Muchas veces los medios de comunicación cometen errores de apreciación, distorsionan las dimensiones de un posible problema o bien cargan de contenido sus páginas con premoniciones, y si estas últimas son negativas, mejor, más vende.
Se conocieron muchas advertencias, se escribieron muchos artículos y se anticiparon muchos escenarios; hace tiempo que se lee en medios internacionales sobre la posibilidad de que China instale bases militares en los archipiélagos de las Islas Paracelso, un territorio en disputa con Vietnam y Taiwan, y de las Islas Spratly (en disputa con Vietnam, Malasia, Brunei, Taiwan y Filipinas).
Pero lo que se mostraba como futurología, se constata hoy en la realidad, puesto que China busca reafirmar su hegemonía como gigante asiático, no sólo en el comercio mundial, sino también en poderío militar-naval. Así, lo muestran las imágenes satelitales que reflejan el desarrollo de un nuevo sistema de misiles tierra-aire de China sobre el archipiélago de Paracelso, más precisamente, sobre la Isla Woody.
Este sistema sumado a los radares, la construcción de pistas de aterrizajes de 10.000 pies, instalados en las islas, incrementan nuevamente la tensión en la región. Un conflicto que volvió a escalar desde hace dos años, cuando Beijing instaló ilegalmente una plataforma petrolera en aguas vietnamitas, generando tales niveles de tensión que la luz de alerta se encendió en la región del sudeste asiático. Asimismo, el año pasado comenzó la construcción china de islotes artificiales sobre el archipiélago Spratly donde ahora se terminan construyendo varias pistas aéreas y una posilbe base militar.
En particular, la Isla Woody fue invadida por China en 1947 y e caracteriza por ser la más grande del archipiélago Paracelso, habitada por alrededor de 1.000 personas, la mayoría de ellos soldados, albañiles y pescadores. Por su parte, en 2012 se instaló una oficina de gobierno chino para administrar el área del mar de la China Meridional. También posee instalaciones militares, una biblioteca, un hospital, un aeropuerto, un colegio y cobertura telefónica.
De esta manera, la escalada de conflicto alarma la seguridad en Sudeste Asiático, siendo que la expansión china se produce mediante el uso del poder asimétrico sobre sus vecinos, permitiéndole actuar más allá de las normativas del CONVEMAR, del Tribunal Internacional de Justicia y principalmente, de los Estados que reclaman la soberanía de las islas.
Un conflicto de factor estratégico
Beijing busca capitalizar beneficios en materia geopolítica, ganando espacio territorial y tomando ventaja para consolidación de su poder. Cuando hablamos de expandir esfera de poder de China, no podemos hacer caso omiso a estas Islas Paracelso y Spratly. Recordemos que se trata de un espacio territorial en disputa con Vietnam, Filipinas, Malasia, Brunei, y donde el gigante asiático lleva año tras año diferentes actividades para marcar su presencia o predominancia allí.
No obstante, Beijing se muestra en la búsqueda de ampliar el alcance de su marina de guerra, enviando guardacostas y barcos pesqueros para ganar presencia.
Lo mismo sucede son su fuerza aérea, que al respecto, analistas internacionales creen que estas medidas de construcción de islas artificiales, instalaciones de radares, sistemas de misiles, le dará a China el alcance necesario para crear y vigilar una importante zona de identificación de defensa aérea (ADIZ) sobre el Mar del Sur de China.
Por consiguiente, hay muchas razones que evidencian la codicia por estas Islas, el factor de los recursos, como la pesca, petróleo y gas, como también el rasgo geopolítico, por ello, su deseo de proyectar poder marítimo y ampliar el control territorial sobre Islas donde su soberanía aún se encuentra en disputa. Motivo por el cual, los Estados demandantes intentan hacer contrapeso buscando apoyo de la comunidad internacional y de los organismos competentes para frenar estas medidas unilaterales calificadas como agresivas.
Entendiendo la disputa de las Islas
La rivalidad entre los países sobre el mar de China Meridional se mantiene desde hace siglos, pero la tensión se ha incrementado en los últimos años. Los archipiélagos son reclamados en parte o de forma completa por Taiwán, China, Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunei.
Beijing considera que las islas están bajo su propia autonomía, puesto que en 1974 fueron ocupadas por fuerzas chinas las islas de Paracelso y a partir del año 1988 las del Spratly. De esta manera, Beijing hace revisionismo histórico para respaldar y justificar su posición, argumentando que pescadores chinos arribaron no sólo a las Spratly sino también a las Paracelso hace más de 2 mil años, buscando legitimar su discurso sobre las mismas.
Por su parte, Vietnam sostiene que cuenta con suficientes pruebas de bases jurídicas e históricas para evidenciar su pertenencia, apuntando a que el dominio vietnamita se registra desde el Siglo XVII sin que ningún otro país lo decunciara en su contra hasta los momentos posteriores cuando se produjeran las ocupaciones de otros países involucrados. Al igual que China, reclama la totalidad de las islas, mientras que por su parte, Filipinas y Malasias reclaman sólo una parte. En lo que respecta a Filipinas, acude al mapa, teniendo como elemento de respaldo la proximidad geográfica para justificar su pedido; asimismo, comenzó a ocupar las islas en 1970, año donde ya se encontraba Vietnam que estuvo en la guerra contra los estadounidenses. Al mismo tiempo, Malasia y Brunei afirman que las Islas recaen dentro sus zonas de exclusión económica. Pero recordemos que Brunei, aún, no ha hecho un reclamo formal.
El interés de Estados Unidos en la disputa
En los últimos meses, Estados Unidos y China han protagonizados altercados, con declaraciones encontradas y fricciones a raíz de este conflicto, a tal nivel que incluso, ha desatado la preocupación de que la región se pueda convertir en la chispa de un conflicto con consecuencias globales.
La estrategia china de consolidar su presencia militar en el Mar Meridional, toma la atención de los Estados Unidos. Pero el problema para Washington no es a quién le pertenecen estas Islas, su interés real es lo que ocurrirá con el acceso sin restricción a las rutas de navegación para el comercio global, siendo esa zona una de las más importantes del mundo.
Por otro lado, el interés no sólo radica en cuestiones de navegación y comercio, también sobre la seguridad internacional, instalándose aires de preocupación por el creciente papel que comienza asumir China en una región estratégica donde se evidencia la máxima movilización de recursos militares, incluso, su ascenso ha sido evidente en todos los ámbitos, llegando a constituirse sin ningún tipo de dudas en una potencia de orden global.
¿ASEAN como mediador?
Es aquí, donde el bloque regional de ASEAN ocupa un rol clave para proyectar equilibrio en términos de seguridad regional frente a la hegemonía de China. No obstante, es funcional para construir la estabilidad en este espacio estratégico de Asia. Un indicador de ello es la Declaración de ASEAN en 2002 sobre la Conducta de las Partes en el Mar Oriental (DOC), para que los Estados se abstengan de aquellas políticas que promuevan fricciones o disputas capaz de afectar la paz en la región.
A la luz de lo expuesto, se puede entrever que la cooperación entre los demandantes de las Islas y los Estados partes ASEAN, puede significar un recurso de importancia para sumar fuerza como unidad y así contrarrestar la asimetría de poder chino, teniendo a Indonesia y Singapur como mediadores o garantes. Así, Malasia, Brunei, Filipinas y Vietnam (una vez más, recodemos, Estados demandantes) les será funcional repensar una estrategia conjunta para resolver esta controversia, siendo una prioridad en sus respectivas diplomacias.
Desarrollo & Contenido
Vanina Soledad Fattori