Desde Perú, escribe Lucía Gabriela Santos Hiyo del TADEI (Taller de Estudios Internacionales «José Luis Bustamante y Rivero» de la _Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Artículo que identifica las actividades que Rusia y Estados Unidos están desplegando en torno al Ártico. A medida que este «continente blanco» se ve afectado por el cambio climático, a medida que el acceso a las recursos y la navegabilidad está sufriendo cambios; las dos potencias intensifican sus estrategias. Posicionamiento, militarización, en un entorno de desconfianza. Este material de la especialista Santos Hiyo nos ayuda a conocer, a través de datos y análisis, sobre los esfuerzos de la Federación Rusa y Estados Unidos en su objetivo por tener una mayor presencia en el Ártico.
Hace más de tres décadas que el entonces Secretario General de la URSS, Mikhail Gorbachov, pidió frenar la actividad militar en el extremo norte del planeta y a buscar soluciones de cooperación en aras de la paz, marcando así un punto de cese en la política exterior de la URSS en la Guerra Fría, período en el que la geopolítica tenía gran relevancia. Desde entonces, el Ártico tuvo un papel secundario en la geoestrategia mundial, hasta que la realidad innegable del calentamiento global lo ha colocado nuevamente en el centro de la agenda internacional.
El rápido proceso de deshielo que afronta actualmente la región más septentrional del planeta ha alterado notablemente la relación de los actores inmersos en el tema pues su impacto en el círculo polar ártico abre nuevas oportunidades y es visto ahora como una región propicia para nuevas rutas marítimas, explotación de recursos naturales, nuevas e importantes opciones de turismo e incluso, en causante de tensiones políticas.
Uno de estos actores es la comunidad defensora del medio ambiente, quienes temen que al aprovechar las ventajosas oportunidades y explotar tan velozmente los recursos propios de la zona, se perjudique áreas libres de actividad humana, lo que empeoraría la situación ya que causaría una grave fragmentación del hábitat y extinción de animales necesarios para el ecosistema, así como la vida de quienes residen en el Ártico.
Sin embargo, resulta necesario mencionar que la Convención de la ONU del Derecho del Mar de 1982 es el único papel jurídico que rige en la región. Este documento indica que los países que cuenten con costa en el océano ártico más allá de sus 370 kilómetros forman parte de la zona económica y, por ende, de sus recursos, siendo esta la razón del porqué históricamente ha sido usado como una locación especial para el establecimiento de bases o desarrollo de operaciones militares.
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Rusia a la espera ansiosa del deshielo ártico
En ese sentido, los cambios que atravesará el Ártico, territorio que se estima podría contener un cuarto de las reservas mundiales aún no descubiertas de petróleo y gas, que es rico en minerales, hidrocarburos, pesca y un largo etcétera, es lo que viene siendo acechado por quienes quieren obtener la mayor cantidad de beneficios que conlleva como, por ejemplo: el despejo de la Ruta Marítima del Norte.
La preocupante velocidad con la que se descongela el Ártico abre la posibilidad de atravesar todo el paso del Noroeste durante los 365 días del año. Esto, facilita el transporte entre Asia y Europa sin la necesidad de atravesar canales como el de Suez o Panamá, siendo así, uno de los principales factores que explican la actitud beligerante de Rusia, aquella potencia que no ha hecho más que intensificar sus reclamos territoriales desde hace más de 10 años alegando ser una extensión territorial de la cordillera submarina Lomonosov.
Además de depósitos minerales con oro, platino y diamantes, bancos de peces y fauna de importante valor comercial, la Inspección Geológica de Estados Unidos calcula que (el Ártico) contiene el 30% de las reservas mundiales no descubiertas de gas natural y el 13% de las de petróleo (Ventas, 2015).
La posición de Rusia, entonces, es bastante obvia: lograr la soberanía de la región. Para ello, teniendo en cuenta que casi todo el comercio internacional se desarrolla usando vías marítimas, la apertura de esta ruta significa una accesibilidad mayor respecto al transporte y uso de recursos, pues del permafrost y de la costa se extraen 675.000 millones de metros cúbicos de gas natural licuado. Además, Putin ha prometido que esta cifra se duplicará dentro de cinco años (Mian, 2019).
Lo que sufre esta zona debido al cambio climático afectará, en algún momento a todo el planeta. En términos sencillos, los hielos del Polo Norte pasan por un ciclo normal de derretimiento en verano y congelamiento en invierno. Sin embargo, en los últimos años este derretimiento ha sido mayor a lo habitual teniendo como causa principal al propio ser humano a través del efecto invernadero y la deforestación. Asimismo, la temperatura en la región ha ido en aumento y no planea detenerse.
