Hong Kong constituyó en su momento un enclave colonial en la costa del sur de China. La solución adoptada para terminar con su situación se caracterizó por una postura eminentemente pragmática y original, especialmente en materia de preservación de libertades económicas, dado el peso de Hong Kong en la economía global como centro financiero. Esta postura pragmática de “un país, dos sistemas” fue aplicado exitosamente tanto en Hong Kong como Macao, ex colonia portuguesa.
En el marco de este principio “un país, dos sistemas”, los territorios de Hong Kong se integra como región administrativa especial de la R.P. China, lo que le permite contar con un estatuto diferenciado, con sus propias instituciones, legislación, y la garantía de mantener por cincuenta años más el sistema capitalista a partir de la fecha de retrocesión a China.
Breve síntesis histórica de Hong Kong
La zona que ocupa la región especial de Hong Kong fue durante mucho tiempo un puerto dedicado a la comercialización de la sal y pesca, además de servir como base naval. La actividad comercial, de cierta importancia, generó la atención de las potencias occidentales, particularmente Gran Bretaña, interesada en el comercio de seda, té y otros productos de la región. En materia de intercambio comercial, era abiertamente desfavorable a los británicos, lo que llevó a los británicos a buscar mecanismos para compensar el déficit en el comercio bilateral. La respuesta fue el comercio del opio. El creciente contrabando de este narcótico, con serias consecuencias para la salud de la población china, decantó en un conflicto entre China y Gran Bretaña, la célebre “Guerra del Opio” que tuvo como consecuencias la cesión de la isla de Hong Kong (ocupada militarmente por los británicos en la guerra) y la tolerancia del comercio del opio. Por el tratado de Nanjing de 1842, China cedió la isla Victoria a Gran Bretaña. La nueva colonia se transformó no solo en base de comerciantes y traficantes de opio, sino también de banqueros vinculados al creciente comercio con Oriente.
El territorio de la flamante colonia fue ampliándose en 1860 con la cesión de Kowloon por la Convención de Pekín, y finalmente en 1899 con el arriendo por 99 años de los llamados “Nuevos Territorios” en el marco del Reglamento Especial de Ampliación de Límite de Hong Kong. Estos acuerdos fueron recordados tiempo más tarde por los chinos como los “Tratados Desiguales”, preludio del reparto de China por parte de las potencias coloniales europeas (que luego se agregó Japón), que para la suerte de Pekín nunca llegó a materializarse, dado el estallido de la Primera Guerra Mundial. No obstante ello, en los llamados “puertos del tratado” se impuso un régimen especial, donde se aplicaba la legislación extranjera, además de crear distritos especiales para extranjeros. También se crearon “áreas de influencia” comercial para las potencias signatarias de los “tratados desiguales”. En este proceso histórico, China perdió en la guerra chino japonesa de 1895 el control de Taiwán, el reino vasallo de Ryukyu, además de la apertura de nuevos puertos a los intereses japoneses. Estas circunstancias despertaron la reacción nacionalista. A fines de los años 20, Chang Kai Shek inicia un movimiento destinado a revisar los llamados “tratados desiguales” que el caso del Reino Unido no tuvo éxito.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hong Kong fue tomada por los japoneses, siendo recién liberada en 1945. Al finalizar la guerra, el conflicto de soberanía entre China y Gran Bretaña salió a la luz, en particular en relación a la rendición de las fuerzas militares japonesas ante los británicos, En la conferencias de El Cairo (1943) y Yalta (1945), los británicos se negaron a devolver el territorio ante los reclamos chinos, amparándose en los tratados derivados de la guerra del Opio.
En 1949 con el triunfo de la Revolución, Pekín adoptó una estrategia definida para recobrar el territorio de Hong Kong, que respondió a cuatro directrices: soberanía, estrategia, utilidad y seguridad. Esta línea de acción planteada por el gobierno comunista chino permitió que prevaleciera una postura pragmática, que significó la postergación del reclamo de soberanía, donde reconocían la ventaja en el corto y largo plazo de postergar reclamos sobre Hong Kong, hasta que los beneficios económicos y políticos fueran evidentemente mayores para China. Esta visión pragmática en relación a la cuestión Hong Kong, se observó en plena guerra civil, cuando los comunistas, en 1948 ante la victoria inminente, dieron señales claras que no invadirían el enclave británico.
