China retiene un poder extraordinario sobre estos materiales, este artículo nos cuenta de la diversificación. Como lo propone Australia. Uno de los países que está llevando a cabo una política activa de cara al acceso de los recursos llamados “Tierras Raras”. Desde nuestra red de alianzas con think-tanks en diferentes capitales del mundo compartimos esta publicación del “Lowy Institute.
El conjunto de minerales denominado “Tierras Raras” ha emergido como el último frente en la cada vez más intensa Guerra Comercial entre los Estados Unidos y China. Casi una década después de que el gobierno chino suspendiera controversialmente la exportación de estos minerales a Japón, durante la disputa sobre la isla Senkaku de 2010, amenazas similares están realizándose en medio de la creciente disputa con los Estados Unidos.
¿Cuán preparada está la economía global para otro despliegue de la tan mentada “arma de las tierras raras”?
Las “Tierras Raras” son un instrumento ideal para la coerción económica. Son un insumo esencial para un amplio rango de productos de alta tecnología: tanto para la industria electrónica como para la petroquímica, las energías renovables y la defensa. Al tiempo que existen pocos sustitutos económicos para su uso, cualquier suspensión de la cadena de valor de las Tierras Raras podría tener un impacto desastroso en el ecosistema tecnológico de una economía.
China, además, posee un extraordinario grado de poder de mercado. Si bien no es estrictamente un monopolio, en 2017 produjo un estimado del 79% de la producción mundial de óxidos de tierras raras. En comparación, la OPEP –un cartel económico temido y de larga influencia- solamente produce en 41% de la producción petrolífera mundial. Esta amplísima cuota de mercado le otorga al gobierno chino un considerable espectro de maniobra para su utilización en las mesas de negociaciones.
Si China deseara suspender los suministros de tierras raras a los Estados Unidos, las consecuencias podrían ser globales. Las tierras raras tienen una geografía industrial compleja, con algunos países involucrados en las márgenes de la cadena de valor que extraen, refinan y manufaturan estos productos. Los precios podrían dispararse abruptamente si los consumidores buscasen asegurarse grandes stocks, con devastadores efectos en el ecosistema tecnológico global.
La atención rápidamente giró hacia la búsqueda de fuentes alternativas a los suministros chinos. Un viejo refrán afirma “las Tierras Raras no son realmente raras”. Son geológicamente bastante comunes, y el cerio es tan abundante como el cobre. Muchos países tienen depósitos comercialmente viables, y las reservas globales pueden satisfacer las actuales necesidades de consumo por casi 1000 años.
Los esfuerzos estadounidenses han comenzado a dirigirse hacia la diversificación de las cadenas de valor. El pasado 4 de junio, el Secretario de Comercio Wilbur Ross publicó una estrategia para garantizar la provisión de minerales críticos. Este documento enfatiza seis pasos pensados para consolidar las fuentes no-chinas de abastecimiento, tanto dentro de los Estados Unidos como desde terceros países. Las conversaciones con Australia y Canadá para incrementar la cooperación en el sector de las tierras raras ya han comenzado.
El caso de Australia, en estos esfuerzos para la diversificación, es central. Es al momento, el segundo mayor productor mundial de óxidos, alcanzando el 15% del total global. Es además el hogar de Lynas Corporation, la mayor empresa productora de tierras raras fuera de China. Lynas emergió en el año 2010, durante el punto máximo de la crisis de tierras raras de ese año, y se ha sostenido por relaciones comerciales de largo plazo con sus asociados japoneses Sojitz and JOGMEC.
Lynas podría convertirse muy pronto en una importante contramedida para los Estados Unidos. En mayo pasado, anunció un plan para construir una planta de separación de tierras raras en Texas, asociada con la Blue Line Corporation. La planta no solamente reestablecerá la capacidad de separación dentro de territorio estadounidense: será capaz de separar las tierras raras “pesadas” que actualmente se producen únicamente en China.
Sin embargo, estos desarrollos pueden no proveer una defensa robusta contra la coerción china al respecto de las tierras raras, dentro del marco de la guerra comercial.
En primer lugar por una cuestión de plazos. La extracción y refinación de Tierras Raras es extremadamente complicada en su faz técnica, y puede tomar años –no solamente meses- diseñar y construir las instalaciones necesarias. El establecimiento de industrias eficientes y a escala fuera de China es un esfuerzo a mediano plazo, dejando a los Estados Unidos expuestos a la coerción (y a las terceras partes expuestas a daño colateral) en el interín. Los nuevos proveedores no llegarán a tiempo para ser proveedores confiables en la actual fase de la guerra comercial.
En segundo lugar, existen desafíos para el segmento “downstream” del proceso. SI bien, reiteramos, los yacimientos de tierras raras no son tan raros, las facilidades para procesarlos y convertirlos en productos utilizables sí lo son. Por ejemplo, la mina Mountain Pass de California envía el mineral que extrae a China para su tratamiento, por no haber instalaciones de ese tipo en Estados Unidos. Mientras que Lynas actualmente fabrica un compuesto de Neodimio y Praseodimio, la mayor parte de su producción por volumen son oxidos que requieren un cierto procesamiento antes de uso, el cual se hace normalmente en China.
Debe destacarse la visita del último 20 de mayo de Xi Jinping a JL Mag, una planta que fabrica imanes basados en tierras raras. Es subestimado el hecho de que el poder de mercado de China radica más en su capacidad de procesado y refinado (etapa downstream) que de sus yacimientos.
Elija o no China desplegar el “arma de las tierras raras” en su guerra comercial con los Estados Unidos, simplemente no es sostenible confiar en un único proveedor para 4/5 de un insumo industrial crítico. Nuevas y más diversificadas cadenas de valor deben establecerse para asegurar el funcionamiento de las industrias tecnológicas del mundo.
La diversificación debe, además, adoptar un enfoque de “toda la cadena de valor”. Los esfuerzos pasados se concentraron en el segmento upstream: los yacimientos y la extracción de los minerales, colocando a proveedores de óxidos tales como Lynas y Mountain Pass en el mercado. Pero sin cadenas de valor integradas, que combinen la minería, la separación y el proceso final, el cuasi monopolio chino continuará. El segmento downstream es esencial para poder preparar a la economía mundial para una guerra comercial de tierras raras.
Por Jeffery Wilson
Publicado originalmente en «The Interpreter». Del think-tank de Australia «The Lowy Institute».
Traducción & Adaptación: Martín Alejandro Pizzi