a las misiones diplomáticas, observamos como se enfrenta hoy a grandes desafíos, debido al rápido desarrollo las tecnología de la información, los medios de comunicación y de transporte, a la extensión continua de la cooperación internacional, a la apertura de las sociedades entre sí en el marco de la globalización, a la interdependencia de las culturas, la interdependencia de los asuntos internos y externos, así como a la inclusión de numerosos temas técnicos y complejos en la agenda de la política exterior.
Lo descrito en el párrafo anterior resume los principales retos a los que se enfrenta hoy en día la diplomacia, múltiples y variados, que afectan no solo a los actores e inciden en las funciones de la diplomacia sino a la evolución de las funciones de cada uno de ellos. En ese sentido, en la agenda de la diplomacia moderna figuran temas muy diversos. En cuanto a la cultura, se le ha encomendado una doble misión, tanto de cooperación como de influencia. Dado este panorama, es la diplomacia cultural la que emerge, y es el nuevo diplomático el que interviene en la escena internacional.

En el siglo XXI, la diplomacia cultural ha adquirido una nueva dimensión debido a la globalización y el avance de las tecnologías de la información. Las redes sociales y las plataformas digitales han ampliado el alcance de las iniciativas culturales, permitiendo a los países llegar a audiencias más amplias y diversas. Esto también ha transformado la manera en que se construye la imagen de los países en el escenario internacional.
Debido a que una de las dimensiones y alcance de la diplomacia digital es la diplomacia cultural, se le atribuyen características peculiares, por ejemplo, esta no es secreta sino abierta, ya que amplía el alcance de la diplomacia, aprovecha las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que no concierne exclusivamente a los Estados sino también a grandes instituciones como la Unión Europea o la OTAN.

“La cultura, se ha afirmado como un campo de encuentro, un agente de cooperación e intercambio, un factor de pacificación, un objeto de diálogo que se mantiene y establece entre diferentes naciones y poblaciones. Es más, la cultura, desempeña un determinado papel en la promoción y el desarrollo de los contactos bilaterales y multilaterales. La innovación teórica y práctica del concepto, ha puesto de manifiesto la influencia de la cultura en la política entre Estados y su papel a la hora de influir en la vida diplomática contemporánea. Es así como, la instrumentalización cultural dentro de la política exterior ha ocupado su lugar en la resolución clásica de los asuntos internacionales, los cuales a menudo se resolvían por medios militares”. M’Farej, M. (2023).
De acuerdo con lo anterior, si visualizamos una línea del tiempo, podemos describir hechos importantes en la evolución de la cultura como puente en las relaciones exteriores, visibilizando las raíces de la diplomacia cultural que se remontan a la antigüedad, cuando los Estados griegos y romanos utilizaban la difusión de la cultura para reforzar su influencia sobre las poblaciones vecinas. Sin embargo, su surgimiento contemporáneo tuvo lugar en Europa como consecuencia del deseo de consolidar y preservar zonas de influencia de los imperios. Por ello, la diplomacia cultural se desarrolló paralelamente a los enfrentamientos políticos y militares entre las grandes naciones. Podemos ubicarlo de manera más clara a finales del siglo XIX, por ejemplo, con la creación de la Alianza Francesa en 1883, cuyo objetivo sigue siendo promover la lengua y la cultura francesa en el extranjero. En las décadas siguientes, otros países crearon instituciones similares, como el Instituto Goethe en Alemania y el British Council en el Reino Unido, casos que detallaremos más adelante.

Parecieran casos demasiado sencillos en su relevancia, pero nos permiten entender que las estrategias de diplomacia cultural pueden incluir una amplia gama de actividades, desde intercambios educativos y programas de becas hasta exposiciones de arte, festivales de cine, y la promoción de la lengua y la literatura. Estas iniciativas no solo muestran lo mejor de una nación, sino que también facilitan el diálogo intercultural y el entendimiento mutuo.
Otro ejemplo, es el Instituto Cervantes de España una institución que también ha jugado un papel crucial en la promoción de la cultura española a nivel global. A través de sus programas, las instituciones de este tipo no solo enseñan idiomas, sino que también organizan eventos culturales que atraen a miles de personas en todo el mundo y con las cuales generan un “vinculo” y acercamiento que podría definirse como genuino.