Las relaciones diplomáticas entre Pekín y Londres quedaron rotas en 1950, todo ello a raíz de un conflicto sobre la propiedad de una veintena de aviones chinos que quedaron en Hong Kong. Las relaciones ya eran tensas desde la rendición de las tropas japonesas en el enclave. En 1954 con el problema de Indochina, las partes iniciaron nuevas relaciones diplomáticas a nivel de encargados de negocios. Ya estamos en plena guerra Fría, y Hong Kong se transformó para Pekín en un punto de contacto con Occidente, limitándose por otro lado a estacionar fuerzas militares en una demostración de mantener la seguridad y estabilidad en la frontera común. Recordemos al lector, que en ese entonces, el gobierno chino radicado en Taiwán, era reconocido como legítimo representante de China, hasta su expulsión de Naciones Unidas en 1971, y fuera reemplazado por el gobierno residente en Pekín. Asimismo el enclave era también un punto de contacto con Taiwán. Es por ello que el reclamo sobre Hong Kong por parte de las autoridades en Pekín, quedó congelado, aprovechando el crecimiento de la colonia que tuvo en los 60, buscando beneficiarse de alguna manera con esta situación.
La llegada de la República Popular China, en 1972 a las Naciones Unidas en reemplazo del gobierno de la “China Nacionalista”, tuvo sus consecuencias para Hong Kong y Macao, que estaban incluidos en la lista de descolonización de la ONU, situación que abría las puertas a un escenario de autodeterminación. Los chinos exigieron el retiro de los territorios de la lista, ya que consideraban que el único destino era reintegrarse al territorio continental.
Los cambios políticos en China continental, tuvieron su impacto en la colonia. El triunfo de la Revolución, como la Guerra de Corea, trajo aparejado tensiones en la frontera, pero que no pasaron a mayores. El triunfo comunista en el continente, favoreció la llegada de capitales instalados en Shangai, junto a millares de inmigrantes, creando las condiciones para el despegue económico del territorio. Esto fue acompañado de una serie de medidas de fomento por parte de los británicos:
- Bajos impuestos y fortalecimiento de la moneda local (el 100% del circulante estaba respaldado por una cifra similar en libras esterlinas).
- Modernización del servicio civil, haciéndolo más eficiente y profesional.
- Justicia imparcial y libre de corrupción.
- Régimen de libre mercado, en todo aspecto, a fin de atraer inversiones.
- Desarrollo de una sólida infraestructura.
- Sólido sistema financiero – bancario.
- Mano de obra barata.
Los factores señalados transformaron a Hong Kong en un centro financiero y comercial de proyección regional. En los años 60 se observa un crecimiento de las industrias livianas, que inundan con sus productos de muy bajo costo a todos los mercados del globo. El sector servicios tuvo un importante crecimiento, destacándose el turismo, también el sector financiero creció notablemente, transformando la Bolsa de Hong Kong en una de las más importantes del mundo. La posición de “entrepuerto” ha significado que una parte importante de las empresas radicadas en la colonia, se dedicaran a la producción de bienes y servicios destinados a Estados Unidos, Japón, Sudeste de Asia, y particularmente la propia China. La apertura económica china a partir de 1978, significaron la posibilidad de trasladar gran parte de sus actividades económicas, en particular industrias livianas, a la zona especial de Shenzen, lo que significó ahorro de costos y el incremento de la competitividad del enclave. Esto es un claro ejemplo de la estrecha relación de China y Hong Kong, siendo el segundo no solo una puerta de entrada a Occidente, sino una herramienta para captar inversiones y desarrollar zonas aledañas al enclave. Por su parte, Hong Kong en este proceso reconvirtió su economía hacia el sector servicios.
El crecimiento económico, se tradujo, gracias a políticas activas del gobierno colonial, transformando el enclave en un verdadero “tigre asiático”, por sus altas tasas de crecimiento, el nivel de vida de sus habitantes, y una administración pública eficiente y reconocida como una de las menos corruptas del mundo. Mientras la colonia alcanzaba dicho nivel de desarrollo, vivía una situación paradójica, porque su futuro era incierto, su estatus político de colonia británica reclamada por la República Popular China, que había comenzado a presionar por la restitución del territorio. A principios de los años 90, Banco Mundial hizo un estudio sobre los “tigres asiáticos”, en el cual encuadra en ciertos puntos Hong Kong, que elementos o factores contribuyeron al desarrollo de estos países:
- Aspectos sociales: sociedades estables, con escasos disturbios e inestabilidad política. Estrecha alianza entre sectores productivos y financieros; instituciones públicas y privadas confiables; recursos humanos calificados y con gran capacidad de trabajo; alta tasa de ahorro; crecimiento poblacional moderado;
- Economía: políticas monetarias y fiscales ortodoxas, economías “abiertas”, rol activo del gobierno como promotor de políticas específicas en materia industrial; etc. A nivel micro, encontramos políticas laborales flexibles, políticas favorables a la acumulación de capital e inversión.
