Desde la red de alianzas con think-tanks y expertos en diferentes capitales del mundo, la colaboración desde Moscú, el testimonio de la investigadora Dra. Anna Protsenko del Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias de la Federación Rusa. En esta segunda parte de entrevista, sus reflexiones sobre cómo Rusia diseña estrategia geopolítica hacia América Latina. El enfoque de la académica Anna Protsenko gira en torno al concepto de multipolaridad en el sistema de gobernanza, buscando qué enseñanzas nos arroja el pasado para comprender de los interrogantes del presente; sobre estos ejes conoceremos algunas ideas de cómo piensa un referente intelectual que lidera un grupo de investigadores en Moscú.
Pregunta: Cuando la Federación Rusa diseña su política exterior hacia nuestra región, ¿usted cree que el factor ideológico, las afinidades políticas son un pilar central, o bien podemos considerar una mirada pragmática en la búsqueda de maximizar beneficios? ¿Por dónde pasan algunas claves en el acercamiento de Moscú hacia Sudamérica?
Anna Protsenko: Estoy completamente segura de que la Federación de Rusia ha diseñado y realizado su política exterior hacia Latinoamérica en base de una mirada pragmática y libre de la carga ideológica. La prueba principal de mi opinión son las relaciones con Cuba. Es imposible escoger un ejemplo con más influencia del factor ideológico. Desde 1991 la base rusa en Lurdes fue cerrada, y las relaciones han bajado su intensidad en forma drástica. Había un indicador de relanzamiento de las relaciones a partir del año 2000, después de la visita de presidente V. Putin a La Habana, por medio de negociaciones de alto nivel. Pero, las relaciones se desarrollaban exactamente con una nueva lógica de pragmatismo, para eso faltaba arreglar el asunto de la regularización de la deuda, lo cual fue finalmente cerrado en 2013. Por lo general, constatamos que las relaciones en el nivel político entre Rusia y los países Latinoamericanos están más avanzadas; las relaciones económicas todavía tienen bastante espacio para su ampliación y potencial de desarrollo, especialmente en el sector alimenticio gracias a la diferencia de las zonas climáticas, por lo general, y la coyuntura política contemporánea, en particular.
Pregunta: las fricciones entre Rusia y Occidente tienen hoy el formato de las sanciones económicas, donde Europa es principalmente quien impone estas medidas. ¿Qué oportunidades representa este contexto de desconfianza y distanciamiento político para Sudamérica?
Anna Protsenko: En principio, creo que el contexto de desconfianza no favorece a nadie. La situación política del intercambio de las sanciones ha elevado en Rusia un discurso muy bien conocido para los países Latinoamericanos – la idea de la necesidad de la sustitución de las importaciones. La implicación de esa estrategia no afecta los intereses de las naciones de América Latina. Al contrario, este periodo dio un momento excepcional para los países de la región en relación con el ingreso al mercado ruso, para tomar más presencia u ofrecer nuevos productos. Todo eso expresaban los proveedores latinoamericanos, lo he observado personalmente en las Ferias en Moscú y otras regiones de Rusia. Los productos latinoamericanos son bien recibidos por los consumidores rusos. Las historias del éxito en el mercado ruso ya han hecho los exportadores ecuatorianos de plátanos y rosas, las empresas productoras de carne del Uruguay. Hace dos años por primera vez en el mercado apareció queso desde Argentina y Chile, han ampliado significativamente la oferta de pescado y mariscos de Chile, eso sin mencionar los vinos argentinos y chilenos; a la par con las frutas y hortalizas desde México, Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Ecuador. El factor que dificulta el comercio es la devaluación de la divisa local, pero al mismo tiempo la demanda en los productos alimenticios ha crecido y la brecha en las importaciones europeas en un 10% fue reemplazada por los productos desde América Latina según los resultados del 2014, la misma tendencia permaneció durante 2015.
Pregunta: en los últimos años la administración de Barak Obama no sostuvo que la relación con Sudamérica es una prioridad. Por ello, hay críticas en los propios círculos académicos de Estados Unidos. ¿Cree Ud. que ello es algo significativo en el contexto en el cual Rusia busca relacionarse con nuestra región?
Anna Protsenko: Prefiero separar esas dos tendencias. Es cierto que los EEUU carecen de una política latinoamericana sólida, estratégica y articulada desde hace varios mandatos presidenciales. Creo que no es exageración decir que desde el inicio de Nuevo Sistema de las relaciones internacionales, Washington no ha propuesto ninguna política latinoamericana renovada, si no contamos la Iniciativa de ALCA, fracasada en Mar del Plata. El comercio (en forma de los múltiples TLC) y la cooperación para combatir el narcotráfico son los principales pilares de las relaciones con los países de la región.
Cabe mencionar que la misma ausencia puede ser interpretada como muy buen signo, que América Latina ya dejó de ser percibida en el término notorio de “patio trasero”, y no es mirada como una región subordinada. Este hecho representa las ambas tendencias: declive de influencias estadounidense y el crecimiento de la independencia de los países de la región.
Tampoco fue una gran sorpresa que nada ha cambiado drásticamente durante las dos administraciones del presidente Obama respecto a la estrategia general hacia América Latina. No obstante, la política estadounidense durante su segundo mandato ya pasa a la historia por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba.
Las relaciones de la Federación de Rusia con Latinoamérica desarrollan por su propia lógica. Me gustaría repetir que el factor ideológico es parte del pasado. Rusia considera a los países de América Latina y Caribe como los socios claves para ampliar la cooperación, con algunos países ya esta elevada al nivel de cooperación estratégica; con orientación a construir las relaciones en base del principio del beneficio mutuo o principio de “win-win” según la teoría de juego. En el mundo policéntrico, desde Rusia vemos que uno de los núcleos de este nuevo sistema está en Sudamérica. Para la Federación de Rusia las relaciones bilaterales con los países de la región son importantes, también realizamos los contactos con las organizaciones regionales.
