Se cumplieron ochenta años del inicio de la Segunda Guerra Mundial en el pasado mes de septiembre. Hay mucho en el origen de esto, en las causas inmediatas del conflicto desatado por el llamado “Corredor Polaco” y la Ciudad Libre de Danzig. Traemos a los lectores el peculiar caso de Danzig, cuyo régimen especial; fue creación del Tratado de Versailles, en el marco de una solución para la salida al mar al renacido estado polaco y garantizar la autonomía e identidad de la población germana de dicho enclave.
La historia de Danzig es de larga data, desde 1342 ha estado vinculada la célebre liga hanseática, para posteriormente a formar parte de la futura Prusia. Desde el siglo XIV la ciudad tuvo su propio estatuto con su Ayuntamiento. En el siglo XVI fue objeto de disputas entre Prusia y Polonia. Bajo el control polaco, la ciudad gozó del título de Real Ciudad de Danzig, conservando una serie de prerrogativas y la potestad de tener un delegado ante el rey polaco. Entre los sigilos XVII y XVIII, la ciudad fue conocida como la “Ámsterdam del Este” dado su próspero comercio marítimo, favorecido por su posición geográfica. Los cereales de Ucrania y Polonia salían por este puerto rumbo a Europa occidental. En 1793, con el llamado “Segundo Reparto de Polonia”, la ciudad quedó en manos del reino de Prusia. Durante las guerras napoleónicas, la ciudad fue “Ciudad Libre” entre 1807 y 1814, cuando nuevamente fue incorporada al reino prusiano. En 1871, como parte integrante de Prusia se integró al naciente imperio alemán. Dentro del imperio alemán, su desarrollo fue limitado. Su situación política cambiaría con la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial.
El presidente de Estados Unidos en sus famosos “Catorce Puntos” exigió una salida al mar para el futuro estado polaco. Esto llevó a que la delegación polaca en París reclamara abiertamente el control de la ciudad, dado su posición geográfica en la desembocadura del Vístula y por ser la conexión entre Polonia y el Báltico. La ciudad era étnicamente alemana, solo el 10% de la población era polaca, lo que planteó la necesidad de buscar una solución jurídica a la situación. La diplomacia británica se mostró opuesta a entregar Danzig a los polacos, algo que apoyaban los franceses y en cierto punto Estados Unidos. Es más, Lord Balfour, en una carta indicó que dado la rivalidad germano polaca, consideraba como riesgoso políticamente, ceder la ciudad a Polonia. Esto Alemania no lo aceptaría bajo ninguna circunstancia. Vale la pena recordar que mientras en Versailles se discutía el futuro mapa de Europa, cuerpos paramilitares alemanes – los Freikorps – luchaban abiertamente con los polacos por el control de espacios en Silesia y Pomerania.
La cuestión de Danzig, llevó a buscar el auxilio de expertos. Estudios realizados por el historiador británico James Headlam-Morley, demostró que en el pasado la ciudad había tenido un régimen especial, de esta manera la diplomacia del Reino Unido impulsó de alguna manera crear la Ciudad Libre. Esto logró el apoyo de Francia y Estados Unidos, como una solución de compromiso. La población alemana, no compartía la idea de ser separada de Alemania, y esto con el tiempo alimentó reivindicaciones nacionalistas, que terminó en la crisis de septiembre de 1939. Asimismo, los granjeros polacos que formaban parte del área rural que rodeaba a Danzig, se quejaron abiertamente por no haber sido incluidos dentro del Estado polaco y ser incorporados a la llamada “Ciudad Libre”. Los representantes alemanes se opusieron tenazmente y exigieron que la ciudad siguiera formando del Reich alemán. La pérdida de dicha ciudad afectó a la opinión alemana, considerada como un verdadero ultraje. Esto era evidente, dado que durante el régimen de la Ciudad Libre, nunca existió una identidad nacional, sino que siempre se mantuvo la idea de volver al control de Alemania. Desde el punto de vista polaco, que la ciudad no estuviera bajo control alemán era vital, dado que su comercio exterior, hasta la construcción del puerto de Gdynia, pasaba por Danzig.
El Estado Libre de Danzig. 1920-1939
En el texto del Tratado de Versailles, fue previsto expresamente la creación del Estado Libre de Danzig. El 29 de junio de 1919 fue establecido el Freie Stadt Danzig, o Estado Libre de Danzigm separándose del antiguo Reich alemán. El régimen constitucional fue redactado por la Sociedad de las Naciones, inspirándose en la Constitución de la Alemania de Weimar y la ciudad libre de Lubeck. El 10 de enero de 1920 fue conformado el gobierno propiamente dicho. En noviembre de 1920, el Estado Libre tenía existencia formal, y el alcalde de la ciudad desde 1919, Heinrich Friedrich Wilhelm Martin Sahm, fue elegido presidente del Senado.
