El diplomático argentino Esteban del Sar analiza la relación entre India y China. Desde los eventos en el valle de Galwan, informe sobre el factor económico y geográfico para comprender la situación en Asia. Esteban del Sar, miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, nos ofrece en esta investigación un detallado material para que podamos comprender las claves de los intereses y preocupaciones que surgen hoy en para India en el desafío de la relación con China.
Para la India, el re – ascenso de China a escala regional y global se ha convertido en el mayor desafío contemporáneo de política exterior en términos estratégicos. Las dimensiones propias de China (en términos económicas y militares), factores históricos y determinantes geográficos lo convierten en el actor que mayor impacto puede tener sobre la estrategia india de transformación y su aspiración a ser una potencia global (Menon, 2020).
El vínculo entre ambos no tiene lugar en un vacío. Ocurre en el marco de una relocalización del centro de gravedad geopolítico y económico desde occidente para Asia, fruto de la transición global desde la unipolaridad y el desarrollo y crecimiento económico de la región, con la consecuente emergencia de distintos actores de variado peso y un orden multipolar asiático (Saran, 2017). El re-ascenso paralelo pero diferenciado de la India y China (y las asimetrías militares y económicas entre ambos producto de ello) representa una variable sumamente crítica en este escenario, adquiriendo una relevancia central para la estabilidad y la prosperidad de la región, con consecuencias en todos sus ámbitos.
Desde mayo pasado, la zona de Galwan (ubicada en el territorio de Ladakh, al noroeste de la India) es escenario de la mayor tensión militar entre la India y China desde el conflicto armado de 1962, y ha derivado en la pérdida de soldados indios por primera vez en esa frontera en 45 años. A pesar de que las tensiones y escaladas militares en la frontera no son una novedad, el contexto en el que ocurrió le ha otorgado un carácter particularmente complejo. La crisis ha impactado seriamente a la relación y puso de relieve para la India la necesidad de un ajuste en la misma (Mohan, 2020).
Aunque la cuestión territorial y la disputa en Galwan son factores centrales para explicar la relación y su estado actual, debemos ir más allá y contemplar aspectos económico-comerciales, regionales y geo-estratégicos para tener una imagen lo más completa posible de la misma. Son estos factores, de carácter estructural y estratégico, los que caracterizan a la relación y le otorgan su carácter cada vez más competitivo. En este sentido, el presente artículo se centrará en estos factores y algunos de los principales rasgos (sin pretender hacerlo de un modo exhaustivo) junto a sus efectos y desafíos desde la perspectiva de la India.
El factor territorial
“La situación en la frontera y el futuro de la relación bilateral no son cuestiones separadas” Las palabras pertenecen al Ministro de Asuntos Externos de la India, Subrahmanyan Jaishankar (Times of India, 2020), dichas en el contexto de la actual crisis en la frontera. La cuestión fronteriza es el conflicto histórico entre la India y China, herencia de la ambigüedad con que el Reino Unido manejó los límites de su Imperio en la región y las relaciones con la China de la dinastía Qing y con el Tibet (Chakravarty, 2020). El conflicto armado de 1962 alteró para siempre la visión de la India sobre su frontera con China y sus percepciones y confianza hacia este. Es al día de hoy que no existe una frontera delineada ni acordada entre ambos países, y se utiliza en cambio el termino LAC (“Line of Actual Control”) como concepto de referencia, con interpretaciones y alcances disimiles por cada lado (Menon 2017).
La escalada de tensión que comenzó el pasado mes de mayo en distintos puntos de la frontera tuvo su pico en el enfrentamiento militar que se produjo en Galwan (localidad ubicada en Ladakh, al noroeste del país) la noche del 15 de junio, con la pérdida de 20 soldados indios. La India acusó a China de llevar a cabo una incursión planificada para alterar el statu quo en la LAC y la realidad en el terreno (MEA, 2020). China, por su parte, pasó luego a sostener por primera vez que Galwan siempre fue parte de su territorio, lo que representa desde la perspectiva India una expansión de sus reclamos territoriales en la zona. Esto ocurre en el marco del reclamo superpuesto por el territorio de Aksai Chin (contiguo a Ladakh y al lado del Tibet).