- Aspectos externos: políticas activas de impulso a las exportaciones especialmente orientado al mercado de Estados Unidos.
Hong Kong comparte dichas semejanzas, pero a su vez tiene sus particularidades, dado a la vigencia de un modelo capitalista de carácter “caótico”, dado el ambiente de libertad económica instrumentada por los británicos, donde se observa una tendencia de los sectores empresarios a obtener ganancias a corto plazo y un clima especulativo. Este clima de libertad extremo en materia económica, que en otros países pudiera llevar en otras regiones al fracaso, en Hong Kong fue un éxito.
En el marco de esta visión de “libertad económica extrema” el gobierno colonial no fomentó ningún tipo de industria, ni estableció mecanismos de apoyo crediticio a sectores en particular. El gobierno se limitó solamente a invertir en una sólida infraestructura y la promoción de las exportaciones, sin apuntar a ningún sector específico. No obstante este ambiente de “libertad económica extrema”, el Estado no estuvo ausente, sino que se concentró a proporcionar bienes públicos de calidad. Un ejemplo de ello, fue el esfuerzo en materia de política de vivienda, siendo el “terrateniente” más importante del territorio, es el gobierno del territorio, por medio de la Hong Kong Housing, dueño de las viviendas donde vive aproximadamente el 40% de la población.
El Estado ha sido responsable de desarrollar un sistema educativo público de calidad que va desde el nivel inicial al universitario, un sistema de salud barato y de calidad, además de un régimen sencillo en materia tributaria, con bajos impuestos. En materia laboral, podemos hablar de una verdadera “flexibilidad”, dado que los salarios han dependido de las condiciones del mercado, donde se observa un sindicalismo débil. Estos aspectos, alejan el modelo Hong Kong del “desarrollismo” de los “tigres asiáticos”. El sector público es sumamente reducido, pero eficaz y ha logrado por ejemplo, que parte del consumo de los sectores trabajadores fueran proporcionados por el gobierno, lo que permitió, durante la expansión industrial y la masiva migración proveniente de China, mantener bajo el desempleo y los salarios, que repercutieron en las ganancias y fomentara la inversión. Al alcanzar el pleno empleo permitió que el salario se cuadruplicara en 30 años.
En el año 1972, Londres y Pekín elevaron su representación a nivel de embajada, en coincidencia con el ingreso de la República Popular China a las Naciones Unidas y el retiro de la lista de los territorios a descolonizar de Macao y Hong Kong, así como la obligación de Londres de informar sobre dicho territorio.
El líder reformista del Partido Comunista Chino, Deng Xiaoping propuso en 1982 de la idea un país, dos sistemas, a fin de superar los reclamos de soberanía sobre Macao y Hong Kong. Cabe destacarse que esta propuesta o visión, está dada en el marco de un proceso de cambios o kaifang que significó la modernización de la economía china y la apertura del país al mundo. Incluso la propuesta fue mucho más allá, introduciéndose la idea de zonas especiales en la Constitución del país. La idea de un país, dos sistemas, respondió a juicio de varios expertos, a la estrategia de Pekín de recuperar Taiwan, que posteriormente se adaptó al proceso de retrocesión de dichos enclaves. Una muestra más de pragmatismo.
Las reformas de Deng, fueron más allá de la economía, se fijaron una serie de áreas, tales como defensa nacional, tecnología, agricultura. La nueva realidad estratégica, resultante de la caída de la Unión Soviética, para los chinos significó incrementar su esfuerzo a fin de incrementar su peso en el contexto internacional, no solo a través de políticas de desarrollo, sino a través del fortalecimiento de la defensa, y alianzas regionales El proceso modernizador de Deng, incluyó el envío de millares de estudiantes a Occidente, a fin de capitalizar los beneficios de los enclaves occidentalizados, y emplearlos en la modernización de la sociedad socialista china.
