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«Perspectiva de India sobre la relación con su vecino: China.» El análisis del experto Subhash Kapila que interpreta que la India tiene una percepción aún no muy precisa sobre cómo posicionarse ante China. Kapila, graduado en Royal British Army Staff College y con experiencia en el Ejército de la India, repasa los puntos que describen a China como una amenaza; donde entiende que en el siglo XXI ambos países ya no sólo tienen fricciones por los territorios en disputa sino por un «juego mayor de la geopolítica en Asia». Compartimos este artículo en la sección «Perspectiva India» del portal de Equilibrium Global.

La India y el enigma o rompecabezas más confuso de su política exterior pasa, una vez más, por definir su perspectiva hacia su vecino; para comprender si China es el «amigo o enemigo» de la India. Y ciertamente existe una falta de precisión que gira en la política de la India sobre este asunto; ya que se genera un «ruido interno», siendo que para muchos se trata de «una amistad fingida» y que China sigue con frecuencia arrojando señales confusas. La falta de claridad llega a grado de misterio de la política exterior hacia los chinos, y en estos tiempos tan complejos para las Relaciones Internacionales, hay necesidad de tomar acciones.

Recientes informes de prensa indican que el Secretario de Asuntos Exteriores indio Gokhale, envió una nota al Secretario del Gabinete indicando que los líderes y funcionarios indios no deberían asistir al evento Dalai Lama llamado ‘Thank Yu India’ en Nueva Delhi, sin desestimar ni tener sensibilidad por las posturas de China sobre el Tíbet. Tomando en cuenta este dato, la Administración Central Tibetana cambió de lugar este evento y lo propuso en Dharamsala. ¿No es una lástima que bajo el liderazgo del Primer Ministro Narendra Modi, sea el Estado indio, una vez más, percibido como poco determinado en su política exterior? Principalmente esto sucede, «rebota» en las capitales asiáticas como una debilidad, o incluso cae bajo presiones las chinas. ¿Es esa la imagen que la India desea proyectar en un momento en que la comunidad mundial reconoce a nuestro país como una potencia emergente?

Es irónico el hecho de que el Primer Ministro Narendra Modi, quien ganó laureles por manifestar su postura opuesta a China en el enfrentamiento de Dkalam y donde logró una reacción de Pekín, se vea ahora con pocas energías para pasar de sus palabras a los hechos. Aún suena más irónico el hecho de que, incluso, un apologista chino confirmado como el ex Primer Ministro Nehru, desafió a China dando asilo político al Dalai Lama y los tibetanos en 1959 y ahora tenemos en 2018 el Secretario de Relaciones Exteriores de Modi emitiendo una orden que asciende a SS Dalai Lama y los tibetanos haciendo referencias para satisfacer y contener a China.

A marzo del 2018, todavía no existen elementos convincentes que hayan surgido desde el gobierno de la India para impulsar un cambio en las actitudes de la misma y generar una relación estratégica con China, al margen de la evaluación personal del nuevo Secretario de Relaciones Exteriores de India, Vijay Gokhale. Sus publicaciones en Hong Kong, Taipei y en Pekín, pueden haberlo convertido en especialista en China, pero no necesariamente en un adivino preciso de las actitudes políticas de China hacia la India.

Comprender e interpretar las actitudes hostiles de China no puede ser exclusividad del principal funcionario de la política exterior de la India. Las evaluaciones netas de la India sobre China desde 1962 han confirmado consistentemente que la amenaza de China a la India es una «amenaza latente» y que en este año en curso hay muchos datos que exponen que esto se multiplicará. Por ejemplo: China no ha restablecido visiblemente sus políticas de Asia meridional, y en ningún caso considera los intereses estratégicos de la India. Por el contrario, China ha perseguido vigorosamente las políticas «anti-India» desde que la asunción del presidente chino Xi Jinping, que hoy ya tiene un perfil monárquico.

Desde 2014, la constante expansión militar de China a escala global pone ahora a nuestro vecino en categoría de ‘Amenaza Militar’, midiendo el equilibrio armamentístico y las desafiantes actitudes de desoír los dictados del derechos internacional (como en el Pacífico por el litigio con Filipinas). De modo que es cada vez más prominente su inversión militar, más potente e incluso, con más prepotencia.

En este contexto, la India no puede permitirse el lujo de tener una postura pasiva hacia China, no puede haber margen para actitudes políticas de sometimiento que abran hipótesis de debilidad ante los intereses de China. Dado que el componente militar son utilizados como respaldo en el brazo político y económico, es imperativo que la diplomacia de India reajuste su posición hacia China, pero la mayor iniciativa tiene que venir de las Fuerzas Armadas de la India.

Tal vez en diferentes latitudes del planeta sea difícil tener una profunda percepción de estas amenazas, pero la India tiene que redoblar esfuerzos por defender su soberanía, teniendo en cuenta la extensa frontera con China y por supuesto, las disputas existentes.