No debemos ir muy atrás en el tiempo para encontrar otra escalada militar, aunque de distintas características e intensidad: la de Doklam, entre junio y agosto de 2017. Este enfrentamiento, que no generó pérdidas de vidas, tuvo como escenario al Reino de Bután, en una zona donde se encuentran las fronteras entre este, la India y China. En aquella ocasión, luego de más de dos meses de tensión, se acordó un des-escalamiento fruto del dialogo de los canales diplomático y militar. Luego de Doklam, y de la necesidad de re encauzar el vínculo, nació lo que se denominó el “Espíritu de Wuhan”, a partir de un encuentro bilateral informal en esa ciudad en abril de 2018 entre el Primer Ministro Modi y el Presidente Xi Jinping (MEA, 2018). Bajo el precepto de que “las diferencia no se conviertan en disputas”, siguieron dos años de relativa estabilidad y búsqueda de dialogo, que incluyó otra cumbre informal entre Modi y Xi en la ciudad india de Mamallapuram (Tamil Nadu, el sur de la India) en octubre de 2019 (MEA, 2019). Pero el enfrentamiento en Galwan mostro que el “Espiritu de Wuhan” tenía sus límites.
Son varias las causas que podrían explicar esta nueva tensión fronteriza entre la India y China. En el marco de la falta de claridad que existe en torno a la LAC, el re-ascenso paralelo de ambos países conduce inevitablemente a mayores fricciones en la frontera. El hecho de que la India haya mejorado su infraestructura en la zona (el ejemplo de ello son las obras en el camino denominado Daulat Beg OIdi, que corre paralelo a la LAC) y por ende el acceso a partes antes inalcanzables también es un factor a tener en cuenta, lo que ciertamente generó mayor inseguridad por el lado chino. El creciente poderío militar de China y la asimetría a su favor con respecto a India, con la resultante capacidad de cambiar la realidad en el terreno y alterar el statu quo en el marco de sus reclamos territoriales han creado ciertamente mayor margen para esta clase de confrontaciones (Mohan, 2020). Cabe considerar asimismo cual ha sido el impacto sobre la cuestión fronteriza y la percepción de China de los cambios introducidos por la India en agosto de 2019 en lo que fuera el estado de Jammu y Cachemira, dividiéndolo en dos Territorios de la Unión: Cachemira y Ladakh. China denunció que ello era una alteración unilateral del statu quo, mientras que la India adujo que era una cuestión interna propia (Jacob, 2020).
La crisis de Galwan puso de relieve nuevamente la vigencia de la disputa territorial existente con China, y alteró los parámetros de seguridad mutua, y mantenimiento del statu quo resultantes del Acuerdo de Paz y Tranquilidad para la Frontera firmado en 1993 (Menon, 2017) y el “Espíritu de Wuhan” surgido en 2018. Al día de hoy, continua el dialogo por medio de canales militares y diplomáticos para resolver la situación, con la India solicitando volver al “statu quo ante”, o sea el escenario previo a la escalada de mayo.
El factor económico-comercial
El crecimiento económico de la India y China a lo largo de los últimos años generó volúmenes de comercio bilateral que fueron en constante crecimiento a lo largo de la última década. China fue entre el 2008 y el 2018 el mayor socio comercial de la India, convirtiéndose este en uno de sus principales mercados. EEUU superó a China y se ubicó primero en el periodo 2018-2019 y 2019-2020 (Ministerio de Comercio, 2020). En este marco, el déficit comercial de la India con China ha sido un elemento de continua preocupación para el primero, contribuyendo a profundizar las asimetrías existentes y a crear una dependencia en algunos sectores. Si las disputas fronterizas son un elemento histórico, el déficit comercial que sufre India es una característica moderna de la relación, fruto en parte de las diferentes estrategias y trayectorias de apertura económica y de crecimiento que cada país persiguió, y los efectos de las mismas en términos de desarrollo.