Por otro lado, si aplicamos una lógica dirigista podemos ejemplificarla con China e Italia. China controla todas las importaciones y exportaciones culturales, rozando en el totalitarismo, mientras que en Italia las relaciones culturales internacionales están en centralizadas por la Farnesina (Ministerio de Asuntos Exteriores), a pesar de los intentos del Ministerio de Cultura por asegurarlas. Sin embargo, cabe destacar que, debido a la falta de influencia cultural considerable, muchas acciones tienen lugar a través de su brazo secular, la Asociación Dante Alighieri.
Además, también podemos mencionar a Alemania, el Reino Unido y España que poseen una lógica mixta. Alemania ha tenido durante mucho tiempo una tendencia hiper dirigista, sobre todo en el sector de la exportación, recordemos que, en 1949, el Estado recurrió a un organismo de la sociedad civil que hoy día, todos conocemos: el Instituto Goethe, al que se le encomendó la misión de intercambio cultural y promoción de la lengua alemana. Lo interesante de este caso, es que se trata de un organismo independiente, pero que está financiado principalmente por el Estado alemán.

Algunos aspectos claves de la cultura como recurso estratégico en la geopolítica son los siguientes:

  • La Promoción de la Identidad Nacional

La promoción de la identidad nacional a través de la cultura puede fortalecer la posición de un país en la arena global. Países como China han utilizado la diplomacia cultural para proyectar una imagen de modernidad y progreso, mientras que al mismo tiempo promueven su rica herencia cultural. El Instituto Confucio, por ejemplo, ha establecido centros en todo el mundo para enseñar chino y promover la cultura china.

  • El Fomento del Turismo y las Relaciones Comerciales

La diplomacia cultural también puede tener un impacto significativo en el turismo y las relaciones comerciales. Al promover su cultura, los países pueden atraer turistas y generar ingresos. Además, una imagen positiva y una buena reputación cultural pueden facilitar las relaciones comerciales y atraer inversiones extranjeras.

  • La Seguridad Nacional y Estabilidad

En términos de seguridad nacional, la diplomacia cultural puede contribuir a la estabilidad y la paz. Al fomentar el entendimiento mutuo y el respeto entre diferentes culturas, se pueden reducir las tensiones y los conflictos. La cultura puede servir como un puente que une a las personas y las naciones, promoviendo la cooperación y la coexistencia pacífica.

 

 

2. El rol de los países en la proyección de su identidad cultural en las relaciones internacionales.

Desde la década de los 70, la cultura fue incorporada como uno de los factores principales en las relaciones exteriores de los Estados, revalorizándose por el impacto que genera en el desarrollo no solo por su valor económico, sino también por el rol como puente de comunicación entre las naciones. La cultura facilita el conocimiento mutuo y la cooperación entre los pueblos, crea relaciones que permiten el acercamiento entre los diversos sectores políticos, económicos y sociales (Fierro Garza, 2009).
La cultura, entendida como el conjunto de símbolos, valores, narrativas y prácticas compartidas, se convierte en un instrumento clave de la diplomacia digital. Los Estados promueven su cine, música, literatura, gastronomía, idioma y patrimonio como formas de conectar emocionalmente con audiencias globales. Pero esta proyección cultural no es neutral: está cuidadosamente diseñada para reforzar una imagen positiva, atraer inversiones, ganar aliados o contrarrestar estereotipos.
El poder simbólico incluye a las manifestaciones culturales, que conforman una práctica colectiva cada vez más influyente en las relaciones internacionales y cuya adecuada gestión puede evitar serios conflictos y constituir un recurso estratégico para la gobernanza global, la cooperación y el desarrollo (Montiel, 2010).