Hoy, hay varios puntos que parecen ser pasados ​​por alto en los discursos oficiales de las autoridades indias sobre China, y estos asuntos giran en torno a factores que se destacaron en mi libro «Confrontación militar China-India: Perspectivas del siglo 21» (2015), y que sinteticamente puedo citar de la siguiente manera: «La confrontación militar entre China y la India en curso en el siglo XXI ya no se limita a las disputas entre China y las fronteras de la India con el Tíbet, que está ocupado por China. Ahora se ha transformado en un feroz ´juego de poder geopolítico y lucha´ en el que China ha exhibido posturas sin restricciones contra la India. Los diseños hegemónicos de China en Asia son un precursor de su Gran Estrategia final de lograr una ´Equivalencia Estratégica con los Estados Unidos´. Lo que sitúa en el medio son las dos potencias asiáticas contendientes de India y Japón, con quienes China tiene una historia de antecedentes conflictivos.»

 

China no está dispuesta a ceder ningún espacio estratégico en Asia, menos a la India o a Japón. La competencia geopolítica, por la expansión, la influencia y mayor poder, alcanza a todo el continente asiático, pero un foco sensible es la confrontación fronteriza que se gesta desde hace décadas en el Tíbet. De hecho, mi primer capítulo en el libro se refiere al Tíbet como el problema central de la India en la confrontación militar entre China.

Actualmente, la India está en la posición única de jugar tanto «La Carta de la India» como la ‘Carta del Tíbet’ para su competencia contra China; pero esto será un hecho si los líderes políticos indios y su establishment o grupo de poder de política exterior, no caen en la timidez nehruviana y la falta de «voluntad política». India tiene que desarrollar más sus estrategias de poder y sus herramientas (influencia) que le permiten un mayor para protegerse de la amenaza de China.

En la discusión del presente, lo que está en juego es el establecimiento de «percepciones adecuadas» en la opinión pública. Para ello es necesario ajustar muchas interpretaciones erróneas que tiene hoy nuestro establishment, es decir, aquellas voces con peso en las decisiones de nuestra política exterior. Y también es necesario debatir sobre cómo salir a jugar la «carta del Tíbet» sobre la mesa. Pero presentado una estrategia sólida, ya que el status-quo desde hace décadas muestra que China tiene un estado de conformidad con la realidad de hoy. De hecho, la ‘Carta del Tíbet’, es tal vez la herramienta de la influencia más poderosa que India tiene sobre China. El control de Pekín sobre el Tíbet ocupado por China no puede ser eterno. En China saben, e incluso se teme, que como ya sucedió en 2008, el Tíbet podría estallar en protestas y disturbios e incluso, un eventual estallido se puede volver violento.

Esto se puede ensayar producto del eventual fallecimiento del Dalai Lama. Y anticipándose a estas hipótesis, China ya ha dejado en claro que en Pekín designarán al sucesor. Pero en realidad hay temor a que la gran población tibetana en la India y que Occidente no acepte la elección del Dalai Lama impuesta por los chinos. Y si nos preguntamos si China anteriormente ha mostrado alguna una sensibilidad a las preocupaciones de la India, la respuesta es que no. Y con el asunto del Tibet, evidentemente hay una preparación táctica de Pekín a eventuales reacciones que puedan favorecer los intereses de India.

Por ello, la política exterior india no deberían albergar ninguna duda sobre las intenciones de China. Pekín busca desvalorizar el peso y la Influencia de la región. Esto hay que leerlo estratégicamente, y allí surge una oportunidad para India: que en las capitales asiáticas sepan que nuestro país es garante e incuso proveedor de seguridad regional contra una China que se muestra sin control en sus ambiciones.

Siguiendo la linea de lo expresado anteriormente, podemos decir que, entonces, la competencia geopolítica en este 2018 se centrará en gestionar percepciones mencionadas en la región. En efecto, la India se puede encontrar en la encrucijada de superar la vieja doctrina de No Alineación y a la vez, de no caer en las «emociones» que implica que la opinión pública en nuestro país perciba debilidad. India tiene que definir sus inclinaciones políticas para abrir cambios que signifiquen un escape a los desafíos complejos como el la confrontación militar con China. Las cosas tienen que volver a un estado de normalidad superando los acontecimientos de mediados de 2017, del enfrentamiento de Dokalam.

Mientras que China está enfocada en una política de «contención de la India», algo que se viene desarrollando casi en forma ininterrumpida después de 1962, en India tenemos los remanentes de los antiguos «gladiadores de No Alineación», miembros del establishment de la política exterior de la India, que evidentemente están sucumbiendo a los intentos espurios de Pekín. Debería ponerse en duda la mirada romántica por la paz y la amistad. O acaso, si miramos en un espejo, ¿cómo han sido los movimientos estratégicos chinos a mediados de la última década? Por supuesto, no fueron en mismo sentido.