El flamante estado fue conformado por un territorio de 1952 km2, compuesto por la propia ciudad de Danzig y una serie de localidades y áreas rurales. El régimen especial preveía la unión aduanera con Polonia (formalizado por el tratado de 1921 entre ambas partes), país que administraba la red de ferrocarriles y asumía la obligación de consultar al Estado libre en aquellos tratados internacionales que afectara los intereses de Danzig. Polonia era responsable de emitir los pasaportes para los ciudadanos de Danzig, donde constaba que el mismo era expedido para la Ciudad Libre. La Liga de las Naciones estuvo representada por el Alto Comisionado. Las funciones de este funcionario internacional era velar por el cumplimiento del régimen previsto para la Ciudad, garantizar el equilibrio entre las relaciones entre Polonia y Danzig, y llegado el caso mediar ante la existencia de conflicto de intereses. La Ciudad Libre y Polonia tenían la administración conjunta del puerto y de las vías navegables. El tratado de Versailles, estableció la libertad de navegación del río Vístula, a fin de garantizar la salida al mar de Polonia por medio del puerto de la Ciudad Libre. A pesar del peculiar estatuto de la Ciudad, las relaciones siempre fueron tensas, dado que Polonia buscaba de alguna manera asimilarla e incrementar su control, mientras que los alemanes buscaban mantener la impronta germana del Estado libre, con un claro objetivo, volver a ser parte de Alemania.
Declaración de principios:
El Estado Libre estuvo gobernado por un Senado, corporación ejecutiva, electo por el Volkstag o Asamblea del Pueblo. Organismo electo por sufragio universal. Los partidos políticos que actuaban en el sistema político local eran el partido nacional alemán, conservador; el partido centro católico; el partido socialdemócrata; el partido comunista; el partido polaco – que representaba a la pequeña población de este origen – y el partido nazi, creado a fines de los 20, y que tuvo un rápido crecimiento en los 30. Durante los primeros años el Partido Nacional Alemán dominó la política local, con una postura abiertamente anti polaca. El acceso de los socialdemócratas al gobierno de la Ciudad Libre, mejoró las relaciones con Polonia. Esto favoreció el crecimiento económico gracias a su rol de puerto franco. La crisis del 29, fomentó la idea de promover la industria el juego, el turismo, pero no prosperó. La construcción del puerto de Gydinia por parte de Polonia, redujo el comercio de la Ciudad Libre, cuya economía entró en crisis. Agudizada por la depresión de los 30.
El Estado libre contaba con su propio sistema legal y fuerza pública. La Policía de Seguridad estaba bajo el Senado, por medio del Departamento de Interior. Los ferrocarriles estaban en manos de la policía polaca. El puerto, administrado conjuntamente, tenía un cuerpo policial, Küstenschutz der Danziger Polizei. Un cuerpo de 120 agentes dependientes de la Junta del Puerto. Contaba con sección de ayuda a la navegación, mientras que otra proveía de seguridad. Este componente fue objeto de agrias discusiones entre Danzig y Polonia, dado que Varsovia objetaba la legalidad de este cuerpo. En 1933 el Estado Libre colocó al puerto bajo el control de la Policía de Seguridad. Polonia protestó y la Sociedad de las naciones hizo oídos sordos.
El régimen especial de la Ciudad, permitió que contara con pabellón nacional, moneda propia, sistema financiero. Las relaciones exteriores quedaron controladas por el Reino Unido. Incluso se dio un aspecto bastante peculiar, que por medio de Danzig, el gobierno Boliviano recibió asistencia militar alemana, destacándose la figura del siniestro Ernst Röhm, que había sido oficial del ejército imperial alemán, para posteriormente ser el líder de las SA, las tropas de asalto del partido nazi. Finalizada su misión de asistencia, fueron los británicos quienes repatriaron a los militares alemanes, que fueron integrados a la fuerza policial del Estado libre.
En 1933, gracias a los votos alcanzados, los nazis lograron imponerse en el senado, bajo la presidencia de Hermann Rauschning, que en un primer momento aceptó la idea de formar parte de un gobierno controlado por los nazis. A partir de este año, la represión política fue un hecho y fue trasladada a la ciudad libre, las leyes racistas vigentes en el III Reich. Rauschning fue removido de su cargo por Alfred Forster, líder del partido nazi local, ante la oposición mostrada por el presidente del Senado, por la política de violencia de los nazis, y reemplazado por Arthur Greiser en noviembre de 1934. Muchos políticos fueron encarcelados o lisa y llanamente asesinados. La política económica de los nazis se caracterizó por una expansión del gasto público, programas de empleo, devaluación del gulden, moneda de la ciudad, lo que generó protestas de Polonia. El clima de represión se agudizó para 1936 cuando los partidos fueron disueltos. En este clima, tanto Polonia, como la Sociedad de las Naciones actuaron, a pesar que las persecuciones eran una realidad y el futuro campo de concentración de Stuthoff ya estaba funcionando, y más tarde sería parte de la oscura maquinaria del Holocausto.