A pesar del cambio mencionado en los últimos dos años, a la par de ese crecimiento del intercambio comercial bilateral se ha consolidado un notorio déficit en contra de la India, con valores que han alcanzado el total de 48.6 billones de USD para 2019-2020 (Ministerio de Comercio de la India, 2020). Se trata del mayor déficit comercial que la India tiene con país alguno, con un dato nada menor: el crecimiento que algunos analistas han estimado del déficit comercial fue de alrededor del 319% para la última década (Pathak, 2020). Este déficit alcanzo el pico máximo de 63 billones para 2017-2018 y luego bajo a 53.5 billones para 2018-2019 (Ministerio de Comercio, 2020). Básicamente, el factor determinante del mismo son los términos del intercambio desfavorables para la India: es la canasta de bienes mayormente primarizada (commodities) que le vende a China, mientras que este provee principalmente productos manufacturados, maquinarias, productos químicos, y bienes tecnológicos.
El campo de las inversiones directas por parte de China ha sido otra área que la India ha seguido con preocupación recientemente. Estas inversiones no han seguido el ritmo de crecimiento del comercio bilateral a lo largo de la última década, ya que las inversiones chinas en Pakistán y Sri Lanka superan a las que realiza en la India (Taneja, 2020). Las inversiones chinas en India han alcanzado valores de 1.8 billones de USD para el periodo 2015-2019 (Departamento de Promoción Industrial, 2020). En este campo la India tomo la decisión, en abril pasado, de colocar las inversiones extranjeras directas de todos los países vecinos (incluyendo lógicamente a China) bajo un procedimiento de escrutinio diferenciado para su aprobación (Invest India, 2020). Algunos analistas vieron que esta decisión apunta a China y busca limitar su penetración en sectores considerados sensibles y emergentes, como el tecnológico.
El déficit gran comercial existente es en parte motivo de la negativa India en 2019 a sumarse al acuerdo comercial RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership, bloque de libre comercio regional pensado para incluir a ASEAN junto a Corea del Sur, Japón, Australia, China e India) El “no al RCEP” tuvo entre sus fundamentos los riesgos de formar parte de un bloque comercial dominado por China, lo cual, atento al ya marcado déficit comercial existente, difícilmente podría traer beneficios para la economía india. En términos generales, la estrategia de transformación de la India y sus intereses resultaban incompatibles con ese esquema, el cual solo podía profundizar las desventajas comerciales frente a China.
La creciente presencia e influencia china en el vecindario
Para poder avanzar en un crecimiento económico sólido que permita sustentar su transformación, la India necesita asegurar una periferia pacifica, segura y estable (Saran, 2017), y que no sea utilizada en contra de sus intereses. Este vecindario ha sido su histórica zona de influencia inmediata, caracterizada por notorias asimetrías y aprehensiones hacia su dominio y hegemonía, aunque también por profundos vínculos culturales. La creciente presencia china en la región tensionó este escenario, convirtiéndola en el principal espacio de competencia entre la India y China.
Reconociendo la importancia de la región y en vista de la necesidad de mantener su posición e intentar contener el avance de China, el gobierno de Modi, al asumir por primera vez en mayo de 2014, declaro que en materia de política exterior uno de los principales ejes sería el de fortalecer y profundizar la cooperación y las relaciones con el vecindario (Modi, 2014). Así, nació la política denominada “Neighbourhood first”, orientada a construir una mayor presencia por medio de mayores interacciones políticas, iniciativas comerciales de infraestructura y conectividad y de asociaciones para el desarrollo. El vecindario pasó a constituir así el “primer círculo de prioridad” en la política exterior de la India[1], tal como lo ha reflejado el Ministro de Asuntos Externos S. Jaishankar (MEA, 2019).