Pero, a pesar de los problemas señalados anteriormente, Rusia está decidida a anclar su poder neoimperial en el Gran Norte, y hacer que el Nuevo Ártico sea el mare Nostrum de Rusia en el siglo XXI (Mian, 2019). Por ello, no hay duda en afirmar que el cambio climático está escribiendo un nuevo capítulo en la historia del gran país del norte pues el Ártico no se está derritiendo de forma gradual como se predijo hace muchos años.
Desde entonces, Putin ha reforzado su control ártico y capacidad militar de una forma sorprendente: bases, nuevos radares, submarinos tripulados y no tripulados, drones, la mejora de su Guardia Costera y, sobre todo, los rompehielos, siendo el Proyecto 22220 su mayor logro. Además, ha firmado un documento en el que fundamenta su política estatal en el territorio hasta el 2035 y garantiza la seguridad militar, pero ¿para qué?
Así como Rusia anhela el control del Ártico, debemos recordar que los países del Norte de Europa, Estados Unidos e incluso China, desean lo mismo; por lo que el interés de Rusia en el Ártico va más allá de la vía comercial y no sorprende que haya estado preparándose para lo que se avecina desde hace muchos años. Una muestra clara es el Arktika, la embarcación para hielo más grande del mundo.
El proyecto 22220, al que pertenece el Arktika, consolida la estrategia de Rusia al ser el único país en operar rompehielos nucleares (…) diseñados para empujar contra capas de hielo de hasta 2 metros (El Español, 2020), lo cual es sumamente importante para avanzar en la conquista de la región. No obstante, el interés por la soberanía del Ártico no solo es ruso, sino de todos los países que lo rodean. Por esa razón, un conflicto bélico es también una preocupación en dicho territorio, dejando atrás al rápido deshielo ártico.
Vicheslav Shtyrov, presidente del consejo de expertos del Ártico y la Antártica, dijo que existe «una gran posibilidad de que el Ártico ruso sea la primera línea de defensa en caso de un conflicto militar global, porque esa es la dirección más probable de un ataque con misiles nucleares del adversario» (Ventas 2015).
Por ello, la creciente actividad militar en la región para establecerse como líder del Ártico, el interés por la apertura de una ruta que le generaría un ahorro millonario y la lucha por ser el eje central de los conflictos que están por venir, son razones claras de un deseo ruso orientado hacia un estado de “guerra fría” que, en este caso, se tornaría en un contexto de desastres naturales propios del cambio climático.
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Estados Unidos y su reciente ingreso al deshielo del Polo Norte
Actualmente, el interés estadounidense se basa en los recursos petroleros y de minerales que alberga el Ártico, lo cual le resulta enormemente atractivo. De hecho, esto llevo a la reciente propuesta por parte de EE. UU para comprar Groenlandia, isla de Dinamarca que podría contener un tercio del total de los 120 millones de toneladas de tierras raras del planeta y aunque el país norteamericano ya firmó un convenio de extracción, le interesaría tener un acceso ilimitado a ellas (France 24, 2019).
Sin embargo, la propuesta no fue aceptada y EE. UU sigue teniendo acceso al Polo Norte solo por Alaska que, si bien es rico en territorio y minerales, limita bastante la preponderancia del país en la región. Por ello, en los años y gobiernos anteriores no se vio de forma tan urgente la preparación militar que sí tuvo Rusia, quien la aprovechó para ser hoy en día, el principal actor en el Ártico y con mayores oportunidades de soberanía.
En ese sentido, a comparación de Rusia, Estados Unidos se encuentra sumamente debilitado en cuanto a rompehielos y a toda actividad geoestratégica en el Ártico ya que a pesar de que la Armada estadounidense es la más grande del mundo, incluso superior a las flotas navales combinadas de los siguientes 17 países en el ranking; solo posee cuatro rompehielos y tres se están deteriorando (Bergenson, 2007, como se citó en Figueroa, 2008)
Por ello, es que en los últimos dos años se estableció la creación de embarcaciones que sean capaces de defender el territorio en posibles conflictos a futuro y, de acuerdo con Lukyanov (2019), la Guardia Costera de Estados Unidos tiene un programa de creación de una flota de rompehielos que serían usados en el Ártico y en la zona antártica. Este programa es conocido bajo el nombre Polar Security Cutter y se encarga de recapitalizar la flota de rompehielos y garantizar, de esa forma, las necesidades comerciales y de seguridad del país.