Ahora bien, los países pueden emplear diversas estrategias para proyectar su identidad cultural en el ámbito internacional, como lo son:
 Las Instituciones Culturales: como lo hemos mencionado las organizaciones como el Instituto Cervantes de España, la Alianza Francesa y el British Council juegan un papel crucial en la promoción de sus respectivas culturas a nivel global, a través de la organización de eventos culturales, la enseñanza del idioma y los intercambios educativos.
 Los Festivales y Exposiciones: tanto los festivales de cine como las exposiciones de arte y eventos culturales internacionales son plataformas efectivas para mostrar la riqueza cultural de un país, dado que estos eventos atraen a audiencias globales y generan interés y aprecio por la cultura del país anfitrión.
 Los Programas de Intercambio: los cuales permiten a los estudiantes y profesionales experimentar de primera mano la cultura de otro país. Estos intercambios fomentan el entendimiento mutuo e inclusive dan lugar a generaciones de “embajadores culturales” que promueven la imagen del país en el extranjero.

El aporte de la cultura y los aspectos asociados a ella generan un gran impacto en las relaciones entre los Estados. Esto se debe al contexto de globalización y de cambios generados en el sistema internacional desde los años 70, en el que se incorporan nuevos actores y temáticas a las agendas nacionales e internacionales. Aquí se incluyen, tras el gran legado del hard power (poder duro), cuestiones de soft power (poder blando). De manera que resurge la cooperación y la interdependencia entre Estados, ya no priman cuestiones militares, sino que se tiene presente el ámbito económico, medioambiental y cultural, entre otros. Fruto de esta nueva etapa, las cancillerías comienzan a direccionar sus políticas exteriores, ya sea de manera bilateral o multilateral, y crean vínculos en dimensiones en las que antes no se materializaban. (Wilson, 2019).

3. La cultura como instrumento de poder blando, influencia geopolítica y alianzas estratégicas.

El profesor de la Harvard’s Kennedy School of Government, Joseph Nye; cristaliza la cultura como instrumento para influir en la geopolítica con el concepto de «poder blando» (soft power) reflejando la potencialidad de la proyección cultural en la influencia en la opinión pública de otros países como forma de condicionar así; desde adentro, la acción de los gobiernos extranjeros.

La diversificación de las herramientas de influencia exterior blanda ha hecho que a la alta cultura la acompañen hoy la cultura popular, la educación, la ciencia o la comunicación exterior (medios transnacionales, redes sociales y otras formas de presencia en los entornos digitales) en una tarea identificable más adecuadamente con el término de «diplomacia pública» para incorporar la diversificación de ámbitos y actores, y la transformación horizontal de los modelos de una influencia exterior más dialógica; colaborativa e inclusiva.
Llama la atención que la cultura tiene una relevancia geopolítica importante en la construcción de alianzas internacionales, y es que las comunidades culturales a menudo sirven como un puente entre países, promoviendo relaciones más fuertes, por lo cual, los acuerdos de cooperación cultural pueden ayudar a superar barreras políticas o económicas, creando vínculos más estrechos entre naciones.

Un ejemplo sería la Unión Europea, que utiliza su patrimonio cultural común para fortalecer la unidad interna y proyectar una imagen de cohesión hacia el exterior. Los intercambios culturales y académicos son una parte esencial de las relaciones diplomáticas dentro de la UE, y también permiten a los países europeos mantener una posición estratégica en el contexto de las relaciones internacionales con otras potencias.
La Unesco, en su Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, del año 2001, afirma que “la cultura tiene que ser considerada como el conjunto de características espirituales, materiales, intelectuales y emocionales propias de una sociedad o grupo social”, y que “abarca, además del arte y la literatura, los estilos de vida, las formas de convivencia, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.

