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¿Puede una potencia mundial retirarse del escenario inter-estatal? De forma casi abrupta, así ocurrió con la caída de la Unión Soviética. Un suceso que se sigue analizado en clave geopolítica por su significado, por sus causas, por su impacto y por sus consecuencias. La confrontación de dos bloques antagónicos que chocaban en diferentes ámbitos durante 45 años llegó a su fin de forma, “inesperada”, como muchas voces lo han interpretado.
El fenómeno, que comenzó a cristalizarse desde el 19 de enero de 1990, hoy sigue siendo materia de análisis y es una fecha trascendental de las relaciones internacionales, es de interés por la comunidad académica y en especialmente su fase final.
Generalmente, para acercarse a las dimensiones del fin de la era soviética se toma una mirada sobre el factor ideológico, sobre el curso de la geopolítica, la aparición de nuevos Estados y el fin de un Imperio; pero poco se conocen de los eventos trágicos que giraron en torno a este suceso que puso fin al entonces mundo bipolar.
En referencia a una tragedia bastante desconocida en la opinión pública, surge en este proceso del colapso de la URSS lo que se conoce como “Enero Negro”, que tuvo lugar en Azerbaiyán.
Ocurría en enero de 1990, cuando Gorbachov enviaba 26.000 tropas soviéticas con armamentos pesados a la ciudad de Bakú con el objetivo de reprimir el espíritu de independencia que empezaba a emerger en Azerbaiyán. Justamente, Azerbaiyán fue el primer país entre las, hoy ex repúblicas ex soviéticas, que se aventuró en iniciar el movimiento hacia un Estado independiente.
En un contexto donde los Estados satélites de la URSS comenzaban a “rebelarse” iniciando los procesos para ser autónomos, Moscú buscaba dar señales de fortaleza. Aunque Azerbaiyán no está ubicado en un punto geográfico donde había una atmósfera independentista, el Cáucaso, no fue la excepción a la demostración de poder soviético de entonces.
Sin embargo, el 19 de enero se cometió una masacre, las tropas soviéticas atacaron contra la población civil con una crueldad sin precedentes, dejando 133 muertos y 700 heridos. La operación militar tuvo tal impacto que también atacaron la televisión local y cortaron la energía eléctrica para evitar que la información se diseminara hacia las noticias de la comunidad internacional.
El Estado azerí desde sus orígenes se lo caracterizó por tener una sociedad multiétnica (hoy lo sigue siendo), de modo que las víctimas no sólo fueron azerbaiyanos, también perdieron la vida ciudadanos de origen ruso, ucranianos, judíos, lesguín, tártaros. Sin dudas toda la población civil se vio afectada.
Las tropas soviéticas finalmente se retiraron de Bakú sin haber logrado el objetivo: intentar obstaculizar el proceso independista de una república ex soviética. En la misma dinámica de otras regiones, Azerbaiyán se declaró independiente el 18 de octubre del año 1991.
Este es uno de los acontecimientos del que poco se sabe, pero es parte del proceso de desintegración de la URSS. Para Azerbaiyán particularmente, una fecha sensible que se conoce como “Enero Negro”, y cada año brinda honor en memoria de las víctimas, quienes pagaron el precio más alto por la independencia de su país.
Pese a que es recordada como una fecha trágica, lo sucedido en aquel entonces es considerado también como un hito en el camino que debió transitar Azerbaiyán para independizarse de la URSS. Fue un evento que marcó el renacimiento del país como República, elevando los niveles de compromiso patriótico. Es un capítulo inseparable del resto de la película que termina  con la firma del Tratado de Belavezha para declarar legalmente la disolución de la URSS.
“Enero Negro” fue uno de los difíciles obstáculos que debió superar para alcanzar la tan deseada patria independiente y soberana.
La Unión Soviética llegó a abarcar 100 nacionalidades, fue potencia vencedora en la Segunda Guerra Mundial y llegó a cubrir un sexto del territorio de todo el planeta. El poder en Moscú se ejercía de una manera tal que todos tenían la impresión que la URSS era invencible. Pero un día eso se hizo insostenible y la Unión Soviética cayó.
Mucho se dice, que fue en forma pacífica y se evitaron conflictos armados, que el gran armamento nuclear no cayó en manos indeseadas o en actores no estatales que llevaran riesgo a la comunidad internacional; se habla del colapso económico y la imposibilidad de sostener el financiamiento de la carrera armamentística con occidente. Pero sí, la desintegración de la URSS costó la pérdida de vidas humanas, y ha sido en Azerbaiyán una de las naciones donde ha habido secuelas, que al día de hoy son un dato desconocido.

Por Guillermo Castillo – Relaciones Internacionales UCASAL

 

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