Actualmente Transnistria experimenta una difícil dinámica de conflicto con Moldavia que pone en relieve los juegos geopolíticos de fuerzas externas como principalmente Rusia y la Unión Europea, y en menor medida Ucrania. Aunque en este caso el enfrentamiento armado no es el protagonista, cuestiones principales como reconocimiento de soberanía, Estado, democracia, derechos humanos, y principios de la economía de mercado, son los factores que hacen complejo a este conflicto que se arrastra desde hace años y que actualmente se encuentra “adormecido” en el campo de las relaciones internacionales. A la luz de los hechos, pareciera ser que el destino de esta controversia está determinado por la puja de intereses de las ya mencionadas fuerzas externas (entre la Europa Occidental y Rusia) para lograr el control y dominio de este espacio post soviético geopolítico y geoestratégico.
Transnistria es un territorio separatista que formó su Estado independiente de facto en una estrecha geografía del territorio moldavo, situado entre el río Dniester y la frontera ucraniana, ocupando una superficie de alrededor de 4163km2. Aunque internacionalmente (Naciones Unidas y todos los Organismos Internacionales) es reconocido como parte de la República de Moldavia, Transnistria cuenta con su República Presidencial, con su propio Gobierno, Parlamento y moneda, adoptando también su propia Constitución y bandera. Por ello, no por casualidad los únicos en reconocerlo como régimen legítimo y autónomo son Nagorno – Karabaj, Osetia del Sur y Abjasia. Previo al conflicto, para la década del 80 Transnistria contaba con una población de 6790.00 habitantes, incluyendo las localidades que se encuentran hoy bajo control moldavo. En el presente su demografía es de 555.347 habitantes, excluyendo las áreas de control del país vecino. El principal grupo étnico es moldavo, seguido por el ruso y el ucraniano.
El origen de este conflicto transnistrio puede ser encontrado en los tiempos de la alta Edad Media, cuando el territorio pasó a estar bajo el control del Imperio Otomano en 1504, siendo luego cedido al Imperio Ruso en 1792. De tal modo el componente étnico es importante. Es menester tener presente que mientras la población moldava es rumana (Moldavia formaba parte de Rumania hasta 1940), Transnistria cuenta mayoritariamente con una población rusa y/o ucraniana, siendo los rumanos minoría. Así nos aproximamos a comprender la actual y adormecida disyuntiva.
Situándonos en una etapa de la historia, en 1989 en el marco de la Perestroika, y previo del colapso de la URSS y por ende de la independencia moldava, la República Socialista de Moldavia retornó el idioma rumano como lengua oficial del país, emprendiendo negociaciones para la reunificación con Rumania. Esto provocó las primeras fricciones y, luego, la declaración unilateral de independencia por parte de los transnistrios proclamando en Septiembre de 1990 la República Moldava de Transniéster.
Las autoridades moldavas no aceptaron estas emprendimientos con aires autónomos transnistrios e introdujeron sus tropas en la república secesionista para recuperar el control de la región, desembocando en 1992 en una guerra civil que duró cuatro meses. Como resultado, Transnistria se convirtió en un territorio fuera del control de Moldavia, con todos los atributos de su institucionalización.
El conflicto armado terminó con la negociación del alto fuego entre los moldavos, transnistrios, rusos y ucranianos. En el marco de estas negociaciones Rusia aprovechó estas circunstancias para oficializar la presencia del 14º Ejército Ruso para desarrollar la misión de paz conjunta entre los países participes de la mencionada negociación pero con iniciativa rusa, en este inestable espacio. Actualmente estas tropas rusas siguen estando presentes. De este modo, Rusia comienza a ser un actor crucial, participando activamente en la relación bilateral Transnistria – Moldavia, y en el actual mantenimiento de la independencia de facto, respetando la soberanía e integridad territorial de este régimen no reconocido por las leyes del derecho internacional.
La neutralidad moldava frente a la OTAN, y la presencia de tropas rusas en el territorio, son algunos de los aspectos claves para comprender el “prisma desde los intereses de Moscú” en esta compleja dinámica de conflicto.
Es aquí que surge la pregunta ¿por qué Rusia mantiene su influencia en un territorio pobre sin recursos que, en comparación con Osetia del Sur y Abjasia, no comparte su frontera? Resulta que, como se ha dicho en líneas anteriores, Transnistria tiene influencia rusa, siendo que ha estado por mucho tiempo bajo el control del Imperio Ruso y luego bajo el imperio soviético. Hoy más 170.000 ciudadanos transnistrios cuentan con nacionalidad rusa. Aquí entra en juego la “doble ciudadanía” como un medio para ampliar su margen de influencia en Transnistria, razón por la que es una jugada muy estratégica para llevar a cabo su influencia de poder; dándole la “espalada” a Moldavia con su pedido de no autonomía.
En el factor económico, siendo que prácticamente todas las grandes empresas pertenecen al capital ruso. Y finalmente la última y principal razón: desde los tiempos de Aleksandr Suvorov (cuya imagen aparece en los billetes de Transnistria), esta región ha sido siempre una “puerta de entrada” para Rusia hacia los Balcanes y el sur de Europa. Consecuentemente, es considerado como un espacio geopolítico y geoestratégico, siendo éste el verdadero interés ruso. Su presencia militar es interpretada también como un medio para evitar cualquier posible adhesión de Moldavia a la Alianza Trasatlántica, OTAN. Y con ello lograr el contrapeso de alguna posible instalación militar estadounidense (escudo antimisiles) en suelo rumano.
Como venimos observando desde Equilibrium Global, el medio más apto para lograr una resolución es la práctica de diplomacia a través de los mecanismos negociadores. Este conflicto es tratado a través de la negociación de “formato 5 + 2”: Moldavia y Transnistria como partes del conflicto, Rusia, Ucrania y OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) como mediadores y Unión Europea y Estados Unidos como observadores.
Sin embargo desde el inicio de estas rondas de negociaciones aún no ha habido grandes avances hacia una solución. Para ello será importante que estos tres actores en su rol de mediadores puedan elaborar una estrategia en común para que Moldavia y Transnistria puedan coordinar, lo que llama el pensador economista Thomas Schelling, sus puntos focales, es decir que puedan coordinar sus intereses comunes con sus intereses en conflictos (las necesidades de ambas partes) para no seguir por las vías de un conflicto congelado. Pero esto resulta una tarea muy difícil, puesto que será necesario consensuar una hoja de ruta en donde las partes en conflicto puedan reestablecer primero su confianza y que al mismo tiempo estén predispuestas las partes a iniciar, con todo lo que ello implica, concesiones para la apertura de nuevos caminos que lleven a una solución posible.
Desarrollo & Contenido
Vanina Soledad Fattori
Reporte presentado en charla del ciclo de análisis geopolítico Espacio Eusaria. Julio 2013