El Siglo XXI propone una agenda de política internacional marcada por la incertidumbre y también por versatilidad de temas que giran en forma trasversal para definir un orden global tumultuoso en el presente; precisamente hablamos de temas que hace unas décadas atrás eran impensable que ocuparan un importante papel por las características dispares de los mismos, hoy un ejemplo de ello es la vinculación entre la competencia por la adquisición de tierras y los alimentos.
La complejidad de las problemáticas y los desafíos que implican, van configurando escenarios donde se identifica que la expansión territorial y la capacidad de alimentar a las poblaciones son condiciones sine qua non para la construcción de poder. En la actualidad el cruce de estas variables da como resultado un entramado político-económico que muestra la interdependencia de las mismas, motivo por el cual es común encontrar analistas que empiezan a advertir sobre la “Guerra de los Alimentos” haciendo referencia a las principales problemáticas del futuro.
Teniendo presente esta situación, es pertinente preguntarse si realmente ¿Existe una nueva geopolítica de los alimentos? La respuesta es claramente afirmativa. Cada vez que China, India o Arabia Saudita buscan comprar tierra fértil alrededor del mundo, se está ante la necesidad de consolidar poder desde la búsqueda de recursos en dos frentes: por un lado para la producción de alimentos y el por otro, la adquisición de materias primas para la producción de biocombustibles.
La geopolítica de los alimentos puede ser explicada por la conjunción de ciertos factores como el aumento de la población mundial, que a su vez genera un aumento en la demanda de los recursos, especialmente de dos escasos como el agua, el aumento de la demanda de energía, el rol del cambio climático, el aumento de precio de las commodities y el rol de los biocombustibles.
Por otro lado, hay dos variables constantes que ponen luz al entendimiento sobre la geopolítica de los alimentos, estas son: la tenencia de la tierra y el precio de los alimentos. La tierra, es un recurso primordial para lograr la seguridad alimentaria y si bien durante mucho tiempo su abordaje fue realizado desde la conceptualización de un recurso ilimitado, es importante que bajo la lógica del desarrollo sostenible la necesidad de asegurar su uso para generaciones venideras conlleva a tener presente que si bien la extensión de tierra a nivel mundial es muy extensa, la existencia de tierra fértil no lo es, por lo cual se suscita tan clave su adquisición al momento de hablar de alimentos.
Al unísono, esta situación se ve cruzada por variables contextuales que inciden en el acceso a la tierra en general y a la producción de alimentos en particular. Respecto a ello, se señala la importancia del agua en cuanto a su disminución y la desaparición de los acuíferos, situación agravada en zonas áridas y secas. Por su parte, el cambio climático tiene una importancia sustantiva que afecta sobre las temperaturas extremas generando múltiples consecuencias entre las que se destaca el derretimiento de hielos generando el cambio de nivel de los ríos y mares y la pérdida de tierras.
Tal como se indicó anteriormente, el cambio climático; el uso incorrecto de las tierras; la explotación sin parámetros de conservación; sumado a la necesidad de incorporar el concepto de desarrollo sostenible fue generando la necesidad de tomar conciencia sobre la protección de los suelos dentro de un paradigma que abarque la triple función de la tierra, que es la económica, social y ambiental. Esto hace hincapié en preservar los recursos de cara a las generaciones venideras considerando de allí la importancia de combinar un acertado uso del suelo incorporando la tecnología pertinente para generar el mayor rendimiento posible.
Otro punto clave que explica el significado de la geopolítica de los alimentos, es el precio de los commodities y de los alimentos, cruzado por la alta especulación que se genera alrededor de los mismo y el rol de los biocombustibles. Esta doble vía tiene una significancia muy dispar en la geografía mundial, porque para una parte del planeta que gasta menos de una décima parte de sus ingresos en su ingesta puede ser una simple molestia el aumento del precio del pan; mientras que para una gran parte de la población es una verdadera tragedia el aumento del trigo porque ello se ve representado exponencialmente en el precio a pagar y el porcentaje de salario que le podrá demandar varía entre el 50 y 70 % del mismo, en caso de que perciben ingresos regulares.
En términos numéricos la geopolítica de los alimentos se ve representada por los desafíos que plantea el aumento de población mundial, que actualmente se ubica en 7.300 millones de personas; para el 2030 se prevé sea de 8.400 y para el 2050 de 9.000 millones. Según un informe del Panel de Alto Nivel sobre Sostenibilidad Global, tal como se manifestó en párrafos anteriores, las principales amenazas se manifestarán por el aumento de la demanda de energía y agua que se estima para el año 2030 será un 45% y 30% más alto respectivamente al tiempo que el aumento de la demanda de alimentos se prevé en un 50%, lo cual significa que el mundo debe prepararse para producir 1.000 millones de toneladas de cereales y oleaginosas por año.
Esta realidad inferida de los datos económicos, tiene su correspondencia con la problemática del estudio sobre el tema puesto que, quienes estudian el tema no padecen el hambre, y quienes lo padecen no lo estudian. Motivo por el cual pasa a ser una dinámica lejana a la realidad de quienes la padecen y de quienes la estudian.
Mg. Melisa Galvano Quiroga
Doctorado en Relaciones Internacionales – Investigadora- Docente universitaria
Analista en Equilibrium Global
MUY importante y estratégico tema, de una autora conocida y valorada. Será seguido con mucho interés. Ana Mirka Seitz
MUY importante y estratégico tema, de una autora conocida y valorada. Será seguido con mucho interés. Ana Mirka Seitz
Muchas gracias por sus valiosas palabras Dra. Seitz! Un fuerte abrazo.