Uno de los focos de conflictos del mundo que siempre fue considerado como «eterno», pero que ha tenido una definición. Como aplica en este y otros casos, los elementos del Derecho Internacional premian por sobre el factor comunicacional, que también desempeña un asunto clave por su capacidad de tener impacto en los acontacimientos. El analista Agustín Menéndez ha escrito estas líneas para entender lo que ha ocurrido con el asunto de Karabaj, en Azerbaiyán; y la disputa con su vecina Armenia. En el 2020 se desarrolla la Segunda Guerra de Karabaj con la victoria de Azerbaiyán, lo que ha generado una nueva realidad y ha impulsado una nueva situación que tiene por supuesto su componente geopolítico regional.
Es singular la manipulación, propaganda y divulgación de mentiras que se han suscitado respecto de la situación en Karabaj desde siempre. En ese sentido, es necesario aclarar términos, hechos y dejar de lado interpretaciones falaces que denotan, a las claras, una malversación informativa de lo que sucede en esa región del Cáucaso.
En primer lugar, no existe ningún lugar denominado “Nagorno Karabaj” en la actualidad. Nagorno deriva del término ruso “nagorni” (montañoso) y la Unión Soviética dejó ya hace más de tres décadas de existir para que siga perpetrándose tal denominación. Es cuanto menos curioso que se siga insistiendo en nombrar a tal región usando el término antiguo de quien fuera invasor. La situación es tan ridícula como seguir denominando Yugoslavia a los países balcánicos o Checoslovaquia a la República Checa.
En segundo lugar, y de forma insólita, se sigue insistiendo en una limpieza étnica luego de la recuperación de los territorios que de iure pertenecen a Azerbaiyán y que son reconocidos como parte constitutiva del país por la comunidad internacional. Es por ello que hay que escuchar las voces de quienes trabajan en Derechos Humanos en la región. Por ejemplo, la Sra. Kavita Belani, representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en Armenia, expresó que “no hay incidentes registrados o reportados de maltrato o acoso por parte de azerbaiyanos a armenios que abandonan Karabaj”.
¿Quiénes agitan entonces la idea de una limpieza étnica? Los armenios de la diáspora que desde la comodidad de vivir en otros países brindaban ayuda económica y llamaban a seguir combatiendo mientras los armenios que viven en Armenia debían entregar a hijos y nietos en la guerra contra Azerbaiyán, en primer lugar, y la oposición a Pashinián, a quien llaman también genocida y traidor. Eso sí: el traidor y genocida más extraño del mundo, que logró casi el 54% de los votos luego de la derrota militar por Karabaj en 2020 y ante el llamado adelantado a elecciones…Ahora es considerado dos veces traidor y mentiroso.
En tercer lugar, hay una confusión en creer que hay una limpieza étnica por el mero hecho de que haya una emergencia humanitaria debido al desplazamiento voluntario de parte de la población a Armenia. Grosero error de interpretación. Azerbaiyán reconoce a la población allí asentada como habitante de Azerbaiyán y les brinda documentación y los mismos derechos que a cualquier otro habitante del país. Tal es así, que no se explica por lo tanto que poco más de la mitad de quienes habitan Karabaj hayan decidido ir a Armenia. El resto que ha quedado viviendo en la región desmiente categóricamente en hechos lo argüido por la oposición a Armenia.
Repensando la política exterior desde la mirada subnacional
Informe publicado originalmente en el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Arturo Prat, de Chile. Reporte de este 2020, que demostró, entre otras cosas, la importancia de...
Por otro lado, expresamente el gobierno armenio ha asumido la responsabilidad de proporcionar asistencia y protección, con el apoyo de ACNUR y otras agencias de la ONU y ONGs a los refugiados que han decidido migrar a Armenia. Reconocen que parte de la población de los territorios ocupados iba a ir hacia su país y se ven en la obligación de recibirlos nuevamente.
