Compartimos recurso desde el «Lowy Institute» de Australia, una vez más siguiendo los sucesos relevantes del «factor Afganistán», en cuenta regresiva para la retirada de tropas internacionales y la incertidumbre en la cual se encuentra el país. Martín Rafael López prepara un reporte de las opiniones del experto Dr. Rodger Shanahan, una vez más consultamos a este miembro del «Instituto Lowy» de Política Internacional, donde reflexiona sobre el papel de Australia en la guerra en Afganistán y el impacto en el país.
Desde el momento en que George Bush comprometió cientos de miles de soldados, cientos de billones de dólares y el enfoque de los cerebros políticos y militares de Washington para invadir y ocupar Irak y dejar un número relativamente pequeño de fuerzas para llevar a cabo una operación de contención en Afganistán, cualquier posibilidad de victoria estaba perdida. La tecnología es maravillosa pero las personas tienen su atracción propia, y salvo durante el corto período durante el avance, la coalición nunca tuvo la cantidad suficiente de personas para resolver los múltiples problemas que aquejan a Afganistán.
Pero en Afganistán, lo opuesto a la victoria no es la derrota. El Afganistán del 2014 será diferente al del 2001. Este no será un modelo de democracia y nunca lo fue. El control del gobierno nunca estuvo y no va a llegar a todos los rincones de Afganistán. La corrupción no va a desaparecer y era irrealista asumir que se iría. Pero el control del gobierno se puede ejercer a través de los principales centros de población; el enfoque talibán de ordenar la sociedad a expensas del desarrollo de un Estado ha sido reemplazado por un Estado en desarrollo que opera en una sociedad conservadora; una clase media urbanizada esta emergiendo intermitentemente; y la educación y atención médica han mejorado dramáticamente a través de la década de presencia de la coalición. El objetivo inicial más importante de la misión, para impedir a los terroristas el libre uso de Afganistán como un área de planificación, formación y zona de espera para los ataques contra Occidente, se ha logrado en gran medida. Ellos han re-emergido en otras áreas pero están fracturados y a la defensiva. No es un triunfo seguro, pero está muy lejos de ser una derrota.
Tal vez es la naturaleza de los conflictos modernos, y una lección que Australia y Occidente deberían aprender. Quizás sea el momento, después de más de una década de guerra en países lejanos, para cambiar nuestras expectativas de lo que consideramos una victoria. Los triunfos y las derrotas serán relativos, más que medidas absolutas. La victoria ya no se mide en la rendición total, sino en dejar una sociedad con un Estado justo y capaz de gobernar mejor que antes de que las operaciones militares comiencen y con un mayor potencial de desarrollo. No es una garantía de desarrollo, sino un potencial. Con esa medida Irak podría ser considerado un fracaso y Afganistán un éxito. Después de todo, hoy Kabul se ve positivamente tranquilo en comparación con Bagdad o Damasco.
Australia jugó el papel de manera irregular pero cada vez más comprometido como socio militar. Durante mucho tiempo fuimos reticentes a tomar el mando de Uruzgán. Australia finalmente se dio cuenta que era posible que todos pudieran salir más o menos al mismo tiempo. La provincia no era ni la más ni la menos peligrosa en Afganistán, como lo atestigua la muerte de 40 soldados y cientos de personas heridas. A última hora, Australia vio el potencial para un mayor enfoque holístico gubernamental y esperamos con optimismo que el conocimiento que hemos obtenido de esta experiencia sea utilizado para informar mejor estos procesos para futuras contingencias. Uruzgán ha tenido una significante inversión en ayuda al desarrollo, mediante la construcción de escuelas y clínicas. Pero a menos que el gobierno afgano no equipe aquellas escuelas y clínicas con sus respectivos maestros y médicos, nuestro legado será que hemos construido pero no desarrollado la provincia.
En cuanto a la gestión de la alianza, nuestra experiencia con Afganistán habrá sido más positiva que Irak. Mientras que Estados Unidos estaba dispuesto a cualquier socio en su diplomáticamente huérfana aventura iraquí, Australia estaba dispuesta a proporcionar personal y entrenadores incorporados de su cuartel general, pero cuando finalmente accedió a enviar un grupo de trabajo eligió la provincia más segura. En Afganistán, la aceptación del riesgo creció como centro de atención. Una década de operaciones ha hecho que el ejército, en particular, esté mejor equipado y experimentado de lo que ha sido durante décadas. También cuenta con una generación de oficiales y soldados experimentados en operaciones dentro de un entorno de coalición en una sociedad compleja. Esperemos que esta generación haya aprendido que la victoria y la derrota son ahora términos relativos.
Desarrollo & Contenido & Adaptación al español
Martín Rafael López – Universidad Católica de La Plata
Foto: Dr. Roger Shanahan
Ex oficial del ejército, con amplio servicio en el Grupo Batallón de Paracaidistas (PBG) y ha tenido servicio operacional con la ONU en el sur del Líbano y Siria, con el PBG en Timor Oriental, en Beirut como oficial de enlace militar durante la guerra de 2006 y en Afganistán en varias ocasiones desde 2008 a los fines de llevar a cabo investigaciones operacionales. También se ha enviado a las embajadas australianas en Riad y Abu Dhabi. Dr. Shanahan tiene master en Relaciones Internacionales y Estudios de Oriente Medio de la ANU, y un doctorado en Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Sydney. Ha escrito numerosos diario y medios de comunicación, tanto artículos de política como autor de las publicaciones Clanes, las Partes y los clérigos: los chiíes del Líbano .