Pregunta: Ud. ha publicado en un artículo de RBTH que los años 90 se pueden considerar como la “década perdida”, ya que en este periodo los vínculos con la región latinoamericana se debilitaron notablemente. (1) ¿Cómo interpreta o categoriza las actuales vinculaciones entre Rusia y América Latina?
Anna Protsenko: Las relaciones han superado los peores periodos, cuando llegaron hasta los niveles de casi insignificantes. Hasta finales de los años 90 un factor subjetivo también influía en las relaciones. En el marco de un proyecto de investigación, realizado en el Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias, dedicado a la imagen de la Federación de Rusia en la región, hemos subrayado que los así llamados “nuevos rusos ricos” dejaron una mala fama en la forma de hacer negocios. El nuevo impulso a las relaciones ha generado un ambiente diferente y mejorado de los contactos en el alto nivel durante las visitas presidenciales desde 2000. Esa diplomacia presidencial reforzada con las delegaciones de los empresarios rusos, ayudó a superar las malas connotaciones y restablecer el comercio y cooperación. Las relaciones se desarrollan con buena dinámica en el presente; sin embargo, es inevitable que se vean afectadas por la coyuntura corriente de la desaceleración del crecimiento económico mundial y los problemas con las devaluaciones de las divisas nacionales en Rusia y varios países en América Latina.
Pregunta: ¿cuáles son las ventajas que obtiene Rusia al incrementar y profundizar la cooperación económica, tecnológica y militar con América Latina?
Anna Protsenko: En los tiempos del mundo globalizado no se puede seguir con los discursos de diversificación del comercio exterior sin ponerlo en práctica como única estrategia viable. En muchos países todavía seguimos con la lógica de tener círculos concéntricos fuera de nuestras fronteras con los contactos más desarrollados con la vecindad más cercana. Esa lógica recibió un golpe fuerte con el ascenso de China, una “fabrica mundial emergente”. Esa misma lógica demostró su debilidad en el caso de México, cuando la alta interconexión con el mercado norteamericano le cobró su precio durante la crisis en 2008. De hecho, México demostró los peores índices de crecimiento en toda América Latina. Las olas de las crisis regionales dictan la necesidad de tener la posibilidad de cambiar de vía y cambiar preferencias en la lista de los socios prioritarios. La lejanía geográfica todavía existe en los costos de logística, pero no tiene el mismo significado limitador; por el contrario, estimula a buscar nuevas oportunidades, ofrecidas por la globalización, especialmente en los tiempos de la crisis.
Rusia y América Latina no están tan lejos hoy día. La cooperación económica entre nosotros tiene sus ventajas. Para Rusia, repito, el sector alimenticio latinoamericano está muy bienvenido. Para América Latina, el mercado ruso de los productos agropecuarios ofrece oportunidades que no tienen en los mercados de los productores locales subsidiados en Europa o EEUU. Rusia sigue siendo un país con mayor territorio en el mundo, así el mercado interno está extendido por nueve husos horarios y la gran parte de ello esta accesible por Pacifico. Esto da un nuevo punto de encuentro entre Rusia y los países de Latinoamérica. En el plano tecnológico y militar, son los campos que comprueban nuevamente el carácter pragmático de nuestras relaciones.
La Federación de Rusia sigue siendo competitiva con algunos tipos de la producción tecnológica-militar, ofreciendo equipamiento y soluciones que funcionan en las extremas condiciones climáticas (altitud o temperatura). Eso se corroboró con las compras de los aviones, helicópteros y otros equipos rusos por parte de los países latinoamericanos. Rusia puede ofrecer buena producción y quiere estar presente en el mercado Latinoamericano.
Pregunta: puntualizando en la cooperación tecnológica y, en particular, en el desarrollo de sistemas satelitales, ¿América Latina ofrece una oportunidad para el establecimiento de bases terrestres que brinden soporte al sistema de navegación Glonass?
Anna Protsenko: Creo que es innecesario recordar que el descubrimiento del espacio se inició con el lanzamiento de primer Sputnik ruso en 1957. Cabe destacar que la Federación Rusa tiene gran experiencia en producción y lanzamiento de los satélites artificiales. Los países latinoamericanos últimamente demostraron interés en el desarrollo de sus programas espaciales que llegaron a ser más alcanzables desde la llegada de los CubeSat. En los últimos años, Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú y Uruguay realizaron lanzamientos.
La noticia sobre las bases terrestres para soportar el sistema de navegación Glonass en América Latina apareció por primera vez en 2014. Los noticieros mencionaban los cuatro países: Cuba, Nicaragua, Venezuela y Argentina. En el desarrollo del sistema Glonass fue aplicada la experiencia del funcionamiento del sistema brasilero SIMRAV. El crecimiento y extensión en el mundo del sistema ruso de geolocalización podría ser una alternativa al monopolio del sistema GPS. Cada día, más y más equipos técnicos que utilizan la geolocalización entran a nuestras vidas cotidianas. Creo que como sucedió con los servicios de los proveedores de las redes de los teléfonos celulares y redes de Internet, ganaremos todos con la ampliación del posicionamiento de un sistema adicional.
Desarrollo & Contenido
Vanina Soledad Fattori
Acceso a primera parte de entrevista: http://equilibriumglobal.com/reflexiones-sobre-un-mundo-multipolar-opinion-de-anna-protskeno-desde-moscu-parte-1/
Acceso al site del Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias de Rusia: http://www.ilaran.ru/?n=8&r=5914