Las dudas generadas sobre el funcionamiento del modelo “un país, dos sistemas” fueron despejadas por la política china de promover valores tradicionales, que permitiría neutralizar cualquier posibilidad que las colonias de Macao y Hong Kong, en apariencia occidentalizados, se transformaran en una amenaza al rígido sistema político chino. Las zonas especiales, no son más que instrumentos de modernización para el resto de China, sin perder los valores tradicionales existentes y el control del poder por parte del Partido Comunista Chino. Esta situación, no impide que existan ciertas situaciones que generasen diferencias con Pekín, por ejemplo en materia religiosa, en particular con la iglesia católica y anglicana, y el funcionamiento del grupo Falungong, prohibido en China.
En 1982 se iniciaron las negociaciones entre Londres y Pekín, que coincidió con la cercanía del “vencimiento” del reglamento de arriendo de 1898. El primer antecedente en materia de acercamiento de las partes, fue el encuentro del líder chino Deng Xiaoping y el gobernador británico de Hong Kong en 1979, donde Pekín hizo saber su interés para resolver la cuestión Hong Kong. A partir de ese momento se inician las conversaciones bilaterales, dividiéndose estas en dos etapas:
Octubre de 1982 – junio 1983: intercambio de puntos de vista sobre puntos básicos.
Julio de 1983 – septiembre 1984: se celebran más de una veintena de rondas hasta el acuerdo del 18 de septiembre de 1984.
Los acuerdos abarcaron la Declaración Conjunta, y tres anexos que tratan la retrocesión de Hong Kong, directivas políticas chinas sobre la cuestión Hong Kong, documentos de viaje de los habitantes del enclave, y régimen de tierras. La citada declaración señalaba que a partir del 1° de julio de 1997 el gobierno chino recobraría el ejercicio de soberanía sobre Hong Kong, y ese mismo día restituiría el control de la colonia a Pekín. Asimismo el gobierno chino garantizaría un amplio grado de autonomía, el respeto de a los derechos y estilo de vida de los habitantes, mantenimiento del sistema capitalista, gobierno propio. Por otro lado el gobierno chino tendría competencias exclusivas en materia de política exterior y defensa, y el régimen especial duraría 50 años desde la fecha de retrocesión de la colonia a China. El territorio sería encuadrado como región administrativa especial. La Declaración abarcó otra serie de puntos sumamente importantes:
Aclaración del espacio territorial que sería devuelto a China, dado que la isla Victoria había sido cedida por el tratado de 1842, y parte del sur de la península de Kowloon. El acuerdo finalmente incluyó los territorios aludidos en los tratados de 1842 y 1860.
Mantener el régimen de puerto libre para Hong Kong.
Independencia aduanera y financiera, garantizando al territorio como centro financiero internacional.
Facultad de mantener vínculos económicos con Gran Bretaña y otros países, preservando los intereses económicos del territorio de Hong Kong.
Régimen especial sobre adquisición de tierras, fijándose limitaciones en materia de extensión de concesiones y régimen de arriendo con fecha máxima el 30 de junio de 2047.
Posibilidad de mantener vínculos con organizaciones internacionales y otros países, bajo la denominación Hong Kong China.
Emisión de documentos de viaje.
Autonomía en materia de seguridad interna conservando su sistema policial.
Creación de un grupo de enlace permanente y consulta entre las partes.
Régimen de ciudadanía, dado que China no reconoce doble nacionalidad, Londres reconoce el uso del pasaporte de los habitantes del territorio, posterior a la transferencia a China, pero con la salvedad que sus poseedores no tendrán derecho a residir en Gran Bretaña.
En 1985 comenzó el llamado período de transición, que terminaría el 30 de junio de 1997, en el cual el gobierno británico es responsable de la administración del territorio y de mantener el orden y prosperidad económica, como el bienestar de sus habitantes, correspondiendo a Pekín brindar su asistencia en ello.
