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La figura de Charles-Maurice de Talleyrand, a 176 años de su muerte, la puesta en valor de algunos acontecimientos donde este político francés fue protagonista nos permiten observar el oficio de la diplomacia. Un hombre que se apegó al poder y se sostuvo allí hasta el fin de su vida, a lo largo del tiempo los historiadores lo pusieron como un referente de la diplomacia. En la acuciante agenda del presente, personalidades como las de Talleyrand en la alta política mundial hoy están ausentes o su presencia no llega a notarse porque su aporte hacia la contribución por la paz no alcanza a tener influencia o impacto real. Un breve repaso por la vida de Talleyrand nos supone una comparativa con los tiempos de hoy, donde los pueblos siguen en guerra y donde la diplomacia muestra innumerables ejemplos de fracasos. Artículo de nuestra redactora Vanina Fattori: “El espíritu de Talleyrand, el espíritu de la diplomacia”.

Alrededor de 50 mil rusos y 70 mil franceses murieron en la Batalla de Borodinó o, para los franceses, Batalla de Moscú. Hablamos de la batalla más grande de las guerras napoleónicas librada hacia los años 1812, superando incluso a la de Waterloo, no sólo porque se enfrentaron millones de hombres, sino también por los efectos ocasionados, provocando el mayor número de víctimas mortales para ese periodo.[1] Estamos haciendo referencia a un contexto en donde las grandes potencias europeas disputaban su cuota de poder para alcanzar su expansión territorial, mediante el uso de medios bélicos. Tal es así, que a través de estas conquistas se moldeaba el mapa de fronteras.
Tomamos este suceso, como podríamos tomar otros tantos antecedentes que nos provee la historia de la humanidad, para identificar cómo ha evolucionado la diplomacia y los sujetos que la ejecutan, siendo que la realidad presente nos pone en evidencia la real crisis de la diplomacia cuando observamos la situación en Siria y en otros conflictos armados latentes que son de carácter trágico para el mundo que vivimos. Esto abre obligadas reflexiones sobre la conducta humana, pero también qué tanto ha fallado y qué podemos esperar de los actores internacionales desde la época de guerras napoleónicas, como propone este artículo, a los tiempos que corren.
Durante el transcurso de Borodinó, había quienes impulsaban el oficio de la diplomacia y el ejercicio de la negociación; los historiadores fueron posicionando a un referente del tema, hablamos de Charles Maurice de Talleyrand-Périgord.
Talleyrand fue un político francés, distinguido por sus habilidades en la negociación, posicionándolo como un referente de la diplomacia y paz europea. Una personalidad formada por los usos, vida y pensamiento del “Antiguo Régimen”, mostrándose también muy abierto a las ideas liberales que predominaban en ése entonces.
Si bien ha sido acusado de traicionar a Napoleón, por su cercanía al gobernante ruso de Austria, Francisco II, y por no coincidir con Bonaparte sobre la postura que mantenía el emperador de no consensuar con Austria, fue un talentoso político que mantuvo sus propias convicciones de vida y los valores de Francia. Al mismo tiempo, se destacó por su labor bajo el cargo que hoy conocemos como Ministro de Relaciones Exteriores durante el reinado de Luis XVI y diferentes gobiernos de la Revolución Francesa, pasando luego por el régimen de Napoleón, Louis XVIII, Charles X y Louis-Phillipe; tomando un rol protagónico en cada uno de estos procesos.[2]
El “espíritu de Talleyrand” se caracterizaba por su habilidad de negociar y por sus esfuerzos de establecer el equilibrio en Europa, a través del fortalecimiento de las instituciones y del valor de los tratados como forma de poner límites al poder, es decir, ansiaba por un balance de poder, un sistema de equilibrio de fuerzas a los efectos de evitar aquellas violentas acciones bélicas llevadas a cabo para alcanzar la hegemonía continental. Una aspiración que comienza a describir el entonces escenario del “Congreso de Viena” para reconfigurar el mapa político de Europa después de la derrota del Imperio Napoleónico, con el objetivo de lograr un periodo de paz en el que prevalezcan los principios de legitimidad, de restauración y de equilibrio.[3]
Por consiguiente, una de las claves principales que marca ése espíritu de Talleyrand hacia la diplomacia, es su pretensión de desarrollar un sistema de contención frente a las ansias de poder, un sistema internacional orientado a evitar el continuo derramamiento de sangre. “Talleyrand pensaba que las conquistas más allá de las fronteras naturales entrañaban peligros para el régimen y, en último término, para Francia.”[4]
Es importante resaltar el momento en que él era embajador en Londres, allí supo escuchar las diferentes voces de las potencias y diseñar el mayor éxito de la diplomacia europea: el Tratado de la Cuádruple Alianza, alineando a España, Portugal, Francia e Inglaterra; cerrando su carrera diplomática con este hito histórico. No en vano, es sobre esta personalidad que aplicamos la interpretación de un concepto que ha pasado a la perdurabilidad en el tiempo: “el otro existe y también tiene sus intereses”, algo vital para las relaciones internacionales.