En el pasado, los Estados nacionales habían utilizado por tradición la cultura como un instrumento para secundar objetivos generalmente políticos y económicos; sin embargo, en la actualidad los tres pilares de la política exterior de un Estado, es decir, la política, la economía y la cultura, se consideran componentes interdependientes de su sistema de política exterior. Por otro lado, las relaciones entre los conceptos de cultura y comunicación se configuran en el ámbito de las ciencias de la información y de la comunicación, en torno a discursos que abordan objetos como: los medios de comunicación, las prácticas y las políticas culturales, las obras artísticas, las políticas de comunicación, etc.
En un mundo digitalizado, el uso de la tecnología y las redes sociales ha revolucionado la forma en que se ejerce el poder blando. Estados como China e India han comenzado a utilizar plataformas digitales para promover su cultura y valores a nivel internacional. Las redes sociales han proporcionado a estos países una manera de mostrar su potencial cultural, atrayendo a jóvenes de todo el mundo. La Jerarquía de Necesidades de Maslow también puede aplicarse aquí; al satisfacer necesidades de reconocimiento y pertenencia, las naciones pueden fortalecer su poder blando en el exterior.

Además, el fortalecimiento de alianzas estratégicas a través de plataformas digitales permite extender la influencia cultural. A medida que el contenido generado por los usuarios se comparte, se multiplican las oportunidades para que los países muestren su diferencia cultural, promoviendo la diversidad y la inclusión. El uso efectivo de campañas de marketing digital también ha permitido a varias naciones atraer turismo e inversión extranjera, creando una identidad global que resuena con numerosos grupos demográficos.
Las alianzas estratégicas culturales juegan un papel crucial en las relaciones internacionales, permitiendo a los países proyectar su identidad cultural y fortalecer sus vínculos con otras naciones. Por ejemplo: El Instituto Cervantes de España y la Alianza Francesa son dos de las instituciones culturales más influyentes a nivel mundial; el Instituto Confucio se ha convertido en una herramienta clave de la diplomacia cultural de China; el Goethe-Institut (Alemania) y la Japan Foundation. Como observamos estas alianzas estratégicas culturales no solo promueven el entendimiento mutuo y el respeto entre diferentes culturas, sino que también tienen un impacto significativo en la geopolítica del siglo XXI. Al fomentar el intercambio cultural y educativo, estas instituciones contribuyen a la creación de una base de confianza y cooperación que puede ser crucial en momentos de crisis o conflicto.

4. La Diplomacia Digital y su impacto en la diplomacia cultural

La integración de lo digital y lo cultural en la política exterior no debe considerarse una moda pasajera, sino una necesidad estratégica. En un mundo donde la atención es un recurso escaso y las emociones guían el comportamiento político, los Estados deben desarrollar competencias narrativas y sensibilidad cultural para conectar con sus públicos.
La tecnología ha permitido un flujo constante de información, convirtiéndose en un puente entre las diferencias culturales y promoviendo el entendimiento mutuo de manera más eficaz que nunca.
Hoy en día, los procesos de globalización contribuyen a que se produzcan encuentros, importaciones e intercambios culturales. Antes, los comunicados eran limitados principalmente a reuniones cara a cara y documentos diplomáticos que se enviaban de un país a otro. Sin embargo, con el auge de internet y las redes sociales, la diplomacia cultural ha encontrado nuevos espacios de interacción. Ahora, los líderes globales, académicos y artistas pueden conectarse directamente con una audiencia internacional sin las barreras de tiempo y espacio que antes existían.
Por ejemplo, plataformas como Twitter, Facebook y Instagram han permitido a los diplomáticos culturales compartir sus iniciativas y eventos en tiempo real. Esto no solo genera un mayor interés por parte de las comunidades locales, sino que también fomenta un sentido de pertenencia nacional y cultural al permitirles a las personas participar en diálogos y discusiones globales. Los gobiernos están aprovechando estas herramientas para presentar su cultura de manera más atractiva y directa, lo que facilita el intercambio de valores, ideas y tradición, fortaleciendo los lazos diplomáticos.