Las relaciones germano polacas se deterioraron rápidamente, por las presiones de Berlín en torno a Danzig. La crisis del llamado “Corredor Polaco” que era parte de las exigencias alemanas, que solicitaban la construcción de una autopista que conectara el Estado Libre con el Reich, que estaría bajo soberanía alemana, derivó la crisis que llevó a la invasión alemana de Polonia.
El fin del Estado Libre
La invasión alemana de septiembre de 1939, supuso el fin del Estado Libre. Este se convirtió en un distrito más dentro del III Reich alemán. El presidente del Senado. Forster, ahora gauleiter o jefe ejecutivo del distrito de Danzig Prusia Oriental, arribó a la residencia del Alto comisionado de la Sociedad de las Naciones y le dio la orden de abandonar en dos horas la ciudad. Tropas locales de las SS y la Policía de Seguridad, asediaron la sede del Servicio postal polaco, una vez rendidos los empleados y agentes que lo defendieron, fueron ejecutados. Las tropas polacas en la ciudad resistieron hasta el 7 de septiembre. 4500 civiles polacos fueron deportados y la mayoría murió asesinada. Los prisioneros de guerra fueron eliminados cruelmente. Durante el régimen nazi, cualquier recuerdo de la presencia polaca fue borrado.
Danzig se convierte en Gdansk
En 1945 en la Conferencia de Yalta se definieron los límites de Europa para la posguerra. Polonia también sufrió cambios, la modificarse los límites de 1921. La antigua Danzig, tomada por el Ejército Rojo, completamente en ruinas como consecuencia de la guerra, fue cedida a los polacos. La ciudad fue nombrada Gdansk por los nuevos dueños En 1947 unos 127.000 alemanes fueron expulsados, solo unos 13.000 pudieron quedarse como ciudadanos polacos. Anteriormente a la expulsión, miles habían huido de la ciudad ante el avance soviético. La ciudad fue repoblada con polacos provenientes del centro del país y del Este, reasentados en gran parte por la ocupación soviética. La ciudad muchos años después sería testigo del movimiento anticomunista liderado por el sindicalista Lech Walesa, creador del sindicato Solidaridad, en los astilleros de la ciudad.
En 1947 fue creado el gobierno en el exilio de Danzig, liderado por el presidente de la Asociación de Nacionales de Danzig, Sr. Richter. Incluso hizo un llamamiento por la deportación de alemanes de la Ciudad de Danzig por parte del gobierno polaco. Incluso hasta hace unos años, existía un gobierno electo por los descendientes de los antiguos habitantes de la ciudad. Aunque no tenga repercusión internacional, un grupo con sede en Berlín, reclama los derechos del antiguo Estado Libre. El senado “en el exilio” en 1998 reclamó por ser reconocidos por Naciones Unidas y el propio gobierno alemán. Que no ha tenido respuesta alguna. Los fundamentos de la asociación de residentes de Danzig, radican que la anexión del III Reich en 1939, fue ilegal, como también lo actuado luego de 1945, también fue contrario al derecho, violando al peculiar estatus de la Ciudad Libre.
El capítulo final
El Estado Libre fue una creación de la Sociedad de las Naciones, siendo una solución muy particular para las complejas, y conflictivas relaciones polaco germanas de la posguerra de 1918. Desde el punto de vista jurídico fue una innovación. En otras palabras creó un régimen de libre asociación, estableció los mecanismos para promover la cooperación económica entre las partes, y la comunidad internacional quedó representada in situ por un alto comisionado, para velar por su cumplimiento y actuar como “tercero imparcial” para la solución de controversias. El sistema falló por la oposición de la población local, que desde el principio se negó a romper lazos con Alemania. Polonia tampoco pudo o no quiso promover un acercamiento que facilitara la cooperación. La falta de herramientas, impidió que el alto comisionado, frenase las violaciones al régimen especial, por parte de los nazis, que habían tomado el control en 1935. Los temores británicos en 1919, sobre la crisis que podría desatarse en torno a Danzig, no fueron equivocados. El conflicto en torno a este enclave desató la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Los vencedores borraron de un plumazo lo que intentó la Sociedad de las Naciones. Los horrores del nazismo estaban a flor de piel y los polacos, con apoyo soviético, no dudaron en “saldar cuentas” y eliminar cualquier tipo de presencia alemana en la antigua ciudad libre. Mas allá de cuestiones jurídicas y políticas, el experimento del “Estado Libre” ha dejado interesantes lecciones, que de alguna manera se han puesto en práctica con éxito, cuando las poblaciones locales apoyan la idea. El caso emblemático, son las Islas Cook. Incluso en sectores diplomáticos, políticos y especialmente académicos, la idea de “libre asociación” es mostrada como una solución alternativa a conflictos secesionistas como disputas de soberanía.
Por Dr. Alejandro Suárez Saponaro.
Abogado. Analista Internacional. – Mg en Defensa Nacional. Corresponsal Diario El Minuto para Argentina.