La represión de la Plaza Tiananmen en 1989 tuvo su impacto en la “etapa de transición” de Hong Kong, dando paso a una serie de diferencias entre las partes y dificultades en la aplicación de la Declaración Conjunta. La dura respuesta china en la Plaza de Tiananmen, era un claro mensaje de no tolerar ningún movimiento que afectara el orden existente. En 1990 el Parlamento británico por ley permitió que 225.000 habitantes de la colonia obtengan la ciudadanía británica y puedan emigrar. Esto no fue reconocido por Pekín. Por otra parte, dado los sucesos de 1989, el Parlamento británico dictó una ley de garantías, que generó tensiones con Pekín, señalando que si dicha carta o ley era contraria a la ley Básica, sería derogada producida la devolución. A todo ello se unió la construcción del moderno aeropuerto de Hong Kong, dado la importancia de la inversión, el gobierno chino solicitó ser consultado, que dio como resultado la firma de un memorando sobre la inversión a realizar y la participación de China en la gestión/construcción.
En 1990 fue publicado el borrador de la ley Básica, que determinaba que la colonia sería una región administrativa especial china, con un amplio régimen de autonomía. Este borrador fue objeto de numerosas críticas, en particular por la elección del jefe ejecutivo y la asamblea legislativa. Esta propuesta tuvo algunos cambios, con llegada del último gobernador británico, Cris Patten, quién en su gestión de 1992-1997, incrementó el número de legisladores electos, lo que suscitó diferencias con Pekín. Dado el triunfo del partido demócrata en las elecciones de 1995 para el consejo legislativo, motivó cruces con China quién advirtió que disolvería el Consejo, la respuesta británica fue la posibilidad de llevar a China a un tribunal internacional. Finalmente la idea de disolver el Consejo quedó en la nada.
En los años 90 el territorio de Hong Kong por sus cifras, era una verdadera potencia económica, al ser el primer puerto de contenedores del mundo, el cuarto centro bancario de mercado de oro, el quinto mercado de divisas, y el octavo mercado de valores. Estas cifras, a las que se une una elevada renta per cápita, deben convivir con profundas desigualdades sociales, entre los que se destacan la precariedad de millares de empleadas domésticas (la mayoría proveniente de países del Sudeste de Asia, especialmente Filipinas), la negativa de legislar sobre un régimen de salario mínimo, lo que profundiza la brecha entre ricos y pobres.
La intención de Londres, con las reformas políticas en la última etapa de su presencia en el territorio, era el de beneficiar la presencia de grupos de poder pro – británicos, esperar mantener su presencia en la zona de Asia Pacífico y obstaculizar la administración del territorio ahora ex – británico, y de esa manera seguir manteniendo cierta influencia de manera indirecta. La controversia ahora se extendería a la Corte de Apelación, en particular sobre su conformación; el presupuesto durante el régimen de transición; entrega de documentación y archivos, etc. Otros temas, en cambio, se desarrollaron sin inconvenientes como el ingreso de Hong Kong al GATT (hoy OMC), FMI, BIRF, la Conferencia Económica Asia – Pacífico, etc. Los cambios realizados por el gobernador Patten, respondieron a la necesidad de mostrar ante la comunidad internacional, que Gran Bretaña había gobernado el territorio como una democracia, cuando la realidad era bien distinta, ya que durante más de cien años de dominio británico, la participación de la población en el gobierno de la colonia, siempre fue limitada. El gobernador como el consejo ejecutivo eran designados y el consejo legislativo era parcialmente electo por un complejo sistema electoral.
El 1° de julio de 1997 comenzó una nueva etapa en la historia de Hong Kong, ahora en calidad de región especial de la República Popular China, siendo responsabilidad de ésta el respeto de la Declaración Conjunta y la Ley Básica.
Los cambios en materia económica iniciada a principios de los años 80 en China, tuvo sus consecuencias para Hong Kong. A los pocos años del traspaso a manos chinas, la pujante economía china con nuevas ciudades emergentes, con un intenso tráfico comercial, como Shanghai y Shezhen (una ciudad con régimen especial para inversiones extranjeras), significa a juicio de especialistas una amenaza cierta a la prosperidad de Hong Kong, dando por terminado para el largo plazo la época dorada de Hong Kong como puerta de entrada a China. El enclave dejó de ser un centro industrial para ser convertido en polo regional de servicios, representando el 86% de su PBI. La crisis asiática en su momento, junto a los cambios en China con la apertura económica, afectaron a Hong Kong, con la migración de población altamente calificada, que es sinónimo de una falta de confianza en el futuro del territorio.