Pero ¿Cuál es el papel de las redes sociales en la promoción cultural?

En la actualidad, las redes sociales desempeñan un papel fundamental en la promoción cultural global. A través de plataformas como Instagram o TikTok, los usuarios pueden compartir fragmentos de su cultura, tradición y arte con el mundo entero. La capacidad de compartir rápidamente videos, fotos y otros contenidos interactivos ha cambiado la forma en que los países promueven su cultura en el ámbito internacional.

Las plataformas digitales han abierto las puertas a una amplia gama de programas y proyectos que facilitan la diplomacia cultural. Webinars, conferencias virtuales, intercambios artísticos online y exposiciones digitales son solo algunos ejemplos de cómo la tecnología ha transformado las interacciones culturales. Estos eventos no solo son más accesibles, sino que también permiten la creación de redes internacionales de colaboración.
Además, el contenido generado por los usuarios se ha vuelto una herramienta vital para la diplomacia cultural, siendo los ciudadanos embajadores de su cultura al compartir sus experiencias y tradiciones en línea. Esta democratización de la comunicación cultural permite que las naciones pequeñas o menos influyentes también tengan una voz en el escenario global. La viralidad de ciertos contenidos puede llevar a un interés repentino por una cultura específica, beneficiando tanto a los individuos como a los gobiernos en sus esfuerzos de proyección cultural.
Mirando hacia el futuro, es evidente que la diplomacia cultural continuará evolucionando gracias a la tecnología. Las innovaciones, como la realidad virtual y aumentada, tienen el potencial de transformar la manera en que experimentamos la cultura y cómo se lleva a cabo el intercambio cultural. Por ejemplo, las visitas virtuales a museos, monumentos y eventos culturales pueden democratizar la experiencia cultural, permitiendo que más personas accedan y aprecien las riquezas culturales del mundo.

5. Estrategias digitales utilizadas en América Latina

En América Latina, la diplomacia cultural ha adoptado diversas estrategias digitales para promover el entendimiento mutuo y fortalecer las relaciones internacionales. Estas estrategias aprovechan las tecnologías de la información y las plataformas digitales para llegar a audiencias más amplias y diversas. Desarrollemos algunas de las principales estrategias digitales utilizadas en la región:

Redes Sociales: son una herramienta fundamental en la diplomacia cultural digital. Países de América Latina utilizan plataformas como Facebook, Twitter, Instagram y YouTube para compartir contenido cultural, noticias y eventos. Estas plataformas permiten una interacción directa con el público, facilitando el diálogo y el intercambio cultural, inclusive en tiempo real y en diferentes formas de “creación de contenidos” lo que permite llegar a una audiencia más amplia y diversa.
Plataformas de Intercambio Cultural: Algunos países han desarrollado plataformas digitales específicas para el intercambio cultural. Estas plataformas permiten a los usuarios participar en actividades culturales virtuales, como exposiciones de arte, conciertos y talleres. Un ejemplo es la plataforma «Cultura en Casa» de Argentina, que ofrece una amplia gama de contenidos culturales en línea.
Programas de Educación en Línea: A través de cursos y talleres virtuales, los países de América Latina pueden promover el aprendizaje de sus idiomas y culturas. Por ejemplo, como se mencionó anteriormente:

  • el Instituto Cervantes ofrece cursos de español en línea, mientras que la Alianza Francesa y el British Council también tienen programas similares para el francés y el inglés, respectivamente.
  • Aplicaciones Móviles: utilizadas para difundir el contenido cultural y educativo, algunas con acceso a bibliotecas digitales, museos virtuales y recursos educativos. Por ejemplo, la aplicación «Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano» permite a los usuarios acceder a una vasta colección de documentos históricos y culturales de la región.
  • Eventos Virtuales y Transmisiones en Vivo: estos se han convertido en una herramienta popular para la diplomacia cultural. Festivales de cine, conciertos y conferencias se transmiten en línea, permitiendo a personas de todo el mundo participar y disfrutar de la cultura latinoamericana desde cualquier lugar.
  • Colaboraciones con Influencers y Creadores de Contenido: Un aspecto a debatir para algunos países, ya que las colaboraciones con influencers y creadores de contenido a pesar de ser una estrategia efectiva para llegar a audiencias más jóvenes, es de cuidado debido a la reputación que pueda brindarle una personalidad pública a una institución gubernamental o misión diplomática. Sin embargo, estos colaboradores pueden ayudar a difundir mensajes culturales y promover eventos a través de sus plataformas digitales, aumentando el alcance y la visibilidad de las iniciativas culturales.

Los influencers, con su gran número de seguidores en plataformas como Instagram, Twitter y YouTube, tienen el poder de influir en la opinión pública y promover mensajes culturales y diplomáticos. Al colaborar con gobiernos y organizaciones, los influencers pueden amplificar campañas de diplomacia pública, llegando a audiencias que de otro modo serían difíciles de alcanzar.
Por ejemplo, estos colaboradores pueden participar en campañas para promover el turismo, la cultura y los valores de un país. Su autenticidad y conexión con sus seguidores les permiten transmitir mensajes de manera efectiva y creíble. Al colaborar con gobiernos y organizaciones, los creadores de contenido pueden ayudar a promover iniciativas culturales y diplomáticas. Por ejemplo, pueden producir videos que destaquen la historia, la gastronomía y las tradiciones de un país, atrayendo a audiencias globales y fomentando el interés y la curiosidad por esa nación.
Por otro lado, tenemos a los Embajadores culturales en la era digital, los embajadores culturales, que tradicionalmente han sido figuras prominentes en la promoción de la cultura de un país, ahora utilizan plataformas digitales para ampliar su alcance. Estos embajadores pueden ser artistas, músicos, escritores o figuras públicas que representan la identidad cultural de su nación.
Además, la capacidad de estos actores para llegar a audiencias jóvenes y diversas es especialmente valiosa. En un mundo cada vez más interconectado, la diplomacia pública digital permite a los países interactuar con nuevas generaciones y construir relaciones basadas en el entendimiento y el respeto mutuo. Algunos ejemplos en la región que podemos destacar son:

Perú ha utilizado influencers como parte de su estrategia para promover su gastronomía, cultura y tradiciones. Gastón Acurio, un chef famoso, es un embajador cultural no oficial del país, utilizando sus redes sociales para promover la cocina peruana en todo el mundo, destacando la diversidad y riqueza cultural de Perú.
En Chile influencers y creadores de contenido han sido claves para promover el turismo, especialmente en destinos como la Patagonia, Isla de Pascua y el desierto de Atacama. El Ministerio de Turismo de Chile ha colaborado con figuras influyentes para generar contenido visual atractivo que atrae tanto a turistas como a inversionistas internacionales.
Mientras que, el gobierno mexicano ha utilizado la figura de creadores de contenido para promover iniciativas y proyectos culturales. Por ejemplo, el proyecto «Viajero Cultural» ha invitado a influencers a visitar y promover destinos turísticos en México. Estos creadores de contenido ayudan a proyectar una imagen positiva del país y a promover la cultura mexicana en el extranjero.
Argentina ha usado influencers como parte de sus esfuerzos para atraer turistas, especialmente durante la pandemia, cuando el turismo virtual fue clave. Influencers de todo el mundo compartieron experiencias en Argentina, desde la gastronomía hasta el arte y la naturaleza, ayudando a mantener la visibilidad del país en el panorama internacional.
Brasil: Los influencers brasileños también juegan un papel importante en la diplomacia digital, especialmente en temas relacionados con la diversidad cultural y la ecología. Con la Amazonía en el centro de atención, los influencers brasileños han trabajado para promover una imagen de Brasil que resalta la importancia de la conservación ambiental y las tradiciones indígenas, influenciando la percepción internacional.

