Admirar estos valles entre las dos cadenas de los montes Cáucaso permite comprender la importancia de este corredor que comunicaba este y oeste, que hacen de esta región una particular encrucijada de caminos. Siguen siendo testimonios concretos de esa interconexión y de la importancia nodal de Tbilisi, el pasaje de la vía férrea que une Bakú con Kars en Turquía, o los ductos que bombean petróleo y gas desde la capital azerbaiyana hasta territorio turco, y desde allí, hacia el occidente europeo.
Al igual que en otras ciudades de la región (como Bakú), los caravansarai eran las posadas donde recalaban las caravanas y mercaderes durante sus viajes y giras comerciales. En el viejo Tbilisi quedan apenas registros en pie de aquellas construcciones y reminiscencias del antiguo arenal contiguo a la ciudad vieja donde descansaban los camellos luego de aquellos largos recorridos, donde hoy se encuentra el parque Rike, dominado por el supermoderno Palacio de la Música y Exposiciones.

El viejo Tbilisi está poblado de unas particulares construcciones de pocos pisos, con un patio central. Al principio, pertenecían a un solo grupo familiar, para más adelante convertirse en la vivienda de diferentes familias, que por lo tanto debían compartir los servicios básicos del hogar. Hoy muchas de ellas se encuentran en mal estado de conservación, pero todavía atestiguan el carácter típico de la vida comunal en aquella vieja sociedad y que, según comentan, todavía conserva la moderna sociedad georgiana.
Los georgianos son pueblos y ciudades de balcones. Seguramente determinado por la climatología, la existencia de balcones hace a la esencia del georgiano y su relación con su entorno, símbolo de conexión de su hogar con el mundo exterior. Los característicos balcones de hierro o madera pululan por la ciudad, desde sus presentaciones más tradicionales hasta las adaptaciones a la arquitectura contemporánea en altura. Hasta el hermoso Public Hall, de 2012, con su curiosa forma de hongos o paraguas superpuestos, fue concebido con sus balcones mirando al río.
A este río, cuyo derrotero serpenteante va generando hermosas perspectivas, lo cruzan varios puentes construidos en diferentes épocas: el Metekhi —controlado por la iglesia homónima y la imponente estatua ecuestre del rey Vakhtang Gorgasali, fundador de la ciudad—, el Saarbrucke, el Nicoloz Baratashvili —poeta del romanticismo georgiano—, y el más moderno puente de la Paz de 2010, que con su sinuoso diseño de acero y vidrio sintetiza el avance del país hacia el progreso y su apertura al mundo, como lo hace la torsionada nueva Torre Cityzen, diseñada por Zaha Hadid.
Del otro lado del río, en la ciudad nueva, la avenida Shota Rustasveli —poeta georgiano del siglo XII— es la más elegante y significativa del centro de la ciudad. Escaparate de la París del Cáucaso, a lo largo de su recorrido desde la emblemática plaza Libertad, donde un doradísimo San Jorge se ensaña con el dragón sobre una columna, se encuentran de manera contigua importantes edificios del quehacer político y cultural del país, como el palacio de estilo estalinista del Parlamento de Georgia —escenario de concentraciones desde las elecciones legislativas de noviembre de 2024—, los Museos de Bellas Artes y Nacional, la Ópera, el Ballet Nacional, así como imponentes hoteles y la emblemática plaza de la República, bautizada de la Revolución de las Rosas, en conmemoración de los acontecimientos del año 2003.
La ciudad presenta una red de sinuosas calles que suben y bajan por las colinas, que obedecen a como fue creciendo a lo largo del tiempo, a lo cual se suman avenidas de trazado más moderno, como las que contornean el curso del río, o los ejes de las avenidas Baratasvhili, la ya referida Rustaveli, Petre Melikishvili e Ilia Chavchavadze (en el distrito de Vake), que vertebran el eje de la zona más elegante de Tbilsi.
Mtskheta, patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, fue la antigua capital del entonces reino de Kartli, hasta su traslado a Tbilisi, como fuera referido. En su catedral de Svetitskhoveli, la más grande de Georgia hasta que se inauguró la nueva catedral de Tbilisi en 2004, se encuentran enterrados muchos reyes georgianos, entre imágenes de la Virgen María, Santa Nino, y las omnipresentes referencias a las uvas y las viñas. Es la sede del Patriarcado de Georgia, y desde su construcción en el siglo IV, ha resistido asedios e invasiones de árabes, persas, mongoles y rusos. Bajo una de sus columnas, cuenta la leyenda que se encuentra la túnica de Jesucristo, comprada por un judío de Mshketa a un soldado romano en el mismo Gólgota de Jerusalén.

Otra de las muestras de ese carácter sedimentario que presenta toda esta región es su gastronomía. La gastronomía va hilvanando a la sociedad georgiana del presente con su pasado y los pueblos que dejaron su huella cultural. Dentro de la variedad de vegetales, quesos y carnes en sus diferentes elaboraciones, sobresale el plato estrella de la cocina georgiana: el khachapuri, que en sus variedades más difundidas, se trata de una masa horneada o frita, rellena de queso o con la masa en forma de barco y un huevo por encima del queso fundido (variedad llamada khachapuri adjaruli, típica de esa región costera con el mar Negro). Hay tantas variaciones de este plato como regiones tiene el país. Además de esta especie de pizza á la georgiana tenemos los khinkali, unos dumplings rellenos de caldo y carne sazonada, todo lo cual marida a la perfección con algún vino del país.
Recostada sobre el mar Negro —para la próxima quedó visitar Batumi y la costa—, Georgia mira hacia el oeste sin renegar de su vocación de nexo y cruce de caminos. Reivindicando ese rol, Georgia forma parte de todas las iniciativas propuestas para conectar y desarrollar infraestructuras logísticas y energéticas a través del corredor que cruza el mar Caspio desde Asia Central, como el New Eurasian Bridge de la Belt and Road Initiative china y la Trans-Caspian International Transport Route. Mucha publicidad estática en las calles de Tbilisi vuelven a recrear esa potente imagen de la Ruta de la Seda para promocionar las virtudes de esta tierra en materia de conectividad y tránsito.
No sabemos si Georgia terminará adoptando su nombre en georgiano, Saqartvelo, para ser reconocida internacionalmente —como lo hicieron recientemente Türkiye o Bharat—. Se realice o no, su identificación como una tierra de tránsito, buena acogida y ese dinamismo propio de las “regiones de frontera” seguirá presente, desde que fermentó y se ofreció el primer cuenco de vino de estas tierras.
Por Dr. Ramiro Rodríguez Bausero.
Diplomático de la República Oriental del Uruguay. Analista Internacional. Docente. Académico del Consejo Uruguayo para las Relaciones Internacionales. Ministro Consejero del Servicio Exterior de Uruguay (ingreso por Concurso de Oposición y Méritos, 2009)
Actual Cónsul General de Uruguay para Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco. Profesor Cátedra de Historia de las Relaciones Internacionales, UDELAR.
Técnico en Comercio Exterior (Asociación de Dirigentes de Marketing Uruguay, Universidad de la Empresa ADM-UDE)
Miembro de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África, ALADAA
Perfil instagram: https://www.instagram.com/ramirorodriguezbausero Blog personal: http://elcaminante2305.blogspot.com/ Twitter: @ramirorb23