Las relaciones con China y Hong Kong no son del todo fáciles, a pesar del régimen especial que disfruta, existieron para el año 2002 roces, en torno a un polémico proyecto inmobiliario vinculado a tecnologías de punta. Este conflicto, generó desconfianza en los inversores. La apertura económica china sin ninguna duda ha significado una competencia para Hong Kong, a lo que se agrega una mayor interferencia política de Pekín en el territorio, algo que ha generado resistencia en la población. Un ejemplo de la mayor injerencia de Pekín, fue la sanción de una ley en 2001, la cual faculta al gobierno chino a remover al jefe ejecutivo de Hong Kong, lo que incrementa su influencia política en el territorio.
En 2004 el comité de la Asamblea Nacional de la RP China se embarcó en un intenso debate en materia de competencias sobre el jefe ejecutivo y el consejo legislativo del territorio. Esto ha generado la resistencia de grupos pro – democráticos, que buscaron apoyo en Estados Unidos a fin de obtener mayores libertades para elegir las autoridades del territorio. En el marco de esta nueva situación, el territorio ha demostrado mantener cierta independencia en relación a China, en particular al permitir manifestaciones por el aniversario de la represión de la Plaza Tiananmen, y el reconocimiento de los niños nacidos en Hong Kong de padres provenientes de China sean reconocidos ciudadanos del territorio. La cuestión de los inmigrantes, es otro tema de discusión con Pekín.
El sistema político heredado de Gran Bretaña ha generado en los últimos años un incremento de la oposición de la población. A tal punto, que en 2012, a los 15 años de conmemorarse el traspaso de soberanía y la asunción de un nuevo jefe ejecutivo Leung Chin – ying, miles de manifestantes salieron a las calles ante la visita del presidente chino Hu Jintao, a fin de exigir mayores libertades, entre ellas la elección por sufragio universal del jefe ejecutivo. El descontento se manifiestó también por la llegada de los nuevos ricos chinos, lo que ha incrementado la especulación inmobiliaria, el alza de precios de los alimentos. El jefe ejecutivo citado, prometió luchar contra la corrupción, la contaminación ambiental, reducir la brecha entre ricos y pobres, mientras que las autoridades de Pekín prometieron mayores aperturas, destacándose la elección directa del consejo legislativo. Ello no silenció las tensiones, y el movimiento de los “paraguas amarillos” puso en evidencia la presencia de un sector opositor hacia las políticas de Pekín en el territorio.
Reflexión final
La solución de los problemas de Hong Kong y Macao, constituyeron un éxito de la diplomacia y la paz. Ambos territorios estaban sujetos a un conjunto de normas, que desde el punto de vista jurídico, eran un obstáculo para su reincorporación al territorio chino. En los libros de Historia, así como en la bibliografía china se habla de los llamados “Tratados Desiguales” firmados por el régimen imperial antes de 1911, no fueron reconocidos por los diferentes gobiernos chinos. No obstante ello, a pesar de esta situación los acuerdos en torno a Hong Kong y Macao fueron respetados por las diversas autoridades que ejercieron el poder estatal en China, o parte de ella, como es el caso de los “señores de la guerra” a principios del siglo XX, el régimen del Komintang, y los propios comunistas. Este comportamiento, constituyó un asentimiento tácito de la situación existente en Hong Kong y Macao. Este obstáculo fue salvado por la Declaración de 1984, que en el caso de Hong Kong significó el reconocimiento de la inclusión del territorio a devolver, de las tierras cedidas tras la guerra del Opio. El mismo camino fue seguido en el caso de Macao.
La idea de un país, dos sistemas, fue un gran salto, a fin de poder sentar a las partes a la mesa de negociaciones, dado que Hong Kong es un centro financiero de proyección global y sede de importantes inversiones, además de constituir una potencia económica de primer nivel. Es indudable que el creciente peso político – estratégico de China en el escenario internacional, en particular con su ingreso como miembro permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, tuvieron su influencia en el proceso negociador. A todo ello cabe señalar la habilidad de la clase dirigente china, que actuó con suma prudencia e inteligencia, además de saber medir la oportunidad y conducir exitosamente las negociaciones, haciendo sentir sutilmente su poder.
El régimen imperante en China, opuesto al modelo de producción y de sociedad vigente en los enclaves coloniales, en apariencia parecería inviable llegar a un acuerdo razonable. La respuesta de Pekín fue pragmática, fue modificada su Constitución, a fin de crear la posibilidad de crear zonas especiales y facilitar la incorporación de los enclaves, y según más de un especialista, todo es parte de una estrategia para la reunificación con Taiwán.