Conclusiones

La diplomacia digital se consolida como una herramienta fundamental en la disputa por el poder simbólico global. En un contexto donde la percepción internacional influye tanto como el poder material, los Estados deben desarrollar estrategias sofisticadas que integren elementos culturales, narrativos y tecnológicos. Este artículo ha mostrado que la cultura, lejos de ser un adorno de la política exterior, constituye una dimensión clave para la construcción de legitimidad, reputación y atractivo internacional.
La competencia global actual exige no solo fuerza económica o militar, sino también la capacidad de emocionar, persuadir y conectar. En este sentido, la diplomacia digital culturalmente estratégica se presenta como una vía indispensable para enfrentar los retos del siglo XXI, donde la influencia se ejerce a través de redes, relatos y símbolos compartidos. La incorporación ética, coherente y creativa de estos elementos marcará la diferencia entre quienes logren incidir en el nuevo orden internacional y quienes queden al margen del mismo.

Finalmente, en general, en toda América Latina, los influencers, embajadores culturales y creadores de contenido se han convertido en herramientas clave de diplomacia pública digital. No solo ayudan a proyectar la imagen de sus países, sino que también facilitan la construcción de lazos internacionales a través de la cultura, el turismo, la política y los derechos humanos. En un mundo cada vez más interconectado, estos actores digitales son una pieza importante para que los países latinoamericanos tengan presencia y voz en la escena global.

Por Virginia Nehme
Magíster Scientarium en Negociaciones Económicas Internacionales | Investigadora en IA y Diplomacia Digital | Lic. Estudios Internacionales | Gobernabilidad e Innovación Pública

En LinkedIN: https://www.linkedin.com/in/virginia-nehme/
En Instagram https://www.instagram.com/virginianehme/
Recomendado: https://www.instagram.com/digital.diplo/

Referencias

Alvarez, C. (2017). Geopolítica de la cultura: El papel de los medios de comunicación en la reconfiguración del Sistema Internacional. (3) Geopolítica de la cultura: El papel de los medios de comunicación en la reconfiguración del Sistema Internacional
Castells, M. (2008). The new public sphere: Global civil society, communication networks, and global governance. *The ANNALS of the American Academy of Political and Social Science, 616*(1), 78–93. https://doi.org/10.1177/0002716207311877
Cull, N. J. (2009). Public diplomacy: Lessons from the past. Figueroa Press.
Fierro Garza, A. (2009). La Diplomacia Cultural Como Instrumento Privilegiado De La política Exterior. Revista Mexicana De Política Exterior, n.º 85 (febrero):23-28. https://revistadigital.sre.gob.mx/index.php/rmpe/article/view/742.
Manor, I. (2019). The digitalization of public diplomacy. Palgrave Macmillan.
M’Farej, M. (2023). La cultura en las relaciones internacionales contemporáneas. La diplomacia cultural, el modelo español y el espacio iberoamericano. Revista Electrónica Iberoamericana (REIB), Vol. 17, No. 2. Dialnet-LaCulturaEnLasRelacionesInternacionalesContemporan-9253010.pdf
Montiel, E. (2010). Diplomacia Cultural un enfoque estratégico de política exterior para la era intercultural. UNESCO, UNESDOC Biblioteca digital: Diplomacia cultural: un enfoque estratégico de política exterior para la era intercultural; Cuadernos UNESCO Guatemala: cultura y vida; Vol.:2; 2010 – 190623spa.pdf
Nye, J. S. (2004). Soft power: The means to success in world politics. PublicAffairs.
Seib, P. (2012). Real-time diplomacy: Politics and power in the social media era. Palgrave Macmillan.
Wilson, M. (2019). La diplomacia cultural en las relaciones internacionales contemporáneas. Córdoba Global – Centro de Estudios Internacionales. La diplomacia cultural en las relaciones internacionales contemporáneas – Córdoba Global

Translate »