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Mientras que la atención de la prensa internacional se concentra en los sucesos en torno a la crisis ucraniana, Siria experimentó un importante proceso electoral en un contexto de guerra civil, instalada desde el 2011. En estos tiempos transcurren tres años de un conflicto de alta intensidad con resultados que hacen de Siria un país devastado en todos sus niveles, cobrándose la vida de miles y miles de personas de la sociedad civil. Hablamos de una guerra civil que da cuenta de un verdadero atolladero, en el que 150 mil ha sido el número de víctimas mortales; más de un cuarto de la población civil ha sido desplazada y aproximadamente 3 millones de personas se encuentran bajo el carácter de refugiados en el exterior, en búsqueda de un lugar y hogar más seguro. Estos tristes datos nos arrojan un escenario poco alentador para el futuro de los niños sirios. La organización “Save the Children”, elevó un informe llamado  “Efectos devastadores. El impacto de los tres años de guerra sobre la salud de los niños de Siria”,[1] en donde vemos que los niños sirios están viviendo el conflicto más perjudicial para la infancia que se haya visto en la historia más reciente de la región. Viven limitados por la guerra y un indicador de ello es que, alrededor de 1 millón de niños y niñas viven sitiados y en zonas de difícil acceso, a las que UNICEF y otras asociaciones humanitarias no pueden asistir en forma periódica.
Tras este abatido panorama no podemos ser indiferentes de los sucesos que acontecen en Siria, el 3 de Junio se realizaron elecciones presidenciales en la que el pueblo decidió que Bashar al-Assad siga siendo su líder político, lo que generó un escenario de múltiples interrogantes para repensar el futuro próximo de un país que se encuentra inmerso el propio juego de la geopolítica, lo que complejiza aún más las posibilidades de alcanzar una pronta resolución.

Circunstancias geopolíticas  
Los países occidentales, con la política de Washington y el liderazgo francés, alentaron a la parte opositora a luchar contra el gobierno sirio buscando un resultado: un cambio de régimen para que Al Asad salga del poder. Pero han hallado un problema constante cuando se ha tratado de encontrar en la dispersa oposición, algún líder que sea afín a los intereses occidentales, que son leídos, también, como aquellos intereses geopolíticos de la región a los que al-Assad no da garantía alguna. En el transcurso de este largo conflicto, hemos vistos situaciones en las que han habido acusaciones de proveer armas a las facciones opositoras, sin embargo, éstas también se han alimentado de un importante apoyo mercenario proveniente de otros países de África.
Lejos, queda la foto del presidente francés Holland, levantando el brazo al «circunstancial y forzado» líder opositor Al Jatib, como intento de muestra al mundo de que Occidente lograba cambiar el Gobierno en Siria, en aquel momento lo invitaron a la “Cumbre de París” y le prometieron asistencia económica. Evidentemente, esto no ha traído un resultado fructífero para materializarlo como un indicador de victoria hacia las potencias occidentales.  Occidente no pudo sostener una voz estable con los dispersos opositores.
El actor que ha oficiado de contrapeso a esta influencia foránea dentro de los intereses soberanos de Siria ha sido Rusia. Moscú ha actuado junto acompañado por un discreto apoyo de Pekín para utilizar su poder de veto en el Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a los efectos de bloquear las iniciativas empujadas por Paris y Washington.
En el camino, recordamos aquel bloqueo al intento de intervención, que representó para el Presidente Vladimir Putin un crédito político en la opinión pública mundial por haber evitado las probabilidades de una guerra con consecuencias mayores, situación, que a la vez, dejó a la luz los errores estratégicos de la política exterior de Obama frente a Siria. 