Tengamos presente, el Ministro de Relaciones Exteriores chino afirmó que su país y la India no tienen otra opción que «bailar el tango», dando a entender que tienen que tener una convivencia. Pero en la práctica, en los altos Himalayas no puede ser tan fácil pensar en la amistad entre China y la India. Si China tenía sentimientos genuinos por la amistad de India, entonces, ¿cuál era la necesidad de emprender una estrategia de «contención política, estratégica y militar» en la última década? ¿Por qué la forja del Eje Militar China-Pakistán? ¿Por qué el Corredor Económico de China y Pakistán, tal como se explica en mi libro sobre la superación de los despliegues militares defensivos del norte y el oeste de la India? ¿Por qué los reiterados vetos de China en las Naciones Unidas para detener a los principales líderes terroristas yihadistas islámicos de Pakistán como «terroristas globales»? ¿Por qué el Dokalam Military Standoff en un sector anteriormente pacífico? ¿Por qué China está reforzando su presencia militar Dokalam en fuertes fortificaciones militares permanentes? La lista de cuestionamientos es interminable y el establecimiento de la política exterior de la India que defiende las relaciones pacíficas con China no tiene respuestas lógicas y convincentes para proporcionar. ¿Qué percepción sobre esto?, India lo siente, y aconsejaría que el establecimiento de la política exterior de la India no debería estar encabezado por quien parece sufrir un Síndrome de Estocolmo.

Los líderes políticos de la India confían demasiado en su referente de exteriores, que domina muy bien el mandarín, pero eso no significa que estén descifrando acertadamente las intenciones de los líderes chinos. La política de la India hacia China tiene que profundizar su estrategia. La India tiene que apoyarse en un capital: en el mundo se considera a nuestro país como una potencia emergente. Y hay que maniobrar entre lo que tiene que ser las legítimas aspiraciones de liderazgo de India y la reacción que esto pueda generar en nuestro vecino. Pero sin una base definida de estrategia, ¿hacia dónde se proyectará la India?; ¿hacia consolidar su posición de tigre asiático o hacia convertirse en un actor estatal sometido a la imposición de China?

La dirigencia de india no puede ignorar a la opinión pública, que percibe a China como un «Estado enemigo» continuamente involucrado en la reducción de tamaño de la India. A sumar, otro elemento sensible en la población; se ve a China coqueteando permanentemente con el otro Estado enemigo, Pakistán. El gobierno de Modi y su aparato político no han avanzado en transmitir argumentos convincentes a sus ciudadanos para explicar que India ha restablecido imprevistamente sus relaciones con China, sin que las buenas intensiones no despierten desconfianza. China puede encontrar a nuestro país en desventaja en la competencia militar, además los tiempos electorales son diferentes, porque India comienza el período previo a las elecciones generales de 2019.

Entonces, el Estado indio debe tener una continuidad en sus formulaciones de política hacia China, viendo el panorama más amplio y teniendo perspectivas geopolíticas de largo alcance como lo hacen los actores relevantes del sistema internacional. Si bien la paz y los diálogos para negociar con los chinos son eminentemente deseables y deben perseguirse con vigor, incumbe igualmente tener presente un política de defensa para la ‘Preparación para la Guerra’, nada impide que suceda una Segunda Guerra Fronteriza impuesta en territorio indio combinada por China y Pakistán. Este peligro acecha cuando la política exterior india está divorciada de las evaluaciones militares de sus planificadores militares. El confuso enigma del establishment de la política exterior india se desvanecería en el momento en que los planificadores de política exterior de la India no sucumban impulsivamente a las migajas de amistad lanzadas por China con poca confianza en la creencia de que India se arrastraría y se inclinaría hacia China.

Para concluir, deben considerarse las siguientes observaciones: el enigma o confusión de la política exterior de la India hacia China se debe a su incapacidad en reconocer que la amenaza de China a la India es una «amenaza latente». Amenaza que aumenta en tamaño y magnitud. Y esa confusión se debe a que hay muchas reticencias por romper viejos moldes de pensamiento en la diplomacia de India. La «amenaza de China» no es sobredimensionada, nunca debe ser subestimada o desvalorizada por ningún órgano del Gobierno indio.

China, que ha estado en las últimas décadas realizando un esfuerzo sostenido para restablecer su política de Asia meridional, donde no tiene en cuenta que la India también tiene intereses; no podemos esperar que respete las sensibilidades estratégicas de India. Y en este contexto, el Estado indio no puede dejar de tener presente la posibilidad de activar su ‘Carta del Tíbet’, no puede bajar ni esconder su postura para complacer los deseos de China. Por otro lado, India no puede permitirse mostrar posiciones divididas ni divergencias en lo que se refiere a la «amenaza». No lo deseamos, pero si ocurre, si se llegaran a desarrollaran enfrentamientos militares, son las Fuerzas Armadas Indias que tienen que neutralizar la propensión de China.

Por el Dr. Subhash Kapila (Grupo de Análisis de Asia del Sur)
Papel No. 6356 (Fechado Marzo de 2018)

Recurso del sitio web de South Asia Analysis Group: http://www.southasiaanalysis.org/

Transcripción al español por Mariano Danculovic-Relaciones Internacionales UCA

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