No obstante, se sigue viendo débil frente a su oponente por la falta de embarcaciones y el largo proceso que le espera a la construcción de un rompehielos nuclear que pueda hacerle frente a los de Rusia. Por lo tanto, se puede decir que Estado Unidos, más que (re)militarizar, despliega tropas y armamento en Alaska. Teniendo en cuenta la disminución del gasto militar en relación con su producto interior bruto, es difícil que se incremente de manera exponencial una mayor presencia militar de Estados Unidos al menos a corto plazo (Fernández, 2019).
Conclusiones
El impacto del calentamiento global ha calado en uno de los lugares más maravillosos del planeta: el Ártico. Este, representaba lo imposible, lo místico y lo oscuro. Sin embargo, el día de hoy es un juego geopolítico y estratégico por el que la carrera armamentística ya ha comenzado.
Esto último nos lleva a reflexionar sobre la posibilidad de una nueva Guerra Fría, la cual se daría en un contexto en el que, aunque quizá se obtengan beneficios económicos del calentamiento del Ártico —rutas de comercio más cortas y extracción de recursos minerales—, dichos beneficios serán solo una pequeña fracción de las pérdidas económicas adicionales (Leahy, 2019).
Además de ello, los efectos colaterales de estos conflictos bélicos, son defendidos por quienes apelan al uso innecesario de armas, pues queda claro que la intromisión de la mano humana afectaría gravemente los ecosistemas árticos. Entonces, en ese sentido, no resulta muy complicado afirmar que, bajo estas premisas, los conflictos de un futuro no serán resueltos solo por Rusia o solo por Estados Unidos, sino que es y será una lucha en conjunto.
De hecho, al estar abierta ya una guerra silenciosa por acceder a las inmensas cantidades de recursos y oportunidades que corren por las superficies más gélidas del planeta, se abre también una época en la que las mayores amenazas para la estabilidad de los seres humanos serían no solo medioambientales, sino geopolíticas, por lo que el futuro del Ártico y su estabilidad depende básicamente en una idea que a la era de Vladimir Putin parece no agradarle mucho: la cooperación internacional, incluyendo la militar.
Por Lucía Gabriela Santos Hiyo
Taller de Estudios Internacionales «José Luis Bustamante y Rivero» de la _Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú.
Publicado originalmente en el «Boletín 80 Días» https://t.co/LqUwlVIBHt?amp=1
En Twitter: @tadei_unmsm
Referencias
A propósito de Groenlandia, ¿entró Estados Unidos en la carrera por el Ártico? (2019, 29 de agosto). France 24. https://www.france24.com/es/20190828-groenlandia-compra-trump-carrera-artico
Arktika, el monstruoso rompehielos ruso que cruza el Ártico con propulsión nuclear. (2020, 30 de septiembre). El Español. https://www.elespanol.com/omicrono/tecnologia/20200930/arktika-monstruoso-rompehielos-cruza-artico-propulsion-nuclear/524448762_0.html
Aznar, F. (2021). Panorama Geopolítico de los Conflictos 2020. Instituto Español de Estudios Estratégicos. http://www.ieee.es/Galerias/fichero/panoramas/panorama_geopolitico_conflictos_2020.pdf
Fernández, I. (2019). (Re) Militarización del Ártico: ¿cautivos de un dilema de seguridad? Universidad de Barcelona. https://www.recercat.cat/bitstream/handle/2072/362319/Fern%C3%A1ndez%20G%C3%B3mez%2C%20Iv%C3%A1n.pdf?sequence=1
Figueroa, S. (2008). El Ártico en disputa Tendencias (Zapopan), 97-107. https://biblat.unam.mx/hevila/TendenciasZapopan/primavera/7.pdf
Leahy, S. (2019). El calentamiento del Ártico podría costar al mundo billones de euros. National Geographic. https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2019/04/el-calentamiento-del-artico-podria-costar-al-mundo-billones-de-euros
Lukyanov, D. (2020, 16 de junio). El gran juego de las potencias en el Ártico: ¿para qué crea EE. UU. su propia flota de rompehielos? Sputnik. https://mundo.sputniknews.com/20200616/el-gran-juego-de-las-potencias-en-el-artico-para-que-crea-eeuu-su-propia-flota-de-rompehielos-1091767900.html
Mian, M. (2019). Barents, epitome ártico – Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, ISSN 1888-0576, Nº. 146, 2019, págs. 83-92. https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2018/04/Barentets-Epitome-Artico-MG.Mian_.pdf
Ventas, L. (2015). Como Rusia quiere dominar el Ártico. BBC Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/05/150520_rusia_planes_supremacia_artico_lvh