Un suceso trascendental para Siria
El pasado 3 de Junio se plasmó el proceso electoral sirio, dando como ganador a Bashar al-Assad, quien ya gobierna en el país desde el año 2000 y que ahora lo hará por otros 7 años más, dando inicio a su tercer mandato consecutivo.
Los votos se realizaron en un contexto de incertidumbre, debido a cómo lograr elecciones legítimas en medio de atolladero que aún no ha sido resuelto. Si bien los occidentales y los opositores expresaron que se trató de una farsa y denunciaron la existencia de votos manipulados y fraude electoral, por otra parte observamos la postura de la diplomacia rusa a través de su Ministro de Relaciones Exteriores, Alexander Lukashevich, quien expresó que es verdad que las elecciones no pueden ser consideradas en un 100% perfectas desde el punto de vista de los estándares democráticos, porque el país padece las consecuencias de una guerra civil, pero es importante resaltar los esfuerzos de realizarla de la forma más conveniente para que pueblo sirio pueda decidir acerca del futuro de su país, razón por la cual se debe respetar la opinión expresada en las urnas. A pesar de las amenazas terroristas hacia las propias vidas de los ciudadanos y de las amenazas hacia la seguridad en general, acudieron a los centros de votación e hicieron su votación en pos de un mejor país. De este modo, Lukashevich sostuvo que no se debe dudar de la legitimidad de las elecciones.[2]
No obstante, lo cierto es que las votaciones se realizaron en el marco de la nueva Constitución Nacional y sobre aquellas zonas que se encuentran bajo el control del gobierno nacional. El informe presentado por el Tribunal Electoral sirio registró una participación del 73% de la población.Csyria
Sabiendo que al-Assad fue electo con más de los 80% de los votos, es conveniente preguntarnos qué tiene de novedoso este proceso electoral; resulta que por primera vez en décadas y tras tres años de conflicto, el pueblo sirio elige a través de su propia decisión al presidente, con la presencia de una ley electoral que impidió la postulación de gran parte de los opositores más radicales. Debemos remarcar que cuando al-Assad llegó al poder hace 14 años, prácticamente no tuvo oposición, centrifugando todos los votos. Luego, tras siete años más tarde, ganó nuevamente con el mismo panorama. Para esta oportunidad, se presentó frente a otras alternativas que eran opositaras pero no radicalizadas. Sin embargo, ésos candidatos eran sumamente desconocidos y carentes de liderazgo, hablamos de Hassan al-Nouri, ex ministro del gobierno y hombre de negocios y el legislador Maher Hajjar. Los occidentales pusieron en duda la real existencia de los mismos, argumentando que sólo fueron una “excusa” para dar un matiz de democracia al proceso electoral. Pero, a pesar de las críticas, al-Assad se consagró nuevamente Presidente bajo el lema de su compaña política, “no es su elección, el pueblo ha elegido”.
Citando las palabras del analista internacional y Director de Equilibrium Global, Dr. Alberto Huschenreuter, “Siria nos revela que la naturaleza de la amenaza (Tucídides diría el miedo) termina desbaratando toda lógica que defiende lo políticamente correcto; es decir, lo que hasta hace poco era inaceptable, la permanencia del implacable dictador al frente de Siria, termina siendo la mejor opción.”[3]
Entonces, ¿este suceso electoral puede cambiar algo? Los acontecimientos que están por venir son difíciles de predecir, de modo que no podemos dar certezas acerca de lo que estas elecciones pueden modificar de acá en adelante, pero sí podemos decir aquello que no sufrirá alteración alguna. Durante el inicio de este atolladero fuimos testigos de diversas rondas negociadoras en la que occidente pedía por una transición política, transición que era leída por al-Assad como una dimisión total a su poder. Hoy vemos un presente en el que la opción dimitir ya no será una opción debatible, puesto que con la victoria ha logrado transmitir su tan ansiado mensaje: demostrar unidad nacional hacia el exterior y avance de su sociedad. Esto le otorga un fuerte poder que consolida su liderazgo, respaldado en el 88% de los votos a su favor. Pero no sólo eso, sino que también cuenta con superioridad militar en la mayoría de los lugares en disputa.
Por consiguiente, ¿el factor tiempo ha beneficiado, entonces, al régimen de Bashar al-Assad? ¿De qué sirvió la estrategia de alentar a una parte del pueblo a la luchar contra otra? ¿Qué impacto tendrá la victoria electoral frente a las posibles próximas rondas de negociaciones? ¿El resultado podrá influir en algo sobre estrategia tomada por occidente? ¿Finalmente, qué puede representar a partir de ahora un probable cambio de régimen político?
Nos surgen muchos interrogantes sobre cómo será la realidad siria ante los tiempos que se avecinan; si bien no podemos dar respuestas a todos ellos, sí encontramos una situación que da muestra de certeza: el sistema internacional continúa en una indígnate situación de parálisis, donde la diplomacia ha demostrado un fracaso total. Del mismo modo, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se ha convertido en un “órgano obsoleto”, debido a la incapacidad de dar respuesta conjunta para enfrentar esta crisis. Así, encontramos un país que requiere de la misma urgente atención que hace tres años atrás, siendo su sociedad civil la más vulnerable y quien padece las peores consecuencias, cobrando un fuerte protagonismo el anhelo del tan deseado fin de la violencia.

Desarrollo Contenido
Vanina Soledad Fattori – Relaciones Internacionales – Universidad del Salvador 

[1] “A Devastating Toll. The impact of three years of war on the health of Syria’s children”-Save the Children. http://www.savethechildren.org/atf/cf/%7B9def2ebe-10ae-432c-9bd0-df91d2eba74a%7D/SAVE_THE_CHILDREN_A_DEVASTATING_TOLL.PDF
[2] “Rusia considera legítimas las elecciones sirias y critica a occidente” – Russia Beyond the Headlines. http://es.rbth.com/noticias/2014/06/05/rusia_considera_legitimas_las_elecciones_sirias_y_critica_a_occident_40661.html
[3] “Siria. La suma de todos los miedos” – Equilibrium Global. http://equilibriumglobal.com/siria-la-suma-de-todos-los-miedos/

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