Las noticias continúan acercando datos referidos a las acciones que la Federación Rusa lleva adelante para materializar la adhesión de Crimea. Mientras muchas voces en la prensa europea especulan acerca de si Vladimir Putin “va por más”, otras tantas posiciones definen como categórica la reacción de Moscú frente a la debilidad de la política exterior que teje la Unión Europea. También se mide el balance para Washington, que ha sido artífice de esta jugada que nació con el impulso occidental al efecto “Maidán” procurando logar el cambio de régimen político en Ucrania. Tantas otras voces hablan de “ajustes del pasado”, pero la velocidad de actuación por parte de Moscú para la incorporación de la península de Crimea todavía deja mucho por analizar.
En algunos años, cuando este asunto vaya quedando en la historia y se pueda acceder a libros que relaten este suceso, seguramente uno de los anecdotarios más representativos pasará a ser este dato de color que tiene a Vladimir Putin tomando un descanso en las montañas, fotografiado comiendo pescado junto al Primer Ministro Dmitri Medvedev; mientras en Bruselas los líderes europeos estallan en crispación por impotencia de haberse visto superados por un inesperado accionar de Moscú que apropió con su ¿“soft-power”? un territorio autónomo que era parte de Ucrania.
En línea con el trabajo de prensa que venimos realizando, con esfuerzos dedicados a brindar elementos de comprensión sobre el suceso de Crimea, compartimos con el público de “Equilibrium Global” las reflexiones del analista internacional Juan Pablo Zabala, académico de la Universidad Católica de La Plata.
Para el experto, “el conflicto por Crimea nos termina de confirmar dos resurrecciones importantes y permanentes en el escenario internacional del siglo XXI: que la geopolítica está de vuelta y llegó para quedarse, y que Rusia no se va a quedar inactiva ante cualquier posibilidad de acrecentar su poder regional e internacional, reafirmando su identidad nacional y recuperando su prestigio de potencia de primer orden”.
Sobre la diplomacia de Bruselas, la consideración de Juan Pablo Zabala define que: “la pasividad europea ante el avance ruso en Crimea demuestra una vez más la debilidad endémica de Europa, pero no solo por la dependencia energética de Rusia o por los procesos de autodeterminación nacional que muchos estados europeos deben enfrentar en sus territorios, sino sobre todo porque viene a confirmar que la partida de defunción de la era atlántica tiene una fecha de vencimiento no muy lejana en el tiempo”.
La prensa rusa ha publicado sondeos que reflejan un 80% de popularidad de Putin, habiendo tenido un ascenso tras los sucesos de Crimea. Esto, es un nivel muy envidiable para muchos políticos y, de hecho, en pocos lugares del mundo se dan estas altas cifras. Además, hay que tener en cuenta que Putin lleva tiempo en el poder, alternando con Dmitri Medvedev, ha tenido alta exposición permanente. Zabala expresa: “la firme determinación del accionar de Putin ante la crisis de Crimea no sólo confirma una vez más su liderazgo carismático sino que también demuestra que Rusia ya no permitirá ninguna intromisión geopolítica de occidente en su esfera de influencia”.
Sin lugar a dudas, el eje central de este asunto es la geopolítica donde Rusia disputa poder a Occidente. En el caso de Crimea se materializa en un espacio territorial “conquistado”, discutible desde la legalidad pero con el despliegue de 30.000 soldados, de facto, es efectivo para los intereses de Moscú. Al respecto, Juan Pablo Zabala opina:
“La actitud de Rusia en Crimea refleja uno de los anhelos principales y permanentes del nacionalismo ruso de todas las épocas: el paneslavismo. Ni siquiera la intromisión de ideas occidentales utópicas e internacionalistas en el siglo XX pudo detener la vitalidad y actualidad de la concepción nacionalista del paneslavismo en Rusia. La concepción de Imperio y de identidad nacional en Rusia siempre estuvieron íntimamente ligadas, más allá del régimen político de turno”.
Moscú ha tejido un plan, bajo un concepto geopolítico y un formato de “alianza”, para extender su influencia el espacio de Eurasia. Occidente, ha reaccionado buscando acelerar los procesos de acercamiento en el espacio post-soviético, en la frontera más próxima de Rusia. Seguramente, Crimea es un capítulo más en esta disputa de poder entre potencias. Ucrania, entre todo esto, es la víctima de este juego. Kiev pasa a tener el mismo sentimiento que Georgia, al ver cómo producto de una movida política pierde una porción territorial. Son tiempos de cambios y transformaciones en la reconfiguración del poder global, donde solo el ejercicio del multilateralismo puede fortalecer las relaciones internacionales hacia el sometimiento de la base jurídica donde no haya margen para actuar desde el poder, por sobre el deber. Y en el caso de Crimea y la legalidad, la discusión sigue abierta sino ha pesado justamente, el poder por sobre el deber.
Desarrollo & Contenido
Eric Paredes – Relaciones Internacionales Universidad de Palermo