Un ejemplo interesante sobre la percepción que se tiene desde la India con respecto a China y su avance en el vecindario puede encontrarse en el Informe publicado en septiembre de 2018 por el Comité de Asuntos Externos de la Cámara Baja del Parlamento indio (Lok Sabha) sobre la relación entre ambos países. En la sección titulada “China’s inroads into India’s neighbourhood”, se menciona que China ha estado avanzando sostenidamente por muchos años dentro del vecindario y que esto ha afectado las actividades de la India. Además, se sostiene en ese informe que las actividades de China tienen la intención de contener a la India por medio de un aumento de su influencia en los países del subcontinente (Lok Sabha Committe on External Affairs Report on India China relations, 2018, p8).
Existen varios ejemplos de cómo China ha avanzado alrededor de la India a lo largo de los últimos años. Un ejemplo claro es la iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative- BRI), a la cual han adherido todos los países vecinos de la India menos Bután, y fruto de la cual distintos proyectos de conectividad e infraestructura se encuentran bajo estudio y desarrollo en la región. Podemos citar también algunos ejemplos puntuales de cómo la creciente presencia e influencia China se traduce en nuevas realidades en el terreno que la India sigue con suma atención. De formas muy sintética, podemos citar como ejemplos la creciente presencia en Nepal (mayores vínculos políticos, conectividad de fibra óptica y obras ferroviarias), el caso del puerto de Hambatota en Sri Lanka (donde China ha obtenido la concesión para operar su terminal de contenedores por 99 años) y sus crecientes inversiones en ese país (llegando a acumular el 45% sobre el total de las mismas) o distintos proyectos en Bangladesh (como el del puerto de Payra). Asimismo, aunque la India ha mejorado sus relaciones con Maldivas desde las elecciones presidenciales llevadas a cabo allí en el año 2018, las relaciones bajo el gobierno anterior fueron complejas, con un notorio acercamiento de este país a China.
Durante los últimos años la India ha realizado grandes esfuerzos por dinamizar y fortalecer el vínculo con sus vecinos, en particular por medio de distintas iniciativas de conectividad y de asistencia para el desarrollo. Cabe destacar que alrededor de la mitad del total de dinero que la India destina en materia de asistencia para los países vecinos se destina a proyectos de conectividad e infraestructura, un estimado de 1.4 millones de USD para el periodo 2014-2018. (Xavier y Sinha, 2020).
Cuestiones estratégicas en el escenario regional ampliado
Desde una perspectiva regional más amplia, en términos estratégicos China presenta otra serie de desafíos para la India. El primero es fruto del proyecto “Franja y la Ruta” (Belt and Road Initiative). Al impacto de este proyecto en el vecindario descrito anteriormente, debe sumarse el papel que desempeña Pakistán en el mismo por medio de su participación en el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC, uno de los elementos que componen la Franja y la Ruta), y el hecho de que el este atraviesa el territorio que la India denomina “Cachemira ocupada por Pakistán” (Pakistan occupied Kashmir). Esto ha generado un interés directo de China en Cachemira y la presencia estable paquistaní en ese espacio, lo cual se superpone a la lógica de las disputas territoriales que la India tiene con ambos. La India ha denunciado este proyecto como una violación de su soberanía e integridad territorial (MEA, 2018), y es este uno de sus principales motivos para mantenerse al margen del mismo y oponerse.
El componente oceánico de la Franja y la Ruta, la “Ruta de la Seda Marítima” (Maritime Silk Road) representa otro aspecto a tener en cuenta. La creciente presencia china en el Océano Indico por medio de proyectos de infraestructura y conectividad (por ejemplo, los puertos de Hambatota en Sri Lanka y de Payra en Bangladesh) es seguido con preocupación por la India. Se trata de una penetración económica y política respaldada por crecientes capacidades militares navales chinas, que se encuentran en contacto directo con las de la India. Siendo el Océano Indico una arteria vital para el comercio de ambos países, existe aquí la potencialidad para crecientes tensiones geopolíticas, y algunos autores hablan de un posible “dilema de seguridad” (Basrur, Mukjerjee y Paul, 2019). Es así como para la India, la Franja y la Ruta y la Ruta de la Seda Marítima son más que iniciativas económicas y comerciales: tienen un carácter geopolítico que le es adverso y afecta a sus intereses.