Es dable recordar el desplazamiento masivo de refugiados que sufrió Karabaj entre febrero de 1988 y mayo de 1994, donde la población de más de un millón de azerbaiyanos tuvo que desplazarse al resto de su país al ver ocupados más del 20% de su territorio producto de la guerra con Armenia. Allí efectivamente sí se incurrió en el desplazamiento e implantación de una población no autóctona con la ocupación ilegal de los mencionados territorios.
Es crítico que la República Argentina tome una postura contundente a favor de la política llevada dentro del marco del Derecho Internacional por Azerbaiyán dada la situación de las Islas Malvinas. Argentina no reconoce el principio de autodeterminación de los pueblos esgrimida por los habitantes de las Islas en tanto es un pueblo implantado desde 1833 por Inglaterra, tal y como sucedió en el caso de Karabaj a partir del desplazamiento forzoso de los azerbaiyanos desde 1988. Argentina, por otra parte, respeta los intereses de los pobladores, mas no sus deseos.
Por otra parte, el reconocimiento soberano de iure de las Islas Malvinas está en cuestionamiento por la comunidad internacional, hecho que no sucede con Karabaj respecto de Azerbaiyán. Podemos agregar, además, que Argentina reconoce en los habitantes de las Malvinas su condición, de así querer serlo, de argentinos y si no fuera así, como habitantes que vivirán bajo derecho argentino y tendrán derechos y garantías como tales. Azerbaiyán, en ese sentido, y conforme el Derecho Internacional, aplica los mismos principios.
A futuro, habrá que esperar qué negociaciones para una paz duradera se llevarán a cabo el 5 de octubre en la reunión pactada entre Nikol Pashinián e Ilham Aliyev en Granada. Se entiende que la promesa de Pashinián de habilitar el corredor Zangezur va a estar en la mesa, a cambio de no tener que pagar Armenia las reparaciones producto de la devastación por más de treinta años de ocupación ilegal de territorio azerbaiyano.
El corredor Zangezur se inscribe en un marco geopolítico inmenso que supera con creces las relaciones bilaterales entre Armenia y Azerbaiyán y que podría brindar prosperidad a toda la región, siendo una llave para traer paz. La nueva ruta de la seda está estipulada dentro del proyecto de Türkiye desde la firma de un memorándum de entendimiento (MoU) con China en 2015 para establecer un vínculo entre la iniciativa del “corredor medio” y la iniciativa “un cinturón, una ruta”.
De ese modo, Türkiye puede acceder a los mercados de exportación y convertirse en un centro logístico para el comercio entre la UE y China, al tiempo que aborda problemas de inestabilidad regional en las regiones orientales de su territorio. El apoyo de Türkiye a la resolución del conflicto de Karabaj también es un elemento de esta política. Türkiye se considera un socio comercial confiable para los países de Asia Central, China y la UE, y del mismo modo Azerbaiyán se ha transformado en una opción a la seguridad energética para la UE a la brindada por Rusia previo al conflicto con Ucrania.
Pashinián ahora deberá hacer frente a una oposición interna que buscará su dimisión, tal y como ocurrió en el 2021, y se verá fuertemente presionado por la comunidad internacional a buscar una salida que ponga paz en la región a través de algún instrumento de Derecho Internacional. Está claro que Pashinián hoy intenta no pasar a ser un nuevo Levón Ter-Petrosián…habrá que ver si resiste los embates de la oposición interna para morigerar el impacto de la pérdida de apoyo internacional y la nueva realidad geopolítica que enfrenta.
Por Lic. Agustín Menéndez
Investigador asociado a organización CADAL. Es Licenciado en Ciencia Política y Abogado (UBA). Cursó estudios de Maestría en Historia (UTDT). Becario KGIP (Korean Government Invitation Program). Especializado en temas de la Península Coreana y la violación de Derechos Humanos en Corea del Norte. Actualmente trabaja en la Unidad de Información Financiera en el área de Coordinación Internacional en materia de lavado de activos. financiamiento del terrorismo y proliferación de armas de destrucción masiva. Colabora en distintos medios gráficos y radiales.