La actitud china hacia el caso de Hong Kong tiene una serie de aspectos destacables, que puede servir de utilidad para otros conflictos de soberanía: Búsqueda de una situación política – estratégica favorable. Construcción de un poder creíble. Aprovechamiento del desarrollo económico, y en cierto punto mantenimiento de canales de cooperación y diálogo. Visión de largo plazo. Pragmatismo.
El Reino Unido consciente del actor que tenía enfrente, optó por la negociación, logrando una salida ordenada del territorio luego de un período de transición, garantizando sus intereses en su antigua colonia, en particular de índole económico. Las partes dieron señales claras y establecieron instituciones, que por sus características, son garantía de continuidad de las políticas que datan de los años 60 que transformarían a Hong Kong en un modelo exitoso. Sin ninguna duda, este enclave en la costa china, fue una verdadera ventana al mundo occidental y un canal de comunicación, incluso con el gobierno de Taiwan. En el proceso hubo diferencias, que fueron superados, gracias a los mecanismos implementados por las partes, que desde una primera instancia establecieron canales de diálogo y cooperación permanentes. Aún en los momentos de mayor tirantez, consecuencia lógica de intereses encontrados, los canales de diálogo siempre se mantuvieron.
En lo que respecta a la población, esta no fue consultada, como es el caso de Gibraltar, donde Londres antepone la voluntad de la población antes de cualquier cambio. Esto es consecuencia de una serie de intereses de los actores involucrados, donde el eje del debate era la garantía para los inversores, y su participación en el desarrollo económico chino. Ello no impidió que en el marco de las negociaciones se discutieran salvaguardas a fin de garantizar el estilo de vida, el grado de desarrollo alcanzado, así como los derechos y garantías existentes para la población del territorio. El resultado no solo fue el compromiso de Pekín de respetar dicha situación, sino el establecimiento de un amplio régimen de autonomía, que supera ampliamente a la de las unidades territoriales de estados federados, como por ejemplo mantener monedas propias, sistemas bancarios y aduaneros diferenciados. No obstante ello, Pekín ha mantenido una estructura de gobierno y administración en las antiguas colonias, que impide el desarrollo de movimientos o grupos de presión que alteren el orden existente, no exento de tensiones, en el caso de Hong Kong.
El proceso de transición debe considerarse en dos etapas, una que va desde el año 1984 para el caso Hong Kong, en el cual el Reino Unido asume la responsabilidad de devolver el territorio a China hasta 1997. A partir de 1997, ya Hong Kong como región especial china, comenzaron una segunda etapa de transición, de cincuenta años, en el cual se garantiza el mantenimiento del sistema capitalista.
Estas concesiones otorgadas por China, a fin de recuperar el enclave de Hong Kong, han tenido sus frutos. La incorporación de este centro comercial y financiero de proyección global ha impactado positivamente de manera notable al régimen de Pekín. El modelo Hong Kong fue copiado para ciudades como la Shenzhen, ahora un centro industrial y económico de primer orden, lo que promovió la llegada de inversiones a gran escala, transformando la economía china a tal punto, de transformar al país en un actor de proyección global. Por otra parte Hong Kong se ha beneficiado de su relación con China, creando a lo largo de los años una estrecha interdependencia. Esto actualmente es un serio desafío, dado los cambios que tiene China en materia económica, demandan cambios en la estructura económica de Hong Kong, dado la disminución del volumen de negocios a favor de otras ciudades chinas, que abarcan la apuesta a los bienes de alta tecnología, la búsqueda de nuevos mercados y áreas de negocio dentro y fuera de China.
La estrecha relación entre China y Hong Kong tiene sus aspectos políticos, dado las libertades que existen en el enclave, y que tienen repercusión en el resto de China, particularmente por Internet. Esto tiene consecuencias en lo atinente a las reformas que reclaman sectores de la sociedad de Hong Kong, y el interés de Pekín de mantener el statuo quo, aunque paulatinamente busca implementar a largo plazo un proceso de asimilación, que como hemos visto en las manifestaciones de junio de 2019, genera resistencias y pone en una situación delicada a las autoridades del territorio, y colocan sobre la mesa de debate, la viabilidad del modelo “un país dos sistemas”.
Por el Dr Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Abogado –Mg en Defensa Nacional
Corresponsal Diario El Minuto para Argentina