De Talleyrand al presente
En la acuciante agenda del sistema internacional, brevemente, identificamos algunos sucesos que ponen en evidencia el fracaso de la diplomacia en el actual sistema de gobernanza, tal como el caso de Siria, la paz que nunca llegó a Medio Oriente o bien las propias fricciones latentes entre Rusia y Occidente.
Queda claro que esta destacada figura se desempeño en un contexto en el que la herramienta militar era el único instrumento de poder para forjar las relaciones interestatales, era un espacio temporal en donde el Estado y su figura era el único actor que integraba las relaciones internacionales.Tally
Hoy estamos frente a otra realidad, estamos ante un mundo que presencia sucesivas transformaciones y tiende a dirigirse hacia un sistema multipolar que tiene como sujeto al Estado, pero también a actores no estatales, asimismo, hoy, el brazo militar no es la única opción para la relación de poder, existiendo el conocido “soft power” del teórico y geopolítico Joseph Samuel Nye, con los innumerables ejemplos donde se aplica este concepto en la palestra internacional.
De modo que el mundo es otro, ha mutado con nuevos actores y por ende, han emergidos nuevas miradas o perspectiva para analizarlo; a pesar de ello, el factor conflicto sigue siendo un rasgo característico de la línea continúa del sistema internacional, pero bajo el formato de las llamadas “nuevas guerras” o “guerras de última generación”.
Sobre esta realidad, nos proponemos conocer algunas líneas generales sobre una de las personalidades más destacadas en la práctica de la negociación, a los fines de encontrar elementos que nos conduzcan a mirar el funcionamiento de la alta dirigencia política mundial y su imperiosa necesidad de repensar el ejercicio de la diplomacia. Es aquí donde nos preguntamos si hoy podría existir ése alguien a quien podamos identificar con el espíritu que tenía Talleyrand. Seguramente haya muchos líderes con esa voluntad, pero: ¿Qué logran realmente? En tal caso, se abre un escenario de interrogantes que nos permite reflexionar, sobre una serie de cuestiones: esa figura del presente que pueda asociarse con la labor de Talleyrand, ¿intentaría generar un sistema de alianzas de cooperación entre los que dominan la agenda internacional? ¿Estaría a favor de las sanciones de Occidente contra Rusia? ¿Qué haría ante el avasallamiento de los actos unilaterales que evidencian el poder por sobre el deber? Entonces, cómo sería su accionar sobre el presente que vivimos, con el ejemplo del atolladero en Siria que hoy tiene 170 mil muertos. ¿Los “Talleyrand del presente” son quienes impulsaron las “cumbres de Ginebra” para intentar lograr el fin de la violencia en Siria? ¿Y sobre el conflicto entre Israel-Palestina? ¿Qué hay de los civiles ucranianos que todos los días padecen y son víctimas de las peores consecuencias de las fricciones geopolíticas de Occidente y Rusia? ¿Y China? ¿Hoy incomoda a Occidente? ¿Cómo debería ser el sistema internacional para que este gigante asiático juegue su rol global sin incomodar y sin incomodarse? Preguntas, hay muchas más, respuestas, ciertamente no parecen haberlas.

El mundo de hoy, crisis
La indiscutible crisis de la diplomacia, que se evidencia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y la fallida “Sociedad de las Naciones”, representada luego en “Naciones Unidas”, marca una “nueva era”. Pero esta crisis es reflejada también en el propio déficit que muestra la comunidad internacional, y por ende ONU, en hallar de forma efectiva las herramientas o mecanismos de resolución pacífica de controversias y prevención de conflictos, para evitar tragedias y grandes pérdidas de vidas humanas.
Frente a un escenario global, donde estas guerras de última generación causan indignación e impotencia y donde lo cotidiano es el permanente “riesgo e incertidumbre”, es necesario revalorizar los acuerdos que posibilitan salidas negociadas a los conflictos que ponen en jaque al propio sistema de seguridad internacional. Pero la dificultad de alcanzar este ideal, evidencia la falta y/o crisis de liderazgo en la diplomacia actual, lo que nos sugiere mirar las enseñanzas que nos ha dado el pasado, teniendo en cuenta quiénes eran los que incidían en las tomas de decisiones y el qué y cómo lo lograban.
Los Estados soberanos son los principales responsables de la perdurable existencia de los conflictos armados que siguen sin resolverse en este formato de gobernanza. Son ésos mismos Estados quienes deben emplear medidas de cooperación que fomenten la confianza necesaria para ejercer, bajo el mejor entorno posible, el ejercicio de la diplomacia, aislando aquellos “fantasmas” de tensión que puedan reactivan viejas disputas o enfrentamientos que alteren el equilibrio de seguridad. Lo cierto es que el presente urge por la aparición de líderes con el espíritu de Talleyrand, con el espíritu de la diplomacia, para disminuir la dinámica conflictiva del mundo que vivimos hoy.

Desarrollo & Contenido
Vanina Soledad Fattori  

[1] Russia Beyond the Headlines, “Borodinó: el campo de batalla en el que chocaron emperadores”. http://es.rbth.com/articles/2012/09/07/Borodinó_el_campo_de_batalla_en_el_que_chocaron_emperadores_19665.html
[2] Área Departamental del Gobierno, Archivos de la Cultura Francesa, “Charles – Maurice de Talleyrand-Périgord” http://www.archivesdefrance.culture.gouv.fr/action-culturelle/celebrations-nationales/recueil-2004/vie-politique-et-institutions/talleyrand
[3] Ch. Seignobos, “Studies and Documents on the War. 1815-1915, From the Congress of Vienna to the War of 1914”. Ed. Librairie Armand Colin. Pág. 11.  http://libcudl.colorado.edu/wwi/pdf/i73542726.pdf
[4] Michel Péronnet. “Del Siglo de las Luces a la Santa Alianza. 1740-1820”. Ed. Akal S.A. 1991. España. Pág. 267.  http://bit.ly/1viJYU7

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