“El hambriento pide dignidad no limosna”
S.S Francisco I
“El hambriento pide dignidad no limosna”. Difícil imaginar una persona pidiendo dignidad cuando se le niega el principal derecho que le permite desarrollarse como persona. Difícil imaginar un niño estudiando cuando su cerebro le recuerda a cada instante que perdió la cuenta del último bocado de comida que ingresó en su cuerpo. Difícil imaginar un mundo más justo cuando el hambre mata más que la guerra. Difícil imaginar el motivo por el cual, todos los líderes mundiales están de acuerdo en que se debe erradicar el hambre y sigue estando cada vez más presente.
Entre el 19 y 21 de Noviembre se llevó adelante la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición (CIN2) organizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Sin lugar a duda, la participación del Papa Francisco fue clave porque reclamó ante la comunidad internacional que » «Hay comida para todos, pero no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos. Por desgracia, esta «paradoja» sigue siendo actual. Hay pocos temas sobre los que se esgrimen tantos sofismas como los que se dicen sobre el hambre; pocos asuntos tan susceptibles de ser manipulados por los datos, las estadísticas, las exigencias de seguridad nacional, la corrupción o un reclamo lastimero a la crisis económica. Este es el primer reto que se ha de superar». Con estas palabras puso el énfasis en un tema clave: la disparidad de los ingresos y mala distribución de la riqueza.
El hambre es un problema de geopolítica, porque mientras millones de personas mueren a causa del mismo en gran parte del mundo, en otros sitios se alienta cada vez más la cultura del consumo extremo y derroche. En línea con ello, Francisco I señaló que «la prioridad del mercado y la preeminencia de la ganancia, han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a la especulación, incluso financiera». De esta forma, se vuelve a poner sobre la mesa de debate que cuando se habla de hambre no alcanza con asegurar la cantidad sino que el acceso y la definición de las políticas alimentarias se torna clave.
En la CIN2 participaron delegados de 172 países, quienes aprobaron la Declaración de Roma sobre la Nutrición y el Marco de Acción en el cual quedaron determinaron los principios rectores para abordar el reto que hoy día implican las cuestiones alimentarias. Se pautaron sesenta objetivos para ser alcanzados antes del año 2025. Sobre este punto es importante señalar, que si bien los compromisos tomados en el ámbito multilateral son importantes no siempre se llevan adelante. Un ejemplo de ello, son los “Objetivos del Milenio” porque si bien la “erradicación del hambre y la pobreza” encabezó la lista de pendientes a días de llegar al 2015, claramente esto no ha sido posible y ahora se establece una nueva meta. Esto nos llama a reflexionar sobre que sucede entre el compromiso de buena voluntad y el cumplimiento. Una de las posibles respuestas que emerge, es la falta de decisión política de llevar adelante las pautas adquiridas porque hasta que el derecho a la alimentación no sea un tema principal en la agenda de los Estados, con verdadero énfasis en establecer políticas públicas adecuadas para la aplicación del mismo y con legislaciones pertinentes, no habrá posibilidad alguna de erradicar el hambre.
Respecto a esto, Almeida, N. y Scholz V. (2008) señalan que la alimentación es un derecho humano básico en tanto “Todos deben tener acceso a una alimentación inocua, nutritiva y culturalmente adecuada en cantidad y calidad suficientes para mantener una vida sana con plena dignidad humana. Cada nación debería declarar que el acceso a la alimentación es un derecho constitucional y debería garantizar el desarrollo del sector primario para asegurar el cumplimiento de este derecho fundamental”. Los compromisos internacionales adquiridos en el marco del multilateralismo son claves para definir los temas de agenda y las directivas para cumplirlos, pero si los mismos no logran ser plasmados en las políticas públicas internas y cada Estado no lleva adelante su labor sobre el tema, lo único que queda es ir corriendo la meta cuando el reloj de arena deja caer el último granito.
Si bien, al Derecho a la Alimentación le queda un amplio recorrido para que realmente sea cumplido. En los últimos años, algunos países han comenzado a trabajar sobre el establecimiento del Derecho a la Alimentación. En el caso particular de nuestra región, se destacan los casos de Argentina, Brasil, Ecuador y Guatemala que establecieron por medio de ley específica la Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN). Por su parte, Bolivia, Panamá y Perú lo hicieron por medio de Decretos Gubernamentales. Cada uno de los países ha desarrollando un trabajo particular sobre la forma de abordar la temática. Las dos visiones principales sobre las que se basan los debates son la “Seguridad Alimentaria” y la “Soberanía Alimentaria”. La primera, pone el acento en asegurar una producción cuantitativamente suficiente de alimentos con garantías de inocuidad. Se focaliza en la erradicación del hambre a corto plazo, por sobre una perspectiva sostenible de autoabastecimiento y no tiene cuenta aspectos culturales locales. Por su parte, la visión de la Soberanía Alimentaria, focaliza su acento en la importancia de incluir las pautas culturales reconociendo el derecho de autodeterminación de los pueblos de sus políticas alimenticias. Considera que las comunidades rurales, no pueden prescindir de sus culturas y hábitos alimentarios.
Para terminar, una reflexión de Cortázar nos ayuda a pensar cuales pueden ser posibles respuestas al hambre mundial «Es necesario darse cuenta de que la violencia-hambre, la violencia-miseria, la violencia-opresión, la violencia-subdesarrollo, la violencia-tortura, conducen a la violencia-secuestro, a la violencia-terrorismo, a la violencia-guerrilla; y que es muy importante comprender quién pone en práctica la violencia: si son los que provocan la miseria o los que luchan contra ella…».
Por Mg. Melisa Galvano Quiroga
Doctorado en Relaciones Internacionales.
Docente Universitaria. Analista y consultora internacional