Gradualmente, y en paralelo al avance de la Franja y la Ruta y a su componente marítimo, la India comenzó a impulsar el concepto de “Indo Pacifico” junto a Japón, Estados Unidos y Australia, entre otros. Aunque el mismísimo Modi, en un intento por no generar percepciones negativas en China, indicó inicialmente que el concepto de “Indo – Pacifico” y sus principios (esto es, un espacio libre, abierto e inclusivo) no se encontraba dirigido contra nadie (MEA, 2018), la realidad indica que el mismo se superpone geográficamente a la Ruta de la Seda Marítima y al Mar del Sur de China (donde existe una disputa territorial entre China y varios países). Pero la visión expresada hace dos años ocurrió en el marco del anteriormente mencionado “Espíritu de Wuhan”, y resta saber aún como los sucesos actuales en Galwan pueden afectar esa visión. Lo seguro es que “Indo Pacifico” es un concepto estratégico que para la India jugará un papel determinante con respecto al futuro de la región.
En este marco, una de las iniciativas que ha recobrado fuerza a lo largo de los últimos años es el denominado “Quad” (abreviatura de “Quadrilateral Dialogue”), del cual es parte la India junto a Estados Unidos, Japón y Australia. Se trata de una plataforma de dialogo estratégico reactivado en 2017, la cual ha cobrado relevancia y mayor ímpetu como potencial mecanismo de balance frente al avance chino por la región y las fricciones en el Mar del Sur de China. Aunque la India se ha mostrado inicialmente cauteloso con respecto a su participación en “Quad”, hay quienes han llamado a que el mismo adopte un carácter más formal y militar (Prakash, 2020). Nuevamente, la actual tensión en la relación con China y su futuro pueden cambiar en Delhi las percepciones sobre la utilidad de este mecanismo.
Notas Finales
Existe en la India consenso entre distintos sectores políticos y académicos de que la relación con China y los parámetros de la misma deben cambiar para hacer frente a la compleja realidad descrita y revertir el deterioro del vínculo. La disputa en la frontera y la zona de Galwan ha puesto claramente de manifiesto esta necesidad, instalando una percepción sumamente negativa sobre China y sus intenciones. En este sentido, los principios que emanan del Acuerdo de 1993 y del Espíritu de Wuhan parecen haber encontrado un límite.
Aunque públicamente la situación en la frontera aparece como el principal factor determinante del futuro del vínculo, las cuestiones comerciales, la dinámica regional y aspectos estratégicos que operan en paralelo requieren un acomodamiento por parte de los dos gigantes. Solo un abordaje de los cuatro factores mencionados en forma conjunta, respetando los intereses y sensibilidades mutuas, puede aportar estabilidad de forma duradera, lo cual le permitirá a la India crear un mejor escenario para su re-ascenso y transformación. La construcción de confianza (área donde existe un notorio déficit histórico) entre los respectivos liderazgos será otro elemento clave de cara al futuro. Una relación estable, con mayor confianza y entendimiento mutuo beneficiará no solo a la India y China, sino que también a toda la región.
La geografía y las dinámicas globales y regionales tornan imperativa la estabilidad en la relación entre los dos gigantes asiáticos. Podemos encontrar una clara reflexión sobre ello en una frase pronunciada por Jawaharlal Nehru en 1957: “Cualesquiera que sean nuestros sentimientos, India y China son países vecinos con una frontera compartida por miles de millas. Esa frontera no dejara de existir y los dos países permanecerán uno al lado del otro. Ninguno puede huir de esa posición geográfica. Es por ello que debemos pensar en largo plazo más allá de los objetivos a corto plazo que tengamos” (Nehru, 1983).
Por Esteban del Sar. Diplomático argentino; colaborador externo del Grupo de Trabajo sobre Asia del Sur, Comité de Asuntos Asiáticos, Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales.
Twitter: @EstebandelSar
Referencias
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