Desde «Equilibrium Global» adoptamos consignas comunicacionales para dar a conocer nuestros ejes conceptuales como medio de prensa independiente. Una de estas consigas es descripta con esta frase: «son tiempos del empoderamiento del ciudano en el campo de las relaciones internacionales». Desde nuestra red de alianzas con think-tanks y expertos en diferentes capitales del mundo, compartimos estas reflexiones de Antonio Yelpi desde Santiago de Chile. El Director Ejecutivo de CEDEPU pone en relevancia el factor de las organizaciones para capturar las motivaciones que en el presente, emergen muy activamente desde la sociedad civil. En tiempos de un ascenso de la cultura internacionalista, los escenarios socio-culturales en América Latina encuentran muchos puntos en común en los diferentes países de la región. Una de las características es sin duda el papel del ciudadano involucrado en la agenda pública y motivado a convertirse en agente de cambio y esto, sin duda encuenta un canal directo a través de las ONGs.
El término “sociedad civil”, ha sido ampliamente utilizado por distintos sectores políticos, ideologías y hasta para identificar ciertos programas o acciones cívicas, iniciativas, e incluso para justificar algunas actividades que para nada se vinculan con su verdadera naturaleza, con el objetivo de obtener ciertos y determinados fines.
Es importante resaltar que esta expresión se ha utilizado desde tiempos memorables, en especial en la antigua Grecia•, cuna de las ideas, la formulación democrática y los pensamientos críticos, allí pues, por primera vez se habló incluso de sociedad civil como una expresión de la organización dentro de este sistema político.
Ciertamente el término sociedad civil, como concepto social, designa a la diversidad de personas que, con categoría de ciudadanos y generalmente de manera colectiva, actúan para tomar decisiones en el ámbito público que consideran a todo individuo que se halla fuera de las estructuras gubernamentales.
Su importancia hoy es fundamental, pues es a través de esta que la sociedad cívica y ciudadana se organiza y acciona contenidos, relatos, mensajes e ideas, su importancia es tan relevante que él para el BID, trabajar con las OSC y ONGs u organizaciones del tercer sector, es un trabajo crucial no sólo para el cumplimiento de los objetivos de la institución, sino también para generar espacios de participación que posibiliten darle voz a las comunidades, poniendo a disposición toda la experiencia acumulada y generando conocimiento, ello, por cierto, garantiza la inclusión, recursos y accesos a distintos mecanismos.
Alexis de Tocquevilles identifica «la sociedad civil» con el conjunto de organizaciones e instituciones cívicas voluntarias y sociales que fungen como mediadores entre los individuos y el Estado. Esta definición incluye, pues, tanto a las organizaciones no lucrativas u organizaciones no gubernamentales, como también a las llamadas asociaciones y claramente las fundaciones de toda índole. El concepto decimonónico incluye también a las universidades, colegios profesionales y comunidades religiosas, en suma, la sociedad civilmente organizada.
La sociedad civil jamás estuvo bajo el escrutinio público tanto como en la actualidad. Los disturbios políticos y económicos que siguieron a la Guerra Fría afectaron profundamente la distribución del poder, como los movimientos sociales en España reciente y las llamadas luchas universitarias y estudiantiles en Chile y México.
Con anterioridad, los Estados reclamaban el monopolio del poder bajo la forma de soberanía del Estado; hoy esa autoridad está en declive. En la actualidad, el poder lo reclaman o cuestionan cada vez más los negocios globales y la sociedad civil, movimientos organizados o espontáneos, como aquellos que dieron origen a las primaveras árabes, los inconformes y los distintos grupos de presión, desde las minorías sexuales, étnicas, pro aborto, pro paz, pro animales, etc.
Las ONG ofrecen actualmente más asistencia para el desarrollo que todo el sistema de las Naciones Unidas, en un gran número de países, estas organizaciones están ofreciendo servicios comunitarios esenciales que los gobiernos tambaleantes ya no pueden proporcionar, situación muy propia de algunos países de América Latina y África.
Para nadie es un misterio que en el presente el marco de acción la sociedad civil se ha diversificado enormemente y abarca una muy variada gama de instituciones. Hay sectores de la sociedad civil que son apéndices del estado y otros lo son del sector privado. La suposición acerca de la autonomía de la sociedad civil no siempre se confirma; en muchos países, organizaciones de la sociedad civil se han convertido en un medio por el cual partidos políticos, parlamentarios, sindicatos o movimientos sociales, entre otros, canalizan recursos públicos en su propio beneficio y/o políticas clientelistas, casi no hay países de la región ausente de esta realidad, signo Chavista, Neoliberal u otro.
En el seno de las ONGs de nuestros países podemos distinguir dos tipos ideales en términos de sus focos de actividad: las que se dedican a acciones de incidencia social defendiendo causas generales, y las de intervención social, ocupadas en desarrollar actividades en lugares con poblaciones específicas.
No obstante, estudios recientes muestran que Latinoamérica es la región más pacífica, pero que a la vez presenta las mayores desigualdades sociales. Así y todo, países como Honduras, Venezuela y México muestran tendencias al desarrollo de conflictos violentos o armados muy duros, donde el rol de la sociedad civil como actor mediador es determinante, sea a favor, pasivo o en contra.
En los últimos años, debido, por un lado a la democratización de América Latina y la emergencia de los caudillismos y populismos reales con llegada de gobiernos con nuevos enfoques y, por otra parte, como expresión del creciente peso de las organizaciones de la sociedad civil, en varios países de la región han habido numerosas personas que teniendo una trayectoria larga de autonomía, propuesta alternativa y fiscalización independiente del Estado, han sido invitadas a ejercer funciones públicas importantes. En suma, el asunto es saber determinar el rol, marco regulatorio y espacios de desarrollo de la sociedad civil; su aporte es determinante, muchos líderes, ex presidentes y otros han abrazado distintos campos y causas, lo han hecho en campos vinculados a derechos humanos, género, programas sociales, defensa, seguridad, justicia, políticas sobre medio ambiente, etc. Ello es justamente lo que identifica su accionar, la civilidad y el puente de plata entre el ciudadano y el estado, el tema es romper el clientelismo, abordar causas justas y aprender de las experiencias de intelectuales y activistas de sociedad civil en torno a la función pública en nuestra rica, diversa y variada América Latina.
Por Antonio Yelpi
Director Ejecutivo ONG CEDEPU – Santiago – Chile